Viernes 15 de noviembre de 2024

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Ordenación sacerdotal Luis Czub

Homilía de monseñor Hugo Nicolás Barbaro, obispo de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña, en la ordenación sacerdotal de Luis Czub (12 de marzo de 2021)

El profeta Jeremías relata el descubrimiento de su vocación. Gran sorpresa fue para él que Dios le dijera que lo tenía elegido antes de que comenzara a formarse en el vientre de su madre. Desde entonces ya estaba consagrado, constituido en profeta para las naciones.

¿Qué entendería entonces la gente, y por tanto el mismo Jeremías, al oír que alguien había sido consagrado? Entendían que había sido separado para alguien o para algo, en este caso apartado por el mismo Dios para su servicio, para ser su profeta. Bien confundido habrá quedado Jeremías; desde entonces tendría que dejar lo que hacía, seguramente ayudar a su papá, e iba a tener que trabajar, que poner esfuerzo, entusiasmo y sacrificios para ser nada menos que el portavoz de Dios, parar hablar a la gente en su nombre, para corregir y orientar al pueblo judío.

Cualquier llamada de Dios para servirlo es un profundo misterio. Algunos perciben en su corazón -otros no- el llamado para dedicarse de lleno a las cosas de Dios, como te sucedió a vos Luis, notaste el llamado al sacerdocio. Jeremías pensaría, ¿por qué a mí?; además ahora me vengo a enterar que me tenía elegido desde siempre: antes de que empezaras a existir dentro de tu mamá yo ya te tenía previsto; y al mismo tiempo se le presentaba como un regalo de Dios, porque lo destinaba a una misión muy importante, y el pueblo se beneficiara con su servicio.

Jeremías se asustó. conocía la profunda crisis religiosa y social que existía en ese momento, la tarea que se le confiaba era humanamente imposible y él era un adolescente, por eso su respuesta fue: ¡Ay, Señor Dios mío! Si no sé hablar, que soy muy joven.

Dios había preparado a Jeremías; esperó a que tuviera la edad adecuada como para hacerse cargo de lo que tenía previsto para su vida, y entonces le comunicó el plan.

Pensemos en nuestra vida, ninguno existe por casualidad, entramos dentro del plan de Dios, para cada uno tiene un proyecto y nos va preparando. Al descubrir la propia vocación, especialmente si es algo especial, distinto a los proyectos más comunes en la vida, como es el caso del sacerdocio, la primera reacción suele ser de miedo. Vienen enseguida a la cabeza las limitaciones personales para semejante desafío, yo para eso no sirvo, y sale excusarse como hizo Jeremías: Ay Señor Dios mío, no sé hablar, soy muy joven.

¿Qué hizo Jeremías? Entró en diálogo con el Señor, le manifestó sus miedos, y escuchó la respuesta: No digas que soy muy joven, porque allá donde te envíe, irás, y todo cuanto te ordene, lo dirás. No les tengas miedo, que Yo estoy contigo para librarte. Inmediatamente Dios le tocó la boca y le dijo: Pongo mis palabras en tu boca.

Se serenó Jeremías; confió en que Dios nunca abandona a sus elegidos, le iba a dar lo que necesitaba para sacar adelante una misión tan importante. Tocarle la boca, fue como decirle: ‘quedate tranquilo, confiá en mí, estoy a tu lado, voy a poner en tus labios lo que tengas que decir’. A partir de esta escena la bíblica comienza una auténtica aventura, la vida impresionante del profeta; el muchacho joven que no sabía hablar empezó a influir muchísimo en el pueblo judío.

Querido Luis, hace unos cuántos años el Señor te mostró el proyecto que tenía para vos: que seas sacerdote. Tu mundo y tu tarea eran las ocupaciones rurales, ayudando a tu papa en el campo; él estará ahora muy feliz contemplando este momento desde el Cielo. No te fue fácil despegarte de esos trabajos, hacías falta. Tenías que ponerte a estudiar, no fue sencillo. Dios fue guiando tus pasos, día a día, y lo seguirá haciendo. Damos gracias a Dios por el regalo a la Iglesia que supone tu sacerdocio, regalo que te hace muy feliz.

Como en toda llamada de Dios, el Señor te tenía elegido, y te lo fue mostrando cuando podías empezar a responder. Alguno podría pensar que Dios no respeta nuestra libertad, que impone un proyecto en la vida sin dejar lugar a otra opción. Y es al revés, nos ayuda a elegir lo que más nos conviene. Nos dice: para esto existís, para esto son las capacidades que te puse, a ese proyecto se orientaron tantos sucesos de tu vida; tranquilo, voy a estar a tu lado y vas a ser muy eficaz y muy feliz. Dios ayuda a que libremente elijamos lo mejor para cada uno, ilumina y da fuerzas.

El Evangelio que escuchamos nos señala el nombre de cada Apóstol; fueron elegidos y dijeron que sí para toda la vida. Hay gente que le parece que no se puede hacer un compromiso para toda la vida, ¿me seguirá gustando dentro de 10 años?, esto pasa con los que dudan en casarse, no saben si se van a querer dentro de 5-10 años. Luis, pensemos en tu sacerdocio. Si cada día y en todo momento, con la ayuda de Dios, intentás hacer lo que haría Jesucristo en tu lugar, te vas a liberar de la pereza, del egoísmo, de lo que dificultaría tu proyecto actual que es el de Dios. Irán pasando los años y te sentirás cada vez más feliz, aunque no falten dificultades; y si alguien te llegara a preguntar, ¿está contento Padre Luis? tal vez se te ocurra responder: yo no me cambio por nadie.

Te encomendamos Luis de modo especial a San José en este año a él dedicado. Recibió un llamado importantísimo de Dios, nada menos que custodiar a Jesucristo y a al Virgen Santísima. Fue delicadamente obediente a proyecto, hasta en sueños entendía lo que tenía que hacer, y no fue fácil. Nos lo imaginamos feliz, trabajando agradecido por el regalo que se le confiaba, Jesús y María.

Están acá tu mamá y tus hermanas, emocionadas y agradecidas por tu sacerdocio, te han acompañado y apoyado. Están muchos parientes tuyos y amigos de Santa Sylvina, felices de que uno de ese querido pueblo sea hoy sacerdote, todos han rezado mucho. Te acompañan personas de otras comunidades, en especial de Quitilipi donde estás ahora trabajando. Otros como tu abuela rezan desde la casa, están siguiendo esta celebración por las redes sociales y los medios de comunicación.

Todos estamos rezando para que seas un santo sacerdote, muy entregado a tu ministerio. Pedimos por los sacerdotes, muchos están ahora rodeando al Obispo para recibirte con gran emoción en el presbiterio de nuestra diócesis. Les pido a todos, queridos fieles, mucha oración por las vocaciones sacerdotales; seguramente el Señor tiene a bastantes ya elegidos, estará esperando poder manifestarles su proyecto, recemos. Pidamos especialmente en esta Santa Misa por el Santo Padre que mañana cumplirá 8 años desde su elección como Papa, no nos olvidemos de nuestro tan querido Papa.

Que la Santísima Virgen María, Nuestra Madre, a la que tanto querés, te cuide mucho, te consiga abundantes bendiciones, y llene de frutos tu tarea sacerdotal. Que así sea.

Mons. Hugo Nicolás Barbaro, obispo de San Roque