Viernes 15 de noviembre de 2024

Documentos


Arraigados en Cristo, audaces en la misión

Homilía de monseñor Marcelo Daniel Colombo, arzobispo de Mendoza, en la ordenación diaconal de dos diáconos claretianos (Santuario Nuestra Señora de Lourdes, El Challao, 10 de octubre de 2021)

Queridos hermanos,

Celebramos con alegría la ordenación diaconal de Daniel Ortiz y Francis Valiente, religiosos claretianos. Procedentes de esta querida Congregación Misionera y de distintas geografías y culturas, Daniel de aquí de Mendoza y Francis, de Filipinas, luego de los años de formación, se ponen a disposición del Señor para expresar con su entrega personal, el carisma servicial de la Iglesia de Cristo. Por la imposición de las manos quedarán constituidos en diáconos, ministros sagrados enviados a testimoniar al Señor servidor de los hombres.

La primera lectura nos invita a considerar la sabiduría como el don más preciado, con preeminencia sobre todo otro bien o riqueza. Esta llamada a preferir la sabiduría implica optar por Dios y su Reino, que no tienen precio y nos hacen hombres y mujeres plenos.

La segunda lectura nos llama a descubrir el valor y la fuerza de la Palabra de Dios, que nunca nos deja indiferentes porque, cuando la recibimos, penetra nuestro espíritu y lo transforma. Como dicen sus Padres Capitulares en la exhortación capitular: La Palabra de Dios nos apasiona cada día más. Hemos dado pasos hacia delante en la pastoral bíblica. Leemos la Palabra desde las nuevas claves que hoy se nos ofrecen: la investigación bíblica y teológica, la Palabra proclamada en el Espíritu y las situaciones humanas, especialmente de los más pobres, oprimidos y desesperados. La Palabra resuena así como una poderosa energía contemporánea de transformación y denuncia.” (Exhortación, n. 10a) Y añaden: “Son cada vez más los misioneros, comunidades y Organismos Mayores que reconocen a la Palabra de Dios su centralidad y se dedican al ministerio bíblico. Se multiplican los grupos e iniciativas de escucha y profundización de la Palabra. Desde la formación inicial, la vida espiritual de muchas personas y comunidades se inspira cada vez más en la Palabra de Dios acogida, contemplada y contextualizada” (Exhortación del Capítulo General Claretiano, setiembre de 2021, n. 11b)

El evangelio nos ofrece una vez más la escena del joven rico que se acerca a Jesús a pedirle una receta, una prescripción legal o ritual para ganar la vida eterna, pero que se queda sin palabras ante la invitación del Señor a vivir radicalmente su fe, dejando de lado todo lo que ata su persona a los bienes materiales o a las cosas y así entonces, ponerse en camino.

Quien opta por el Señor, deja de lado criterios y valoraciones que ponen en el centro al yo egoísta y distante de los hermanos. Ser discípulo de Cristo en el ministerio sagrado nos pide morir a las gratificaciones fáciles, para hacernos cargo de la vida que Dios nos propone, para arriesgar y darlo todo por el Señor, por su Iglesia y por todos los hombres. Así lo propone la mencionada exhortación del capítulo general con el lema “Arraigados en Cristo, audaces en la misión”.

Esta actitud de kénosis nos permite también experimentar la fuerza creativa y siempre rica de la esperanza que nace de la pobreza evangélica a la que estamos llamados, la cual nos hace libres para evangelizar y testimoniar. Así permitimos al Espíritu refrescar y renovar nuestra vida librándola de esclavitudes, inercias y conveniencias circunstanciales (…)” (Francisco, Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania, n. 12)

Como ministros sagrados de una congregación misionera, los animo a darse por entero, con aquella firme y convencida decisión de los primeros tiempos apostólicos para amar y servir a los más pobres, libres de condicionamientos que hagan estériles las mejores iniciativas. Hagan suyos los desafíos que animan hoy el corazón de la Congregación claretiana, impulsándola a seguir creciendo en un diálogo intergeneracional e intercultural que plasme su sueño fundacional con el rostro de este tiempo y con los ritmos de sus miembros y de los hombres y mujeres a los que están llamados a testimoniar el don de Jesucristo.

Muy unidos a los obispos, en comunión pastoral con sus superiores, en fidelidad al carisma misionero comunicado por San Antonio María Claret, testimonien la rica vitalidad de una Iglesia servicial y solidaria, inclusive, más allá de las fronteras. Dios es fiel y no se dejará ganar en generosidad con Uds., regalándoles una existencia fecunda.

Nuestra Madre Santísima del Rosario a quien encomiendo sus vidas y ministerios, los cuide y proteja para que siempre “hagan lo que Él les diga”.

Mendoza, 10 de octubre de 2021

Mons. Marcelo Daniel Colombo, arzobispo de Mendoza