El texto del Evangelio de este domingo (Lc 6, 39-45) señala varias enseñanzas, entre ellas, la misericordia y la bondad para juzgar al prójimo, así como la necesidad de realizar con caridad toda corrección fraterna. El texto dice: «¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? […]¡Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano».
Este texto es muy concreto y tiene mucho contenido para aplicarlo en la vida cotidiana. Si miramos en nuestros ambientes es sorprendente percibir cómo aquello que prima es el chisme, la difamación y la calumnia. Lamentablemente, lo habitual es, muchas veces, «sacar el cuero» al otro provocando, en ocasiones, daños irreparables. En muchas oportunidades hemos reflexionado sobre la necesidad de insertar el evangelio en la vida cotidiana. Para vivir la santidad no es necesario hacer cosas extraordinarias y llamativas. He aquí un pedido concreto en el evangelio de este domingo: ser más misericordiosos y justos en el juicio al otro y ser capaces y veraces para realizar un auténtico examen de conciencia. La corrección fraterna hecha con verdad y caridad es un instrumento muy importante que nos propone el evangelio y que, bien hecha, puede sanar y mejorar los ambientes, tanto familiares como sociales.
Considero indispensable que, en nuestro tiempo, donde hay tantos malos ejemplos, también podamos resaltar que hay muchísimos hombres y mujeres, educadores, amas de casa, periodistas, políticos, consagrados, sacerdotes, etc., que son verdadero testimonio de santidad sin necesidad de hacer cosas que llaman la atención. Desde un estilo de vida comprometido con la realidad, logran ser fecundos y construyen desde la santidad en lo cotidiano. Es cierto que estos modelos de santidad -los de la vida cotidiana- seguramente no sirven a ciertos medios de comunicación que siempre buscan rating desde el sensacionalismo. Pero también hay que subrayar que si el sensacionalismo, la difamación o la calumnia, venden, es porque hay muchos que lo consumen. Dañar a otro en el juicio «sacando el cuero», con la difamación o la calumnia, forman parte de la «inteligencia del mal» que busca convencernos de que es imposible creer que podemos estar mejor e intenta dejarnos sin esperanza. Esta postura es fatal porque lleva a cruzarnos de brazos o, peor aún, a bajarlos, renunciando a todo tipo de ideal. Los cristianos tenemos la certeza de que, a pesar de todo, la vida triunfa sobre la muerte. Y esto nos anima a trabajar para mejorar nosotros mismos y mejorar nuestro mundo.
En este domingo el texto del Evangelio nos pide que antes de juzgar al otro nos miremos a nosotros mismos. Y que, si consideramos que el otro está errado o pecando, tengamos un juicio y una corrección misericordiosa. «Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano».
Así como la comunión de bienes y la solidaridad son una forma concreta del amor cristiano, desde ya que, el corregir bien y fraternalmente, también lo es.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas