Viernes 15 de noviembre de 2024

'¡Basta, no podemos seguir así!', exhortó un obispo colombiano a los delincuentes

  • 19 de julio, 2024
  • Cali (Colombia) (AICA)
El diocesano de Buenaventura se dirigió desde el púlpito directamente a los líderes de los grupos criminales que imponen extorsiones en toda la ciudad.
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"Les pido, en nombre de Dios, que cesen las extorsiones. Con esto nos están matando a todos: se lo digo a Diego Bustamante y a Jorge Papaya, con quienes hablo directamente. Estamos cansados, no está bien que tantas lágrimas, muerte y dolor de nuestro pueblo hagan que muchos tengan que abandonar el territorio donde nacieron para irse a otra parte": tales son las fuertes palabras pronunciadas por el obispo de Buenaventura, monseñor Rubén Darío Jaramillo

El obispo de Buenaventura es una de las figuras de la Iglesia Católica a quien más escuchan los Shottas y Espartanos, dos de los grupos armados que siembran terror en esa región del país.

Aunque el prelado Jaramillo ha dialogado sobre la paz con esos delincuentes, aprovechó la homilía de este fin de semana para hacerles un angustioso llamado a que cesen las presiones económicas a sus víctimas.

"Les hablo a los representantes de las dos bandas,", dijo el prelado desde el púlpito.

Tras aclarar que ellos estaban en la misa de incógnita, escuchando, dijo: "Les pido el favor, en nombre de Dios, de que cesen la extorsión, nos están matando a todos con la extorsión", expresó con voz potente, mientras los fieles interrumpieron su discurso con fuertes aplausos.

"Ellos necesitan escuchar lo que todo el pueblo les grita. Y les digo aquí, a Diego Bustamante y a Jorge Papaya, con los que yo hablo directamente: cesen la extorsión, estamos cansados, la gente se está yendo, no es justo; hay lágrimas, muertes, dolor de nuestras personas; y que se tengan que ir del territorio donde han nacido no es justo, no lo es que se tengan que ir a otra parte", manifestó el obispo.

Los fieles lo respaldaron y aplaudieron en varias oportunidades su intervención que, sin duda, refleja el cansancio y preocupaciones del pueblo de Buenaventura.

Monseñor Jaramillo es un hombre conciliador, pero también crítico. Forma parte de la mesa de negociación del gobierno de Petro, que busca una tregua entre los Shottas y los Espartanos. Y así como les pide a ambos grupos cesar las extorsiones, recientemente el obispo le hizo un vehemente llamado al poder ejecutivo, para que se mantuviera una tregua entre ambas organizaciones criminales.

"Hago un llamado al gobierno nacional para que atienda las dificultades que se puedan presentar, y pedimos a Dios que nos ayude, para que no vuelva la guerra a nuestro distrito, que paren el accionar los que quieren empuñar otra vez las armas y destruir, con balaceras en los barrios. Esta realidad, que hemos vivido en años anteriores, que ha sido terrible para nuestro distrito... No queremos que vuelva la guerra a la ciudad, que paren esos disparos que están haciendo", precisó.

Asimismo, el obispo de Buenaventura aseguró que, en los últimos días, se han venido presentando algunas alteraciones del orden público de la ciudad, "con algunos disparos en barrios específicos; sin embargo, nosotros creemos que el proceso de paz y los acuerdos entre los distintos grupos que están disputando el territorio se deben mantener. Seguimos apostándole a la paz, a la no violencia, no queremos vidas de jóvenes destruidas", manifestó.

Monseñor Jaramillo, ha sido amenazado de muerte hace años por su claridad al condenar las acciones de grupos criminales y por estar al lado de su pueblo, en una de las ciudades más peligrosas del país. Buenaventura, que, de hecho, es el puerto colombiano más grande del Océano Pacífico y, por tanto, el epicentro de numerosas actividades ilegales y, símbolo de la segregación de la mayoría afrodescendiente; puerto de salida crucial para los contenedores de plátanos, pero también para los contenedores llenos de cocaína que parten hacia Europa, hacia los puertos de Amberes, Gioia Tauro o Trieste, gracias al narconegocio con la ndrangheta calabresa.

Todo ello con la mediación de mafias albanesas, que también envían grandes cantidades de armas a Buenaventura, con las que se alimentan conflictos urbanos, especialmente en Cali y las regiones del suroeste.+