Peregrinos, peregrinas, todos muy queridos:
Es un día de fiesta para nosotros.
Yo tengo en mi corazón y en mi mente tres ideas, tres cosas para decirles en este momento. Y espero que sean cortitas porque conozco el dolor de ustedes de la marcha y el camino.
La primera es algo que el Papa siempre nos repite cada vez que se encuentra con una multitud. Él nos recuerda que Dios y la Virgen nos aman profundamente, somos inmensamente amados por Dios. Y, para mí, la renovación de la peregrinación este año es una muestra de cuánto nos ama Dios.
Esta maravillosa juventud y todos los que se han puesto al servicio de la peregrinación son una muestra más de la delicadeza de nuestro Padre Dios y de la ternura de nuestra Madre.
La segunda cosa que quiero de corazón decirles es que cuando todo se mueve lo más firme que nosotros tenemos es la familia. Apuesten a sus familias. Dediquen tiempo. Hemos escuchado durante estas jornadas cómo vienen a pedir por sus familias, por la salud, por la unidad, por el amor, por el trabajo. Apuesten a la familia. Dedíquenle tiempo. Ahí están nuestros principales valores, es lo mejor que tiene la Patria. Dedíquenle tiempo porque todo lo que recibimos en la familia, todo lo que se mama en la familia, nos dura la vida entera. Ahí se cultiva el amor, ahí está la fuerza de nuestra Nación. Apuesten a la familia.
Lo tercero. Mirando a la Madrecita allá [señala hacia su derecha, donde está la Basílica y, en la puerta, la imagen auténtica de la Virgen de Luján] que salió para recibir a todos los peregrinos, le vamos a pedir para todos los que han peregrinado, para los que se pusieron al servicio de la peregrinación, las gracias. Vamos a darle las gracias por la fuerza que nos dio para llegar a Luján, para poder celebrar esta fiesta. Pero esas son las gracias que atrajo la Madre para cumplir esta peregrinación espiritual, esta reserva religiosa que tiene nuestra Patria, estos valores tan lindos de nuestra fe.
Pero, a partir de hoy, comienza de vuelta la peregrinación de la vida, la que tiene más espinas que rosas, y necesitamos las gracias espirituales y materiales para seguir caminando en esta vida. Así que, giren un poquito la cabeza y miren a la Madre.
Madrecita, Madre de Luján, tú que nos quieres a todos te pedimos que le pidas a Jesús, Vos que te la pasás pidiendo por nosotros, que nos concedas lo que necesitamos para seguir caminando en la vida.
¡Y que viva la Virgen!
[responden los peregrinos] ¡Viva!
¡Que viva la Virgen!
[responden los peregrinos] ¡Viva!
¡Que viva la Virgen!
[responden los peregrinos] ¡Viva! [Aplausos]
¡Viva la Iglesia!
[responden los peregrinos] ¡Viva! [Aplausos]
Card. Mario Aurio Poli, arzobispo de Buenos Aires
Desgrabación: Equipo de Prensa & Comunicación Peregrinación Juvenil a Pie a Luján Comisión Arquidiocesana de Piedad Popular - Arzobispado de Buenos Aires