“Cuando Jesús comenzó a predicar, después de haber vivido en Nazaret, lo primero que empieza a decir es ¡vuelvan a Dios!, porque el Reino de Dios está. Eso es lo primero que Jesús dice, ¡vuelvan a Dios! Es una invitación. El Reino de Dios está entre nosotros.
El Reino de Dios es el sueño de Dios para el mundo, para nosotros. Dios soñó para la historia, para el mundo, una vida con un corazón pleno, con un corazón lleno de amor. Jesús, dice “vuelvan, acérquense a Dios, el Reino de Dios está”.
En aquella época, y en esta época, uno podría preguntar ¿de verdad está el reino de Dios? ¿De verdad está entre nosotros el sueño de Dios? ¿Se está cumpliendo? Mira el mundo como está. ¿Te parece que este es el mundo que Dios soñó? Mundo de desencuentros, de guerras, de hambre, mundo de pandemia.
Y entonces - esto es muy importante queridas hermanas, queridos hermanos-, Jesús, a sus discípulos de aquel tiempo y a nosotros, nos enseña a mirar el mundo de otra manera, a pensarlo, a sentirlo de otra manera.
Porque si vos ves el mundo como lo ve la televisión, nunca vas a ver el Reino.
Pero si vos, lo ves, lo pensás como lo hace Jesús, se te empieza a abrir un mundo nuevo, porque vas descubriendo que es verdad, que el Reino está, que el sueño de Dios se cumple, que es cierto.
¡Y el que quiera oír que oiga, y el que quiera ver que vea!. Y algunos, no van a ver, no van a oír y van a querer fabricar un mundo aparentemente muy lindo pero no el Reino de Jesús, el Reino de Dios.
Hoy el evangelio de Marcos, nos cuenta cómo Jesús miraba la realidad.
Entonces, aprendamos a mirar lo que mira Jesús. Veamos como miraba Jesús.
Jesús estaba sentado en donde la gente ponía las ofrendas antes de entrar al Templo. Jesús esta en silencio mirando. Y ve a las personas que son los eruditos de aquel tiempo y dice: “esa gente aparentemente es muy religiosa, les gusta mostrarse, hacerse los primeros, les gusta llamar la atención y hacerles creer a los otros que son muy religiosos. Pero devoran los bienes de las viudas”. Jesus mira y dice: “esta gente no tiene idea lo que es el Reino de Dios”.
Aparecen también personas ricas, de muchos bienes y Jesús ve que ponen mucho, ponen en abundancia, pero ponen lo que les sobra. Seguramente su limosna era importante para el Templo, pero esa gente todavía no entiende qué es el Reino de Dios.
Y Jesús ve una mujer pobre, una viuda. Las viudas de aquel tiempo eran mujeres muy pero muy pobres, porque no tenían el sustento de sus esposos, no había obra social. Estaban realmente desamparadas, y además lo que implicaba ser mujer en aquella época. Entonces Jesús, ve que pone dos moneditas de cobre, que es como si hoy pusiéramos dos moneditas de un centavo, nada.
Y Jesús dice: “esa mujer que es pobre, dió más que todos. Porque dio todo lo que tenia para vivir. Esa mujer confía en Dios. Esa mujer entiende la vida de otra manera. Esa mujer pobre da todo, porque confía, se entrega. No hace un acto de generosidad, - como podían hacer los ricos-, que daban mucho. No hace un acto de generosidad, ella es generosa. Ella piensa la vida de otra manera. Ahí está el Reino, ahí está el sueño de Dios, se esta cumpliendo.
Y entonces esa mujer se convierte en una evangelizadora. No porque sufre mucho, sabe cargar la cruz, también. Fundamentalmente porque hoy nos esta enseñando que la dignidad de una persona no consiste en hacerse ver, en que lo aplaudan, en el éxito.
La dignidad de una persona no te la da la plata y lo mucho que puedas dar.
La dignidad de la persona te la da tu entrega, la capacidad de entregarte a Dios y a los otros. Ahí está el Reino. Y el Reino viene por una mujer pobre y ella es evangelizadora.
Seguramente aquí hay muchos catequistas. de parroquias, personas que se dedican a transmitir la fe.
A veces creemos que la transmisión de la fe se da con palabras, - en la catequesis -, pero el Reino se transmite con la vida.
Esta mujer hace presente el sueño de Dios en el mundo, eso es lo que Dios quiere. Eso es lo que Dios ama. Cuando uno es capaz de hacer cosas muy simples, muy sencillas, pero hacerlas con todo el corazón, con todo el amor del que uno es capaz.
El domingo que viene, 14 de noviembre, el Papa Francisco ha pedido a la Iglesia de todo el mundo, hace cinco años, que celebremos la Jornada Mundial de los Pobres. Que una vez al año las Iglesias, las comunidades tengan esta capacidad, de hacer lo que hizo Jesús. Poner en evidencia, -Jesús puso en evidencia, expuso - a esta mujer pobre.
Y el Papa dice, una vez al año, pongamos a los pobres en evidencia, que los vean. Que las iglesias pongan la mirada, todos los días, pero en esta jornada especialmente, en todo el mundo.
Como el domingo que viene son las elecciones en nuestro país, esta Iglesia de Mercedes Lujan, durante toda la semana vinimos reflexionando, hoy terminamos con una jornada de muchas comunidades, y celebramos la misa.
Y entonces, con Jesús decimos, los pobres nos evangelizan. ¡No es una idealización de los pobres, no!
Los pobres como cualquier persona por ser persona, también se equivocan y meten la pata. Pero el mundo muchas veces mira a los pobres como un número, como un dato.
Y en ocasiones, en la Iglesia también miramos a los pobres con desconfianza. A veces nosotros, personas de fe, nos dejamos llevar por lo que nos dice la televisión. Que durante un día entero nos está diciendo cuarenta veces que un chico pobre robó. Y nosotros hacemos lo que siempre hacemos, por uno pagan todos. Muchas veces también nosotros estigmatizamos a los pobres. Les ponemos etiqueta. Y consciente o inconscientemente, seguimos excluyendo.
Hoy Jesús nos enseña a mirar la vida de otra manera, nos enseña a darnos cuenta que muchas personas que no tienen nada, son personas dignas. La dignidad no la da la plata. La dignidad no la da el éxito. Hay personas con plata y con éxito que no son dignas.
La dignidad la da el amor y uno conoce muchísimas personas en condiciones de mucha pobreza con un corazón extremadamente generoso. Especialmente las mujeres de nuestros barrios pobres como esa viuda, no tienen ningún problema de ponerse la vida al hombro.
En mis 38 años de sacerdote he visto muchas veces mujeres que, muriendo la mama de un niño, familiar o no, son capaces de hacerse cargo del octavo niño, no de uno, del octavo, con extrema generosidad.
Hemos visto lo que significa una mamá que entrega todo lo que tiene por un hijo que cayó en el consumo problemático.
Hemos visto personas en estado de mucha pobreza, que como la viuda del evangelio, dan todo. Y eso es Reino. Eso es presencia de Dios. El que quiera ver que vea. El que quiera oír que oiga.
Por eso para la Iglesia, para nosotros, los que seguimos a Jesús, los pobres son nuestro tesoro, porque revolucionan la lógica.
La lógica del mundo que nos toma a todos, esa lógica del mundo que muchas veces nos hace creer que uno es más persona haciendo cosas que no son las del Evangelio.
Entonces los pobres, personas, personas dignas, porque tienen un corazón lleno de amor, capaz de amar, nos evangelizan con su amor.
“Hay muchas pobrezas de los “ricos” que podrían ser curadas por la riqueza de los “pobres”, como dice el Papa Francisco.
Vamos a pedirle al Señor que nuestra Iglesia siempre tenga la capacidad de ver, como mira Jesús, pensar como piensa Jesús, sentir y obrar como lo hace Jesús.
Seguramente el día que podamos hacerlo de verdad, nuestras Iglesias se llenarán de personas de poquísimos recursos. Con mucha naturalidad, se sentirían en casa. Vamos a pedirle ese don al Señor”.
Mons. Jorge Eduardo Scheinig, arzobispo de Mercedes-Luján