Viernes 15 de noviembre de 2024

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"Elegir la unidad por el bien del pueblo"

Homilía de monseñor Dante Braida, obispo de La Rioja, pronunciada en el tedeum 25 de Mayo en la Iglesia catedral y santuario San Nicolás de Bari (La Rioja, 25 de mayo de 2022)

Textos bíblicos: 1 Cor 12, 12-30; Jn 17,1.18-23

Venimos en este día a celebrar este Te Deum, en primer lugar para alabar a Dios y darle gracias por la vida de este pueblo riojano y del pueblo argentino en este día en que recordamos los 212 años de la Revolución de Mayo y el inicio del primer gobierno patrio. Damos gracias por el pueblo y los protagonistas de aquel acontecimiento que nos comenzó a constituir como una nación libre y soberana.

1. En el Evangelio, Jesús, antes de entregar su vida y volver al encuentro de su Padre da las últimas recomendaciones a sus amigos y discípulos. Y lo hace rezando a su Padre Dios: “Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.”

La unidad de sus seguidores es esencial para la transmisión de la fe, unidad que es reflejo de la unidad que hay en Dios. Unidad que, para los creyentes, es una gracia de Dios y una tarea de todos, que requiere una colaboración de todos.

San Pablo grafica esta unidad con la Imagen del Cuerpo: “Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo… Dios dispuso el cuerpo, dando mayor honor a los miembros que más lo necesitan, a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros sean mutuamente solidarios. ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría”

2. Cuando en una comunidad cristiana cada uno de sus integrantes es reconocido con su propio talento y es integrado con su propia misión todo el cuerpo unido se beneficia y se camina hacia adelante buscando llegar a todos con la tarea evangelizadora, para que el amor y la presencia de Dios llegue de un modo concreto a los demás y sobre todo a quién está más necesitado.

Sin embargo en las comunidades eclesiales también hay problemas, muchas veces divisiones y enfrentamientos, por tanto la Unidad hay que pedirla y trabajarla todo el tiempo.

También tenemos que pedir y trabajar la unidad con otras religiones cristianas y promover el diálogo interreligioso con religiones no cristianas. Esta tarea también es todo un desafío y un trabajo artesanal para superar prejuicios, diferencias y años de distanciamiento. Durante la pandemia hemos tenido varios encuentros para enfrentar juntos el momento. Agradecemos a las autoridades que más de una vez han sido instrumento de convocación para reunirnos. Ahora tenemos la misión de continuar esa indispensable tarea aunque muchas veces nos cueste, respondiendo al Evangelio de la Unidad.

3. Esta unidad querida por Dios también es un desafío para la construcción de una sociedad.

Unidad que nunca es uniformidad, pensar y sentir todos de igual modo. Sino que es buscar articular e integrar la vida y los talentos de cada persona, integrar y articular la vida y misión propia de cada institución. Al Papa le gusta usar la figura del poliedro, que tiene muchas caras y planos pero todos están unidos para formar un solo cuerpo.

Una sociedad tiene una realidad más que compleja con tantas personas e instituciones que la integran, sin embargo está llamada a fortalecer los elementos comunes que nos unen, que hacen a nuestra propia cultura, mirando y comprendiendo las diferencias no para que ellas nos enfrenten sino para reconocer en ellas valores que enriquecen la vida.

Cuando estas diferencias nos llevan a conflictos y a descalificaciones es que vamos por mal camino y todos perdemos. Todos y especialmente los más pobres. Cuando esto ocurre es más que importante reaccionar inmediatamente para buscar una salida donde prime la búsqueda del bien Común, del bien del pueblo que es a quien tenemos que servir.

Dice el Papa Francisco en Fratelli tutti: “Cuando los conflictos no se resuelven sino que se esconden o se entierran en el pasado, hay silencios que pueden significar volverse cómplices de graves errores y pecados. Pero la verdadera reconciliación no escapa del conflicto sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo y de la negociación transparente, sincera y paciente… Reiteradas veces propuse «un principio que es indispensable para construir la amistad social: la unidad es superior al conflicto.[…]Sabemos bien que «cada vez que las personas y las comunidades aprendemos a apuntar más alto de nosotros mismos y de nuestros intereses particulares, la comprensión y el compromiso mutuo se transforman[…]en un ámbito donde los conflictos, las tensiones e incluso los que se podrían haber considerado opuestos en el pasado, pueden alcanzar una unidad multiforme que engendra nueva vida».

4. Queridos hermanos y hermanas los invito a valorar esa Unidad que nos ayuda a descubrir lo valioso que hay en el otro o en cada institución social y a trabajar porque se dé una complementación provechosa para el bien del pueblo. La Iglesia está al servicio de esta unidad, ella no se identifica con ningún partido político, ni con una particular ideología pero brega para que la democracia sea respetada y sus autoridades lleven adelante la misión para la que fueron elegidas. También alienta a la participación ciudadana y propicia que los laicos asuman compromisos políticos en los ámbitos que les sean más afines, y que los vivan desde el Evangelio y la riqueza enorme que hay en su doctrina social.

Los animo a que apuntemos alto. A que, con la escucha amplia de todos los sectores del pueblo y sus instituciones y una genuina participación, podamos soñar, proyectar y construir una Rioja pujante y hermosa.

Por mi parte hace ya tres años y unos meses que estoy aquí, en esta bendita tierra. Les comparto que me siento como en casa y, valorando las enormes riquezas que hay en el alma de este pueblo, aceptando todos los desafíos actuales y siguiendo las huellas claras y evangélicas del beato Enrique Angelelli, quiero humildemente sumar y ayudar para que, como Iglesia, nos organicemos más para un mejor servicio a toda la provincia. Les puedo decir de corazón que quiero La Rioja y tengo muchas esperanzas en La Rioja, en su pueblo y en sus potencialidades a desarrollar. Caminemos juntos día a día y miremos hacia adelante con esperanza y confianza. Así sea.

Mons. Dante Braida, obispo de La Rioja