Las familias son esclavizadas debido a la pobreza: primero se les ofrece un préstamo y luego, como no pueden pagarlo, se las obliga a trabajar en los hornos de ladrillos del prestamista.
El Papa lamentó el "silencio cómplice y ensordecedor de muchos" en relación con el trabajo esclavo y criticó los "perversos mecanismos de explotación que dañan la dignidad de las personas".