Ángelus: Abrir el corazón para recibir "el alivio y la alegría única que nos da Jesús"
- 5 de julio, 2020
- Ciudad del Vaticano (AICA)
El papa Francisco invitó este Domingo a acudir a Jesús quien ofrece descanso y alegría verdadera, y no solamente "un alivio psicológico o una limosna dada".
El papa Francisco invitó a acudir a Jesús quien ofrece descanso y alegría verdadera, y no solamente “un alivio psicológico o una limosna dada”. Así lo indicó el Santo Padre este 5 de julio durante el rezo del Ángelus ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
Al comentar el pasaje del Evangelio de San Mateo de este domingo (Mt 11,25-30), el pontífice describió que la narración está dividida “en tres partes: primero Jesús alza un himno de bendición y de agradecimiento al Padre, porque ha revelado a los pobres y a los sencillos los misterios del Reino de los cielos; después desvela la relación íntima y singular que hay entre Él y el Padre; y finalmente invita a acudir a ÉÂÂÂl y a seguirlo para encontrar alivio”.
En primer lugar, sobre la alabanza de Jesús a Dios Padre, el papa Francisco recordó que la enseñanza de Jesús “ha ocultado los secretos de su Reino a sabios e inteligentes” y alertó sobre la tentación de presumir “ser sabios” pero muchas veces tener “el corazón cerrado”.
“La verdadera sabiduría viene también del corazón, no es solamente entender ideas, la verdadera sabiduría entra también en el corazón y si tú sabes tantas cosas, pero tienes el corazón cerrado, tú no eres sabio”, destacó el Santo Padre e invitó invitó a tener “el corazón abierto y confiado hacia el Señor” ya que “Jesús dice que los misterios de su Padre han sido revelados a los ‘pequeños’, a los que se abren con confianza a su Palabra de salvacióÂÂÂn, sienten la necesidad de Él y esperan todo de Él”.
Luego, el pontífice resaltó que “Jesús explica que ha recibido todo del Padre” y que “lo llama ‘mi Padre’, para afirmar la unicidad de su relación con Él” y agregó que “de hecho, solo entre el Hijo y el Padre hay total reciprocidad: el uno conoce al otro, el uno vive en el otro. Pero esta comunióÂÂÂn úÂÂÂnica es como una flor que brota, para revelar gratuitamente su belleza y su bondad. Y de aquí la invitacióÂÂÂn de Jesús: ‘Ven a mí..’”.
“ÉÂÂÂl quiere donar lo que toma del Padre. Quiere donarnos la Verdad y la Verdad de Jesús es siempre gratuita, es un don, es el Espíritu Santo, la Verdad”, afirmó el Papa.
De este modo, el Santo Padre destacó que “como el Padre tiene una preferencia por los ‘pequeños’, tambiéÂÂÂn Jesús se dirige a los ‘fatigados, a los sobrecargados’. Es máÂÂÂs, se pone Él mismo en medio de ellos, porque ÉÂÂÂl es ‘manso y humilde de corazóÂÂÂn’”.
Por ello, el Papa Francisco recordó las bienaventuranzas descritas por San Mateo en el Capítulo 5 que habla sobre los “humildes o pobres de espíritu; y la de los mansos. La mansedumbre de Jesús”.
Sin embargo, el Santo Padre advirtió que “el mundo exalta al rico y al potente, sin importar con qué medios, y a veces pisando a la persona humana y su dignidad” y agregó que “esto lo vemos todos los días, los pobres pisoteados”.
“Y es un mensaje para la Iglesia, llamada a vivir las obras de misericordia, a evangelizar a los pobres, a ser mansos, humildes, así el Señor quiere que sea su Iglesia, es decir, nosotros”, dijo el Papa quien animó a acudir a la Virgen María “la más humilde y la máÂÂÂs alta entre las criaturas” para que “implore a Dios para nosotros la sabiduríÂÂÂa del corazóÂÂÂn” para que “sepamos discernir sus signos en nuestra vida y ser partíÂÂÂcipes de esos misterios que, ocultos a los soberbios, son revelados a los humildes”.
Por último, el Santo Padre habló del “descanso” que Cristo ofrece a los cansados y oprimidos: este “no es un alivio solamente psicológico o una limosna donada, sino la alegría de los pobres de ser evangelizados y constructores de la nueva humanidad”. Esto es, dijo el Papa, “el alivio y la alegría única que nos da Jesús, su propia alegría”.
Es un mensaje para todos nosotros, para todos los hombres de buena voluntad, que Jesús dirige todavía hoy el mundo en el que se exalta a quien se hace rico y poderoso, sin importar con qué medios, y a veces pisando a la persona humana y su dignidad. Algo que vemos todos los días, los pobres pisoteados. Y es un mensaje para la Iglesia, llamada a vivir las obras de misericordia y a evangelizar a los pobres, a ser mansa, humilde.
Encomendando a María, “la más humilde y la más alta entre las criaturas”, que “implore a Dios para nosotros la sabiduría del corazón, para que sepamos discernir sus signos en nuestra vida y ser partícipes de esos misterios que, ocultos a los soberbios, son revelados a los humildes”, el Santo Padre rezó la oración mariana del Ángelus. +