Viernes 15 de noviembre de 2024

Ángelus: La alegría, una regla para los cristianos

  • 13 de diciembre, 2020
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El papa Francisco recordó este domingo, que "cuanto más cerca está el Señor más gozo tenemos, cuanto más lejos, más nos entristecemos".
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“El tiempo pasa inexorablemente, dicen, pero durante el Adviento, para los que creen, se vuelve gozoso, ya que el Señor está cerca, como afirma San Pablo. Y la espera, “como cuando esperamos la visita de una persona a la que queremos mucho se convierte en alegría”, recordó este domingo 13 de diciembre el papa Francisco en su reflexión antes del rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico.

Francisco destacó que “esta dimensión de la alegría surge especialmente hoy, tercer domingo de Adviento, que se abre con la exhortación de San Pablo “Alégrense siempre en el Señor”. Alégrate, alegría cristiana”. 

“Y cuál es la razón de esa alegría: Que el Señor está cerca. Cuanto más cerca está el Señor de nosotros, más gozosos estamos; cuanto más lejos está, más nos entristecemos. Esta es una regla para los cristianos. ¿Te ama Cristo y no tienes gozo? Pensemos: ¿tengo gozo porque el Señor me ama?”.

Alegría del Bautista
Al comentar el Evangelio de hoy, el Papa se detiene en Juan el Bautista, el “personaje bíblico que - con la excepción de Nuestra Señora y San José - vivió primero y más la espera del Mesías y la alegría de verlo llegar”.

El Bautista es el primer testigo de Jesús, con la palabra y con el don de la vida. Todos los evangelios coinciden en mostrar cómo cumplió su misión señalando a Jesús como el Cristo.

Un hombre de fama, continúa el pontífice, “un líder en su tiempo”, conocido en toda Judea y más allá, pero que “no cedió ni un momento a la tentación de llamar la atención”. “Siempre el Señor en el centro, como Nuestra Señora”.

Y es a través del ejemplo del Bautista, que Francisco indica la primera condición de la alegría cristiana:

“Descentralizarse y poner a Jesús en el centro. Esto no es alienación, porque Jesús es efectivamente el centro, es la luz que da pleno sentido a la vida de todo hombre y mujer que viene a este mundo. Es el mismo dinamismo del amor, que me lleva a salir de mí mismo no a perderme, sino a encontrarme mientras me entrego, mientras busco el bien del otro.

“Pero -aclaró el Papa- para dar testimonio de Jesús, Juan afronta “un largo camino” plagado de elecciones radicales y renuncias. Poner a Cristo en el centro y avanzar hacia la verdadera alegría “no es un paseo por el parque”:

Dejó todo, desde muy joven, para poner a Dios en primer lugar, para escuchar su Palabra con todo su corazón y todas sus fuerzas.

El Bautista, modelo de la proclamación
Aunque algunos rasgos de la personalidad de Juan son únicos, “irrepetibles, no al alcance de todos”, su testimonio, subrayó el pontífice, “es paradigmático para todo aquel que quiera buscar el sentido de su vida y encontrar la verdadera alegría:

En particular, el Bautista es un modelo para aquellos en la Iglesia que están llamados a anunciar a Cristo a los demás: solo pueden hacerlo con desapego de sí mismos y de la mundanalidad, no atrayendo a las personas hacia sí mismas, sino dirigiéndolas hacia Jesús “. La alegría es esta, y la el gozo debe ser el sello distintivo de nuestra fe, incluso en los días oscuros. Sabiendo que el Señor está conmigo. El Señor, el Señor está en el centro”. Preguntémonos: ¿Son siempre como los tristes que parecen estar en un velatorio?

María, en ella Dios se acercó
Y si el Bautista señaló al que vendría, convirtiéndose hoy en modelo para los que anuncian a Cristo en la Iglesia, hay una figura que atraviesa los tiempos y en la que Dios “se acercó” transformándolo en “Causa de nuestra alegría”. Se trata de la Virgen María, la imagen con la que el Papa concluye la catequesis del tercer domingo de Adviento, día en el que este año se cumple el 51 aniversario de su ordenación sacerdotal.

“Al rezar ahora el Ángelus, vemos todo esto plenamente realizado en la Virgen María: esperaba en silencio la Palabra de salvación de Dios; lo escuchó, lo aceptó, lo concibió. En ella Dios se acercó. Por eso la Iglesia llama a María la Causa de nuestra felicidad”. +