Es de bien nacido ser agradecidos, me da mucho gozo poder sumarme a esta celebración para dar gracias a Dios por los 40 años del servicio religioso en la PNA (Prefectura Naval Argentina). Gracias Sr. Prefecto Nacional Naval, Prefecto General, Mario Rubén Farinon por estar aquí presente, lo mismo que el Sr. Subprefecto Nacional Naval, Prefecto Genral Jorge Raúl Bono, el Sr. Director del Personal y Bienestar, Prefecto General, Marcelo Kummer, el Sr. Director del Personal y Bienestar, Prefecto General, Marcelo Kummer Oficiales Superiores y Subalternos.
También agradezco la presencia del Encargado General de PNA, Ayudante Mayor, Gustavo Palladino y los Sres. Suboficiales, al Vicario General, al Capellán Mayor de PNA y al Rector de la Iglesia Catedral. Lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado (…), conocemos esto que es una gran verdad.
Nosotros, estamos dando gracias por estos 40 años de que se pensó el servicio religioso dentro de la Prefectura Naval Argentina, que tuvo su origen la presencia con la fundación de las Fuerzas por su particular forma de vida, casi desde los orígenes de la Patria. Siempre se pensó que, por el modo de vivir de los hombres que en ese tiempo eran mayoritarios, hoy, hombres y mujeres de las Fuerzas, necesitan una especial atención espiritual.
La Iglesia ha valorado esto, ha completado con los distintos nacimientos de los Obispados y las Vicarias. En ese organigrama de los Obispados, hoy, la Capellanía Mayor recordando aquel inicio del servicio religioso.
¿Pero, para qué un servicio religioso en una Fuerza? Justamente para animar con renovado fervor el anuncio del Evangelio.
Con la lectura que hemos escuchado del Apóstol Pablo, donde nos habla de las armaduras, de la lucha, del combate. Esto que es muy propio, de poder compartir en las Fuerzas Federales de Seguridad y en las Fuerzas Armadas de nuestro Obispado.
Siempre nos sentimos muy identificados con las terminologías de Pablo, los términos paulinos, que hablan de lucha, de esfuerzo, pero que nos reseñan como hemos escuchado hace un momento, del Evangelio de la Paz. Nosotros, los sacerdotes, estaremos siempre animando, alentando a los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas, a ser artesanos de la paz, trabajadores de la paz.
Aún en resolver conflictos, en superar dificultades, siempre teniendo bien presente a los hombres y mujeres concretos de su tiempo y ser constructores y artesanos de la paz. El sentido de una presencia religiosa, tiene sentido por ser una Diócesis personal.
Repetimos, para irlo como interiorizándolo en nuestra vida, nuestra Diócesis, Obispo, Sacerdotes, Consagrados tienen fundamento de apoyar una particular forma de vida, que no solo es traslado, desarraigo, la prontitud y disponibilidad para el servicio. Sino también, la disposición en la entraña de la vocación si fuera necesario, a entregar la vida por la Patria y por los hermanos.
La Iglesia ha querido, que en esto, que es fundamental, que nosotros consagrados también de otra manera, pero estamos dispuestos a entregar la vida, nos acercamos cada vez más a estos hombres y mujeres. Ellos, que en su horizonte no tienen nada que se pueda anteponer en el cumplimiento del deber y que justamente sea, estar dispuesto a entregarlo todo.
No una parte, sino todo. Sin lugar a dudas su misión los diferencia de los trabajadores ordinarios, pues los hombres y mujeres de las Fuerzas, son aquellos que no dan una parte, sino que dan todo porque esa es la unidad de la profesión y la vocación. Hemos querido celebrar esta Misa, para que no pase por alto el reconocimiento con la antigua fecha en antiguamente la PNA celebraba su día, pero que quiso ser coincidente con el aniversario del inicio del Servicio Religioso.
Damos gracias a Dios por esta Eucaristía, ponemos en la presencia del altar y del Señor ahí a todos los que han pasado. A quienes han hecho posible toda esta misión, al primer Capellán de la PNA Pbro. Obdulio Malchiodi, damos gracias a ellos y en ellos, a todos los que han pasado y han ofrendado su vida.
Mons. Santiago Olivera, obispo castrense