Cercanía y compasión: así el Señor visita a su pueblo (…)
Cuando Dios visita a su pueblo, le devuelve la esperanza.¡Siempre!»
Francisco, Homilía en Santa Marta, 16 de septiembre de 2014
Hoy celebramos la Visitación de la Virgen. Con el niño en su vientre, María fue a compartir con su prima Isabel la buena noticia de la vida de Dios en ambas (Lc. 1,39-56). Por eso, esta solemnidad cons1. tituye una valiosa oportunidad para reflexionar sobre la visita pastoral que iniciaré el próximo 8 de junio en la parroquia de Nuestra Señora de Carrodilla. En la última fiesta diocesana, en el Santuario del Challao, les anuncié mi deseo de concretar su realización, que se vio postergada, sobre todo, por los dos años de pandemia.
Dado el número de parroquias con su desarrollo particular y sus diferentes realidades, así como otros requerimientos pastorales, visitaré gradualmente los decanatos, llegando a una o dos parroquias de cada uno de ellos, por año. Después de Nuestra Señora de Carrodilla, seguirán las parroquias de Nuestra Señora del Socorro (Tupungato), San Isidro Labrador (Rivadavia), María Madre de la Iglesia (Maipú), Nuestra Señora del Carmen (Costa de Araujo), San Pedro Apóstol (Godoy Cruz), Santiago Apóstol y San Nicolás (ciudad de Mendoza) y Santa Ana (Guaymallén).
En las fiestas patronales y las confirmaciones, así como en otras invitaciones que recibo, puedo apreciar el camino evangelizador que recorren nuestras parroquias y capillas, así como su vida sacramental. Con la visita pastoral y la posibilidad de prolongar la permanencia, a través de encuentros, reuniones y entrevistas, el obispo puede conocer mejor a las personas, escuchar sus propias experiencias y tener, aunque sea de un modo general, un mejor conocimiento de las fortalezas, necesidades y desafíos de las comunidades recorridas. Deseo destacar al respecto, el antecedente de las visitas pastorales de mis predecesores; todos ellos a su tiempo, visitaron nuestras comunidades según distintas modalidades.
Con esta Carta pastoral deseo ayudarlos a captar el sentido específicamente evangelizador de la visita pastoral, su tono jubilar y su relación con la vida de nuestra Arquidiócesis, para que ésta tenga aquel espíritu misionero que la lleve a compartir el Evangelio con todos los hombres, especialmente los más pobres y alejados, los que habitan las periferias existenciales de la exclusión, el dolor, la soledad o la indiferencia social. Además, con este señalamiento de algunos de los aspectos de la visita pastoral deseo ayudar a los párrocos y sus colaboradores en su organización. En distintos momentos de la visita, me acompañarán Mons. Marcelo Mazzitelli, en el encuentro con los consejos parroquiales, y el P. Mario Panetta, nuestro Canciller, que se pondrá a disposición de las secretarias parroquiales para profundizar en esa delicada misión que ellas ejercen para bien del pueblo de Dios.
1. La salvación cristiana: Dios visita a los hombres
“Con su revelación Dios invisible en su gran amor habla a los hombres como amigos y se detiene con ellos para invitarlos y admitirlos a la comunión con Él.” (Concilio Vaticano II, Dei Verbum n.2) El encuentro y el diálogo de Dios con la humanidad, en vistas a la comunión, alcanzan su plenitud en la venida del Hijo de Dios, Jesucristo, que se encarna; pero ya los escritos del Antiguo Testamento, hablan de la visita de Dios a la humanidad: «Ciertamente Dios vendrá a visitarnos.»” (Éxodo 13,19).
En las oraciones pedimos a Dios que nos visite: «Ven a visitar la viña que tu mano plantó» (Salmo 80,15b); «Recuérdame Señor por amor de tu pueblo, visítame con tu salvación» (Salmo 106,4). También los profetas usan la imagen de la visita para expresar la promesa de que Dios no olvida a su pueblo (Jer. 29,10b).
El Evangelio de Lucas celebra la venida de Cristo Salvador como una visita de Dios (Lc.1,68.78); en el mismo evangelio se expresa la admiración y alabanza del pueblo por las palabras y los gestos de Jesús. «Dios ha visitado a su pueblo» (Lc. 7,16b).
Con la venida-visita del Espíritu Santo que el Padre y el Hijo nos derraman en Pentecostés, en la diversidad de orígenes y lenguas, los primeros cristianos se reconocen Pueblo de Dios en camino, peregrinos de un amor que no reconoce fronteras (Hch. 2,1-4).
2. La visita pastoral en la experiencia de las primeras comunidades cristianas
Dios viene a nuestro encuentro y nos habla al corazón. Para estar con nosotros, nos ha visitado de diversos modos y circunstancias. En Cristo, su Hijo muy amado, nos visitó de un modo pleno para anunciarnos su Reino (Gál. 4,4). La visita de Dios, como presencia de comunión y de salvación entre los hombres, culmina en la persona de su Hijo hecho hombre, fuente que inspira, alimenta y modela la visita de los apóstoles a las Iglesias.
La Iglesia desde los primeros tiempos ha prolongado históricamente esta visita de Dios asegurando por la misión los frutos de la entrega de Cristo, el Salvador. El Libro de los Hechos de los Apóstoles y las Cartas de Pablo testimonian la visita de los apóstoles a las comunidades para confirmarlos en la fe del bautismo recibido, exhortarlos a su vivencia fiel y reforzar los distintos servicios y ministerios (Hch.14,21-23). Pedro visita a las comunidades surgidas en Palestina. “La Iglesia estaba en paz en toda Judea, Galilea y Samaría: se consolidaba y caminaba en el temor del Señor y con la asistencia del Espíritu Santo, crecía en número” (Hch.9,31). También Pablo, de regreso en Antioquía después de la Asamblea de Jerusalén, exhorta así a Bernabé: «Volvamos a visitar a los hermanos de todas las ciudades donde anunciamos la Palabra del Señor, para ver cómo están» (Hch. 15,36). En la visita, el Apóstol puede constatar la vida de aquellas comunidades en las que ya había estado. Así, la visita pastoral expresa el cuidado paternal del Apóstol en nombre de Dios.
3. La visita pastoral, tiempo jubilar y evangelizador
A lo largo de la historia de la Iglesia, la visita pastoral fue adoptando diferentes modalidades y agregando distintos aspectos organizativos que merecieron una profusa legislación eclesial para asegurar su vigencia. Por ejemplo, en el siglo XVI, tanto la Iglesia universal en el Concilio de Trento, como esta región de la naciente Iglesia latinoamericana, en los Concilios limenses, se encargaron de destacar la misión de la visita pastoral, como consecuencia de la vigorosa reforma católica, como por la novedad aportada por el descubrimiento y evangelización de América Latina, respectivamente. Deseo evocar especialmente a Santo Toribio de Mogrovejo, arzobispo de Lima, que un jueves santo de 1606 falleció en plena visita pastoral a una comunidad aborigen a 400 km de la sede. Que también él interceda por la feliz realización de nuestra visita pastoral de hoy.
La Iglesia “nace de la acción evangelizadora de Jesús y de los Doce” (EN 15). Jesús evangeliza por medio de gestos y palabras. Y deja a los Apóstoles la tarea de continuar su misión (Hch. 2,41ss) hasta el fin de los tiempos. En esa perspectiva, los visito para anunciarles que Dios nos manifestó su amor inmenso en Cristo muerto y resucitado (EG, 11).
No sólo el obispo, sino cada cristiano, por el bautismo, está llamado a seguir al Señor en “la dulce y confortadora alegría de evangelizar” (EN, 80). Somos Iglesia, “pueblo peregrino y evangelizador” (EG 111).
La visita pastoral es una ocasión para acompañar la misión de los sacerdotes y sus colaboradores e impulsar la respuesta de la comunidad según la invitación apremiante del Evangelio, las enseñanzas del Concilio Vaticano II y el rico magisterio eclesial, en este último tiempo expresado por el Papa Francisco en la Exhortaciones Evangelii Gaudium (EG), Amoris Laetitia (AL), y Christus vivit, así como en las Encíclicas Laudato sí (LS) y Fratelli tutti (FT).
La natural y comprensible diversidad de comunidades, constituyen la riqueza y la oportunidad para crecer en comunión evangelizadora y discernir juntos cómo ayudarnos en las dificultades y carencias.“Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!” (EG n. 109).
4. Algunos de los grandes temas para reflexionar durante la visita pastoral
Si bien el tiempo puede resultar escaso, dada la enorme riqueza y profundidad espiritual de nuestras comunidades, deseo reflexionar qué nos pide el Señor a través de su Palabra y de la realidad con sus signos y exigencias, sobre todo en aquellos aspectos de nuestra vida que urgen nuestra respuesta cristiana.
“Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación.”(EG, n. 27) Son temas centrales de nuestra realidad pastoral: El cuidado de la vida de nuestras familias (pastoral familiar), catequesis y pastoral bíblica, la vida de jóvenes (pastoral juvenil y vocacional), la conversión pastoral de nuestras comunidades (instancias parroquiales de comunión y participación; vocación, formación y desempeño de ministerios laicales), la animación de la solidaridad y el compromiso con la Casa común (Cáritas y pastoral social).
a) La vida de nuestras familias (EG nn. 66; 211-214; AL cap. 2, 6, 7 y 8).
En la visita pastoral, me gustaría que reflexionáramos sobre cómo estamos llegando a las familias de nuestras parroquias y comunidades, especialmente las más pobres, para cuidar su fragilidad y fortalecer aquellas que vacilan. En algunas de las celebraciones, deseo que podamos tener un espacio para la bendición de las familias o la renovación de las promesas matrimoniales, las cuales constituyen signos de gran profundidad religiosa.
b) Catequesis y pastoral bíblica (EG nn. 163-168; 174-175)
Entre los colaboradores del párroco en la trasmisión de la fe en la comunidad cristiana, sobresale la vocación y la misión del catequista dedicados a niños, jóvenes, adultos, personas con capacidades especiales, etc. La Junta de Catequesis ha trabajado en detalle los contenidos de la formación de los catequistas, ofreciendo valiosas indicaciones sea para su formación inicial como para su formación permanente. En la visita, deseo encontrar, conocer y alentar a los catequistas en su vocación y misión.
La animación bíblica de la pastoral favorece el nacimiento de comunidades de vida en torno a la Palabra; algunas iniciativas como la entrega y difusión del Libro de la Palabra de Dios, cursos y semanas bíblicas, fortalecen la actividad de la parroquia y comunidades. En la visita pastoral me gustaría conocer las iniciativas, qué se está haciendo en este ámbito, para imaginar y proponernos nuevos modos de llegar con la Biblia a las familias.
c) Pastoral juvenil y vocacional (EG nn. 105-107; Exhortación Christus vivit)
En nuestra Arquidiócesis nos llena de esperanza, la activa participación de los jóvenes a través de las diferentes iniciativas de la Pastoral de Juventud con animadores procedentes de las parroquias y comunidades.
Dolorosamente, tenemos en nuestras comunidades algunos datos del mundo juvenil del país y del mundo (droga, violencia, suicido, actividades delictivas); además de preocuparnos, necesitamos superar la indiferencia y plantearnos nuevas y más exigentes formas de presencia en el mundo juvenil de las periferias. En la visita pastoral deseo escuchar a los jóvenes de los grupos parroquiales para compartir este tema.
La Pastoral Vocacional de la Arquidiócesis presenta las distintas llamadas del Señor a través de encuentros y jornadas (proyectos de vida y jornadas vocacionales). Agradezco el servicio de sus miembros. Podríamos organizar en esos días de la visita algún momento de oración vocacional, especialmente para jóvenes, para dejarnos interpelar por el Señor que llama a lo largo de toda la vida (cfr. Mt. 20,1-16).
d) Sinodalidad para la conversión pastoral de las comunidades (EG nn. 25-33; 102)
Además de los tiempos litúrgicos fuertes y los distintos acontecimientos pastorales, es necesario fortalecer en nuestras comunidades aquellos los espacios de discernimiento pastoral, presididos por sus párrocos, en vistas a su crecimiento para la misión permanente. Como suelen insistir los documentos pontificios: La Iglesia existe para evangelizar.
En este redescubrimiento de la sinodalidad eclesial, los consejos parroquiales ayudan a crecer en corresponsabilidad y comunión evangelizadora. Junto a Mons. Mazzitelli tendremos oportunidad de reunirnos con ellos para dialogar sobre el camino recorrido y animar su renovación permanente.
e) Cáritas y cuidado de la Casa común (E.G. nn. 193-196; 199; 207; 215; Laudato si y Fratelli tutti)
La solidaridad cristiana brota de la fe que nos anima. Un cristiano, una comunidad eclesial, testimonian con su caridad ese Evangelio que está en su corazón. El modelo es el buen samaritano que se hace cargo del hermano caído en el camino. En Cáritas se conjugan la asistencia en la emergencia y la promoción del hermano. Gracias a Dios, las Cáritas parroquiales se van consolidando de distintas maneras, trabajando intensa y creativamente, arreglando su sede, organizando el voluntariado, generando nuevos espacios de participación, promoviendo proyectos de desarrollo de personas y familias, ayudando a quienes como respuesta de fe hacen de su propia casa un espacio de solidaridad concreta.
Pero también desde nuestra visión cristiana, surge hoy con nitidez, una mirada responsable sobre la Creación que el Señor nos ha encomendado para que mientras viviéramos en ella, la pobláramos y la sirviéramos. La importante reflexión eclesial de estos últimos tiempos, iniciada con Juan Pablo II y Benedicto XVI, tiene en el Papa Francisco un maestro que nos sensibiliza en esta temática, invitándonos a profundizar en ella y alentar el surgimiento de iniciativas para cuidar la creación. Se trata de aspectos importantes de la evangelización que deberíamos poder fortalecer en nuestras comunidades. Espero que podamos tener algún espacio para conocer lo que cada comunidad esté haciendo al respecto.
Palabras finales
“No quiero verlos sólo de paso, sino que espero quedarme algún tiempo entre ustedes, si el Señor lo permite.” (1Cor. 16,7)
En pocos días comenzará la visita pastoral. Para mí es una hermosa posibilidad de conocerlos más y gustar del encuentro sobre todo con aquellas comunidades y familias más alejadas, que difícilmente llegan a las celebraciones por cuestión de distancia geográfica, de medios y posibilidades.
Sé que, por la Providencia de Dios, creceremos en nuestro camino eclesial y también nosotros, como María e Isabel, tendremos tiempo para compartir la vida que nos viene de Dios. No es una visita protocolar según el modelo de las instituciones humanas; el nuestro es el encuentro jubilar entre el Pueblo de Dios y su obispo, peregrino-misionero de parte del Señor. Algunas formalidades pueden ayudar en el desarrollo de la visita. Dejemos de lado aquellas que estorben o nos impidan esa cercanía que el Señor quiere concedernos para vivir con alegría su Evangelio.
Les pido que recemos unos por otros en este tiempo de inmediata preparación a la visita para que ella se desarrolle según lo proyectado, para que produzca muchos frutos de santidad comprometida con la justicia y la paz en nuestros pueblos, comunión audazmente evangelizadora y alegría de pertenecer a la Iglesia, “Pueblo de la memoria actualizada y siempre entregada” (Francisco, Homilía en Santa Cruz de la Sierra, 9 de julio de 2015).
En Jesús, el buen Pastor, los abrazo y bendigo. Que María, nuestra buena Madre del Rosario, no nos suelte de su mano.
Mendoza, 31 de mayo de 2022,
Solemnidad de la Visitación de la Santísima Virgen María.
Mons Marcelo Daniel Colombo, arzobispo de Mendoza