Falta una semana para la Peregrinación diocesana a Loreto. Este año la viviremos de una manera diferente pero no con menos intensidad. Durante estos años fuimos profundizando la importancia de nuestra historia de las misiones y de tantos varones y mujeres que vivieron esa inédita experiencia de evangelización y humanización.
Celebraremos a nuestros mártires de las Misiones y junto a ellos, a tantos que pusieron su corazón para inculturar el Evangelio. El domingo 15 de noviembre a las 11 h. en nuestro Santuario Diocesano de Loreto celebraremos la misa qué será transmitida por diversos medios de comunicación. Este año será algo diferente en este contexto de pandemia pero nos prepararemos para vivir con igual intensidad a través de un triduo transmitido por las redes sociales desde distintos lugares de la diócesis y también realizaremos una peregrinación virtual. Hay mucha gente trabajando en esto para que todos podamos de diversas maneras participar en la celebración de nuestros mártires de las Misiones que son patronos de la diócesis. Iremos todos con el corazón a la casa de nuestra Madre de Loreto.
En nuestra Provincia podemos decir que tenemos una rica historia, iniciada hace tantos siglos y necesitamos recuperar la memoria. En nuestras tierras transitaron misioneros ejemplares y santos. Uno de ellos fue Antonio Ruiz de Montoya. Sus restos están en Loreto porque allí vivió y trabajó muchos años. Él mismo dijo: «No permitan que mis huesos queden entre españoles, aunque muera entre ellos, procuren que vayan donde están los indios, mis queridos hijos, que allí donde trabajaron y se molieron han de descansar». Realmente podemos afirmar que sus huesos, pero toda su persona tuvo que sufrir y sobrellevar momentos muy duros. Luego de trabajar mucho en la zona del Guayrá formando comunidades, recrudecieron los ataques bandeirantes. Hacia el 1631 estos grupos llegaron a causar la ruina total de los pueblos que Ruiz de Montoya y sus compañeros habían fundado. Muchos de sus pobladores fueron llevados como esclavos al Brasil. Este tiempo fue una dura prueba para el Padre Montoya, pues vio sufrir y perecer a muchos de sus hijos espirituales y además tuvo que soportar la censura de otros misioneros que lo responsabilizaban de las calamidades que siguieron a la emigración.
La providencia los trajo a nuestras tierras, en donde refundaron comunidades como nuestras actuales Loreto y San Ignacio Miní. En 1637 Ruiz de Montoya fue enviado a España junto a los procuradores de la Provincia Jesuítica del Paraguay para defender los derechos de los indígenas de las reducciones. Se manifestó entonces como un gran diplomático y político. Allí publicó sus obras de lingüística y su famosa «Conquista Espiritual».
Creo importante tener presente aquella increíble llegada a Loreto de los indígenas y misioneros con Ruiz de Montoya. Al celebrar a los Mártires de las Misiones y a tantos hombres y mujeres que se donaron por la evangelización, queremos que su testimonio nos fortalezca para hacer frente a los nuevos desafíos que tenemos que encarar en nuestra época. El mismo Espíritu Santo que los animó a ellos es el que hoy nos anima también a nosotros a dar nuestras vidas para que esta historia sea historia de Salvación.
Desde cada una de nuestras comunidades el próximo fin de semana celebraremos a los Mártires de las Misiones y desde el Santuario de Loreto nos uniremos espiritualmente para agradecer y pedir por la evangelización y humanización de nuestro tiempo
Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas