Queridas hermanas y hermanos, queridos aspirantes, jóvenes, mayores y adultos, los Sectores, Obispos y Asesores, Dirigentes parroquiales, diocesanos y nacionales, reunidos en esta Iglesia Catedral de La Plata, para dar Gracias a Dios en esta Eucaristía, con la que concluimos la 30 Asamblea Federal de la Acción Católica Argentina, en este Cuarto Domingo de Pascua, Domingo del “Buen Pastor” y, en este día de la Patrona de los Argentinos “nuestra Señora de Luján”.
Nuestra mirada contemplativa y agradecida al estilo del querido Siervo de Dios Cardenal Pironio, se vuelve antes que nada, en medio de la Pascua, al Buen Pastor Resucitado, somos su rebaño: “Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna, ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y Yo somos una sola cosa”. Como Acción Católica, somos valiosos en su pastoreo.
Fue en la primera mitad del último siglo del segundo milenio, que Dios puso en la Iglesia el “llamado a la Acción Católica”. Fue como un nuevo amanecer, que anunciaba los primeros pasos de la Presencia fuerte del “Espíritu Santo en el mundo”; así fue el acontecimiento eclesial del “Concilio Vaticano II”, en el “llamado” central del Pueblo de Dios, y en él, “la Vocación Laical”, con la toma de conciencia del Pueblo de Dios, sembrando esa “semilla esencial y creativa” del Buen Pastor, puesta en la tierra virgen de la humanidad nueva para vivir en la “comunión y la participación”, como nos dice el Lema de esta Asamblea: “Unidos como hermanos”.
Siempre tenemos la necesidad de mirar el pasado, no por vana nostalgia, sino fundamentalmente para no olvidar nuestras raíces y siguiendo la tradición de la Iglesia ‘Memorial’, capaz de actualizarse en la realidad y abrirse al futuro, porque si nos desligamos de nuestras raíces, nos perdemos la maravilla de la presencia de Dios en la historia desorientándonos y, lo que es peor la meta y la plenitud a la que estamos llamados, que no están puestas por nosotros, ni por nuestras ansiedad y ambiciones, ni por las urgencias de las realidades temporales, a las que no queremos descuidar, siguiendo con ardor y entusiasmo, la Encarnación del Verbo, que vino a servir y no a ser servido.
Un instante que mira al agradecimiento, a la plenitud y a la eternidad, porque no podemos callar lo que hemos visto y oído, desde niños y Aspis, hemos vivido y queremos seguir viviendo en la ACA la bondad y ternura de Dios, al experimentar y aprender, a lo largo de la vida con nuestros delegados y dirigentes, asesores y párrocos en los campamentos y Asambleas, de las reuniones y encuentros, en los apostolados y trabajos sociales, así como en las Asambleas Parroquiales, Diocesanas y Nacionales. Como olvidar las Bienaventuranzas de Mons. Zaspe en la Asamblea de Tucumán, no solo para la Acción Católica sino para el país en tiempos difíciles, así como las palabras llenas de sabiduría y ardor de Mons. Moledo, y de tantos Dirigentes y sacerdotes, Erro, Rosi, Juan Vázquez y tanos laicos inolvidables que dejaron huellas profundas en nuestra espiritualidad, compromiso, participación, que llenaba de gozo y de alegría el cansancio hecho con entrega paciente.
A todos los que nos precedieron que bien cae La Lectura proclamada recién del Libro del Apocalipsis: “Estos son los que vienen de la gran tribulación, ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso, están delante del trono de Dios, y le rinden culto día y noche en su Templo. El que está sentado en el trono habitará con ellos, nunca más padecerán hambre ni sed, ni será agobiados por el sol o el calor. Porque el Cordero que está en medio del trono será su Pastor y los conducirá hacia manantiales de agua viva. Y Dios secará toda lágrima de sus ojos”.
Esto no solo para los que ya viven en la Plenitud de la Eternidad, sino también agradecidos a los que van concluyendo este período en esta Asamblea, aceptando gozosamente la voluntad de Dios, dejando sus lugares, con la renovación de Nuevos Dirigentes.
La vida en la Acción Católica, se hace en nosotros, al estilo de los Apóstoles, como nos dice el Documento de Aparecida “Discípulos Misioneros”, “llamados a discernir los signos de los tiempos”, en medio de un cambio global, que afecta al mundo entero, donde ya ni la ciencia ni la técnica pueden dar una respuesta integral, menos humana, aunque tengan la capacidad de crear redes de comunicaciones a nivel mundial para interactuar en tiempo real. En esa escala mundial la que más sufre es la humanidad afrontando graves consecuencias, en todos los ámbitos de la vida social, por eso que es necesario poner una presencia “trascendente, creativa, caritativa y espiritual” de la ACA, con la disponibilidad y entrega de la vida de sus miembros jóvenes, adultos y mayores, los Profesionales y Sectores, ante el desafío cultural, económico, político, así como también de la ciencia, la educación y el deporte entre muchos otros, con la mirada eclesial puesta hoy en el “cuidado de la creación” que es “nuestra casa común la tierra” y esencialmente en la vida humana, con el cuidado de los pobres y de los más vulnerables, ante la gravedad y la locura de la guerra en Ucrania y las guerras cotidianas, en la actualidad son 25 en diversas partes del mundo, herida abierta que sigue presente en el costado de Cristo en la Cruz.
Con ardor y entusiasmo apostólico, queremos estar presentes como parte del Pueblo de Dios, en las diócesis, con la mirada y el cuerpo puesto en la Nueva Evangelización, “escuchando y aprendiendo y acompañando”, es la propuesta de los “adultos mayores”. “Los Sectores” de puertas abiertas, a las distintas realidades, ya que ninguna realidad humana nos puede ser ajena, al estilo de la Encarnación del Verbo de Dios, promoviendo y devolviendo la dignidad humana, yendo de un lugar a otro, de un servicio a otros, reconociendo errores y también pidiendo perdón, pero sin dejar de seguir soñando, sobre todo el sueño de Dios. “Padre que sea uno, como Tú y Yo”: Fratelli Tutti, servir anunciando con nuestra vida el evangelio, acompañando al País en tiempos difíciles, sin dejar de anunciar la alegría de la esperanza.
Junto a los “Aspis”, para que sigan siendo custodios de sus amigas y amigos, sin olvidar a los que quedan al borde del camino, y sin dejar de jugar y rezar con Jesús y el Espíritu.
Los jóvenes nos recuerdan con el Papa Francisco que la Acción Católica es “la pasión católica, es decir, la pasión de la Iglesia que vive la dulce y confortadora alegría de evangelizar. Esto es lo que necesitamos de la Acción Católica”. Decía el Siervo de Dios, próximo beato, el Cardenal Eduardo Pironio, “sueño con una Iglesia pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y entregada a los pobres”. Hoy son fuertes los modelos juveniles como Acutis, Chiara, Frazzati.
Hermanos, para finalizar, así como Pablo y Bernabé, en la Primera Lectura de hoy, vieron amenazado su apostolado, nosotros guiados por el Apóstol San Pablo confiemos en este nuevo tiempo en que Dios nos ha llamado, caminemos “unidos como hermanos”, al iniciar esta nueva etapa con la Asamblea Nacional, porque no dudaron los Apóstoles en los primeros tiempos de la Iglesia, ni hoy nosotros como Discípulos Misioneros. Dios siempre tiene algo mejor, para “llenarnos de alegría”, aceptando las pruebas, que si vienen de Dios son causa de alegría y certeza de la presencia del Espíritu Santo.
Llevados por este mismo Espíritu, anhelamos hacer realidad el llegar a todos, conscientes de la importancia y el servicio que es La Formación, con el aporte en los diversos Sectores de la Sociedad, en Familia, Liderazgo, trabajadores y empleados, escuchando y valorando la diversidad, preocupados por la inseguridad, la Trata de personas y las adicciones, valorando la educación, asombrados por la santidad en nuestra Patria de los santos laicos como Enrique Shaw, Pedernera y los mártires Riojanos, así como el querido Cura Brochero en las Sierras Cordobesas y muchos más.
Sabiendo que ocupa el primer lugar para Dios y nosotros, tornamos ahora nuestra mirada contemplativa en su día, a la Patrona de los Argentinos, “Virgencita de Luján”, y le pedimos que nos ayude a transitar esta nueva etapa que hoy comienza en la Acción Católica Argentina, con el anhelo de la “sinodalidad”, porque: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”, construyendo todos como hermanos la nueva humanidad, más fraterna, en justica y con alegría y paz.
¡Viva la Virgen de Luján!
Mons. Luis Alberto Fernández, asesor nacional de ACA
La Plata, 8 de mayo de 2022.