Queridos hermanos:
Estamos reunidos para acompañar al diácono Ángel que recibirá la ordenación sacerdotal a través de la imposición de manos y la oración consagratoria del obispo. Agradecemos a su mamá y a su familia por la ofrenda de un hijo a la Iglesia.
Lo hacemos en este contexto mundial de pandemia y en circunstancias particularmente difíciles para la diócesis que desafían fuertemente nuestra fe y nos invitan a poner la confianza sólo en el Señor de la historia que camina a nuestro lado y que quiere manifestarnos, de manera misteriosa, su misericordia.
Hay un único Sacerdote, Cristo Jesús; a través de la ordenación Ángel participará de ese único sacerdocio de Cristo al cual deberá configurarse haciéndose semejante a Él.
Mediante la escucha y meditación de la Palabra, consagrando Eucaristía, reconciliando a los hombres con Dios, ungiendo y consolando a los enfermos tu corazón ha de ir transformándose gradualmente a imagen del corazón del Buen pastor.
La primera lectura de esta liturgia nos presenta a San Pablo que, si bien dirigía esta carta a una persona, busca instruir a través de ella a todos los dirigentes de la comunidad cristiana con el propósito de mejorar la calidad de su acción pastoral.
Se destaca la exhortación a no malograr el don espiritual que Timoteo había recibido por la imposición de manos del presbiterio, como sucederá hoy, viviendo con coherencia la fe a través de una conducta digna.
Hoy también Ángel recibirás ese ministerio y tu configuración con Cristo Sacerdote se realizará paulatinamente a través de un ejercicio fiel del mismo. Ésta no es automática y hasta puede ser malograda, por eso requiere un esfuerzo cotidiano que ha de acompañar la gracia recibida, sabiendo que de esta actitud depende tu salvación y la de tus hermanos…
La responsabilidad es grande y cuando la alcanzamos a ver en su real dimensión nos produce vértigo, pero no has de temer porque te debe acompañar la certeza de que “el Señor estará contigo”, basta que te pongas con docilidad en sus manos.
El camino para lograrlo es el Amor, así nos lo señala el Evangelio de Juan en el diálogo que Jesús tiene con Pedro después de su resurrección.
Cuando Pedro escuchó por tres veces la pregunta del Señor: Pedro, ¿me amas?... se le vino a la memoria el episodio más oscuro de su vida: las negaciones durante la pasión y por ello lo invadió la tristeza. Le había fallado al Maestro y experimentaba su indignidad, pero le responde con toda la sinceridad de su corazón: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Y Jesús lo confirma en la misión.
Por eso Ángel que el reconocimiento de tu debilidad y pobreza te conduzca al amor, la única condición para ser un buen pastor y apacentar con responsabilidad a tu gente. Por tanto, el amor ha de ser el motor de tu acción y el parámetro de tu examen de conciencia. El amor es creativo y ha de manifestarse en toda circunstancia, como por ejemplo en esta pandemia, moviendo los mecanismos interiores para un mejor servicio a los hermanos.
El domingo celebraremos la Solemnidad de Todos los Santos. Dios te quiere un sacerdote santo, es decir, un hombre orante, entregado a los demás, especialmente a los más necesitados, y siempre fraterno con tus hermanos en el presbiterio.
Qué María Auxiliadora y el santo Cura Brochero te regalen esta gracia.
Mons. Adolfo Armando Uriona FDP, obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto