Textos bíblicos:
Ef. 1, 1-10
Sal 97, 1-6
Lc. 10. 38-42
Hermanos queridos:
Nos hemos reunido, convocados por el Señor, para celebrar a Santa Teresa de Jesús, quien desde el origen de nuestra Universidad ha sido elegida Patrona de esta Casa.
Ella es una mujer que en sus tiempos, de la Reforma y de la Contrarreforma, se levanta como prototipo de mujer cristiana capaz de transformar la sociedad, el mundo, la historia y el futuro, desde una fidelidad especial al Señor que se traduce en un crecimiento fuerte de la amistad con Él a lo largo de su vida.
I
Hemos escuchado en la Primera Lectura el comienzo de la Carta a los Efesios. Después de saludar, conforme lo suele hacer en todas sus cartas, el autor sagrado nos propone un himno que la Iglesia lo proclama muchas veces, sea en la Liturgia de la Eucaristía, sea en la Liturgia de las Horas. El autor sagrado mira la vida desde lo eterno y capta una línea que da sentido a la historia, a la propia historia personal y también a la historia de la Iglesia y de la humanidad: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Hay cinco verbos en este himno, que marcan perspectivas en esta mirada de muy largo alcance, una mirada amplia y generosa, capaz de ofrecernos una perspectiva de sentido a la vida.
El primer verbo es “Él nos ha bendecido”, el segundo verbo es “Él nos ha elegido”, el tercero es “Él nos ha predestinado a ser sus hijos adoptivos”, el cuarto es “Él nos ha redimido” y el quinto es “Él nos ha hecho conocer el Misterio” y desde ahí nos lleva a la consumación de la historia. Esta mirada cristiana vale para toda la historia, vale para la historia personal y vale para la historia de las instituciones. Es una mirada que nos permite enfocar las realidades presentes pero superando las precariedades de las mismas con gran realismo, y con profunda esperanza. Los verbos dan lugar a los respectivos sustantivos: bendición, elección, destinación a ser hijos, redención y consumación.
La bendición nos habla de un acto de amor en el origen de todo. Bendecir es “decir bien” y el decir el bien en Dios es hacer el bien. Nada de lo que existe ha nacido en su origen primero de una maldición, de una revancha, de una vendetta, de una frustración. La creación nace del amor paternal de Dios y todas las cosas en su origen, en lo que son en su ser, salen del corazón amoroso del Padre. También nuestra Universidad nace de un acto de amor. En estos días hemos recibido un libro del Padre salesiano Giorda, que ha investigado y nos ofrece en el texto todo el proceso interior y de decisiones que ha ido tomando Mons. Tavella ayudado por laicos, destacando Robustiano Patrón Costas y su hijo Eduardo para concretar la fundación de la Universidad. ¡Cuánto amor hay en el origen!.
Mons. Tavella había regresado del Concilio ya con un cáncer avanzado y, cuando viene aquí, se da cuenta que el Decreto de Fundación de la Congregación tenía un límite, puesto que colocaba a esta Universidad en situación de ser una sucursal de lo que fue la UCA; y ellos querían una Universidad que fuera de la Arquidiócesis de Salta. Monseñor Tavella no duda en volver a viajar a Roma casi inmediatamente. Él regresa de ese viaje habiendo conseguido que se rectifique el decreto para que fuera nuestra la Universidad. Regresa muy cansado, por ello va de Buenos Aires a Concordia, su ciudad natal, para descansar una semana. Al volver a Buenos Aires viaja a Salta, y nos cuenta el libro que llegó al Arzobispado y se tendió en la cama de la que no se levantó hasta la muerte a los pocos días. Él supo decir a Susana Cornejo: “Doy mi vida por la Universidad Católica de Salta, ofrezco mi vida”. Para mí esta Universidad es el canto del cisne del primer Arzobispo de Salta y el canto del cisne es un canto de amor. Es una bendición.
Muchas veces miramos a la Universidad como empresa, como proyecto; que no está mal, pero no es la clave para entender esta Universidad. Esta Universidad es fruto del amor de Dios, un don de Dios, una bendición y, a nosotros nos toca, decir y hacer el bien, prolongando la bendición para bien de todos los que constituyen esta comunidad educativa: alumnos, docentes, directivos, personal que trabaja al servicio de la Universidad, la buena gente que nos acompaña hoy para que podamos llegar a través de los medios de comunicación digitales, los jóvenes, los adultos. Cada uno de nosotros, que es una bendición, se debe convertir en una bendición para los demás.
La Elección. Nadie es aquí un número, aunque por organización haya que pedir un número y pedir el DNI, pero todos somos elegidos por Dios con nombre. Cuando Jesús elige a los apóstoles, el Evangelista tiene el detalle de decir el nombre de los apóstoles. La relación de Dios con nosotros es una relación profundamente interpersonal: “Este es mi Hijo querido al que yo he elegido” dice el Padre dirigiéndose a todos y presentando a Jesús en el Bautismo y en la Transfiguración. La Universidad es una elección, por eso nos compromete tanto, no solamente por una cuestión de prestigio personal o de querer cumplir un deber, sino porque nuestra respuesta se hace de cara a Dios. En la institución y en cada uno de nosotros está la marca de la elección.
Destinación a ser hijos. Éste tiene que ser un espacio de fraternidad y de libertad. La Universidad hoy debe ser una escuela de libertad. La tentación de arrasar distinciones en orden a la unificación uniforme nos destruye y nos invade por todas partes, de un modo sutil o grosero. La Universidad tiene que ser una escuela de libertad, donde el respeto por el otro, el cultivo de la amistad y de la solidaridad, ennoblezcan a la persona. El respeto a la persona tiene que estar en la base de todo el proyecto universitario, del estilo, de la atmosfera que se vive, del oxígeno que se respira porque estamos destinados a ser hijos, no esclavos.
La redención. No es fácil la libertad o porque nos sometemos a alguien fuera de nosotros o porque nos sometemos a nuestras propias esclavitudes interiores. La libertad se debe conquistar cada día. La herida del pecado en nosotros nos hace, muchas veces, propensos o inclinados a la esclavitud. Cada uno sabe cuál es su esclavitud: la ignorancia, el pecado, el orgullo, el egoísmo, las rivalidades u otras formas. La Universidad debe generar espacios de liberación desde la redención que Jesús nos trae. No somos esclavos, en esa lucha por la libertad el Señor se pone al lado nuestro. Para nosotros, la docencia, la presencia, la cercanía de los docentes a los alumnos y de los alumnos entre sí, del cuerpo de docentes y los directivos tiene que ser un camino de redención.
La consumación. Nosotros apuntamos a una historia en plenitud. Cuando un egresado nuestro recibe su título nos enorgullecemos poniéndonos al lado de él o de ella, porque ambos han logrado un objetivo en la vida; su triunfo es nuestro triunfo, su fracaso es nuestro fracaso. Pero, más allá de eso, nunca podemos sentirnos satisfechos, porque cuando uno llega comienza otro a quien hay que seguir acompañando e impulsar con la Universidad este camino hacia la plenitud, hacia el final de la historia, buscando la unidad.
II
Me alegro que la Universidad haya hecho una opción por encolumnarse detrás del proyecto de la Laudato Si. La visión de que somos parte de una creación y custodios de la misma, la Universidad la ha asumido como propia. Siento una profunda alegría que el CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana) haya tomado como propio el proyecto que naciera en nuestra filas. Nos unimos con otras Universidades en Asunción del Paraguay y propusimos que el mismo esquema de trabajo en el Sínodo de la Amazonia fuera tratado para el estudio del Chaco y del Acuífero Guaraní. Esa es una visión que no podemos borrar en el horizonte del proyecto del futuro de la Universidad.
Una Universidad que nace de una bendición, de una elección, que tiene un proyecto de cuidar hijos y hermanos en libertad, que camina por los senderos de la redención, asumiendo la Cruz de Cristo cada día hacia la consumación tiene en nuestra Salta unos desafíos que marcan el trabajo de este último tiempo y quiero proponerlos para que no bajemos los brazos frente a los mismos.
Primero: Es necesario fortalecer la identidad que nace del encuentro con Cristo. La nuestra es una Universidad Católica; esto no significa el compromiso con ningún intento de cristalizar, de frenar la histori,a sino transformar el ámbito de nuestras relaciones, de las investigaciones, de la búsqueda de la verdad desde el espíritu de la pasión por la verdad y fraternidad que nacen del corazón de Cristo.
Segundo: Consolidar la dinámica del trabajo en equipo. Se ha podido crecer mucho porque se ha trabajado en conjunto. Que no disminuya el entusiasmo.
Tercero: Hemos de avanzar en la inserción en la realidad. Hay muchos trabajos muy concretos de la Universidad que han tratado de insertar en la vida de nuestra provincia, de nuestra ciudad y en las periferias también.
Cuarto: Continuar apostando por la investigación. El proyecto “Laudato Si”, tiene el emprendimiento de “El Paraíso” que intenta dentro del Chacho Salteño (en la zona de Morillo, cerca de la Ruta 81, sobre el Bermejo) ofrecer un modelo de autosustenbilidad que, si Dios nos bendice y sale todo bien, ha de ser un servicio a la promoción integral de toda la región, no sólo del chaco Salteño. Al mismo tiempo, el cuidado de la Universidad como un espacio ecológico ambiental se manifieste en la reforestación, el cuidado de la casa, el cuidado de los espacios, pero también en la creación de un espacio ecológico humano que favorezca un trato digno, respetuoso, promotor del bien de los demás.
Quinto: Continuar la exigente tarea de mejorar la calidad académica e institucional. No se puede bajar los brazos porque somos elegidos. De cara a Dios, uno siempre está llamado para más. La mediocridad no condice con la conciencia que tenemos que responder a Dios.
Sexto: Consolidarnos como miembros de una comunidad cristiana por el estilo, el ambiente, los valores y los criterios de juicio. Todo esto nos tiene que llevar a fortalecer nuestra querida Universidad Católica.
III
¿Qué debemos hacer? El Evangelio nos ilumina. Santa Teresa en tres oportunidades por lo menos en sus obras, hace referencia a este texto de Marta y María. A diferencia de ciertas perspectivas que dominaron en la espiritualidad tratando de distinguir entre la vocación contemplativa de María y la activa de Marta, Santa Teresa une ambas, diciéndole a las monjas: “Hay que ser Marta y María”. Al final del libro de las Moradas, llamado también Castillo Interior, Teresa va describiendo cómo el alma se hace amiga del Señor y, al final, dice: ¿Ustedes creen que la perfección es quedarse en el sólo contemplar? No es solamente quedarse contemplando o mirando desde arriba. ¡No! el amigo del Señor siempre está al servicio del Señor y al servicio de los hermanos y tiene que trabajar con la que tiene al lado para hacer el bien”. Cuanto más amigo del Señor –miren que Santa Teresa anduvo por alturas místicas- más cuidadoso hay que ser en el día a día para servir a los hermanos.
¿Cómo transformamos la historia? Siendo lo mejor que podamos ser como docentes, como alumnos, como personal de la universidad.
¡Gracias a todos en este día de Santa Teresa! Quiero reconocer el aporte más que generoso de muchísima gente de la Universidad, de todos los grupos que componen la gran familia, demostrando un sentido de pertenencia que a mí me enorgullece y que quiero presentar al Señor en el Altar.
Mons. Mario Cargnello, arzobispo de Salta