1. La Iglesia fue creada por Jesús para evangelizar. “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” es el envío que Jesús repite en cada momento de la historia y a cada uno de los bautizados. Cada uno desde su propia vocación participa de la misión de anunciar el Evangelio. “Aquí estoy, envíame” tiene que ser la nuestra para que participemos decididamente de la misión de la Iglesia.
A ti que fuiste inundado del Amor de Dios en el Bautismo y has sido integrado a la familia de la Iglesia, te invitamos a participar activamente de su misión para que “Dios siga manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo”
2. Hoy a esta misión la llevamos adelante en circunstancias muy particulares. Comprender lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos pandemia también se convierte en un desafío para la misión de la Iglesia. El mismo Jesús, que en su misión tuvo una atención particular a los enfermos y vulnerables, hoy nos envía a dedicarnos al cuidado de la vida de cada persona afectada directa o indirectamente por la pandemia. Hemos de buscar nuevos modos de estar cerca de quién más sufre, propiciando una escucha atenta y compresiva para brindar la ayuda oportuna. Es un tiempo para crear o recrear la Pastoral de la Salud en cada comunidad.
3. En este tiempo también tenemos que adaptarnos a utilizar nuevos medios para la misión. Ya se ha hecho habitual el uso de medios virtuales para participar de celebraciones, realizar reuniones, encuentros fraternos o participar de espacios de oración comunitaria. En este sentido, los jóvenes van ocupando un lugar protagónico en la misión colaborando con el resto de la comunidad, especialmente con las personas mayores. Todo un signo a tener en cuenta en una iglesia que, para rejuvenecerse, debe dar más participación a los jóvenes en los diversos ámbitos pastorales.
4. En estos días el Papa Francisco nos ha dado una nueva Carta Encíclica, en este caso referida a la fraternidad y la amistad social. Esta Carta quiere ser, nos dice, “un humilde aporte a la reexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras.” (n° 6) Los invito a leer, rezar y reexionar de manera personal y comunitaria con esta carta para animarnos a buscar juntos nuevos caminos de reconciliación, hermandad y promoción de la dignidad humana.
5. En este Año Mariano contemplamos a María, Estrella de la Evangelización, primera misionera de Jesús, que nos acompaña de tantas maneras en la vida y misión de la Iglesia. Este mes la celebramos en su advocación de “Nuestra Señora del Rosario” presente en muchas de nuestras comunidades, y de modo especial en el Santuario de Polco. En Ella reconocemos y valoramos a tantos misioneros y misioneras que, nutridos en el carisma dominicano, entregaron y entregan sus vidas en la Diócesis. También detenemos la mirada en María para celebrar el Día de la Madre, un día más que especial para agradecer el don de la vida recibida y expresar de algún modo nuestro cariño y cercanía a cada una de nuestras madres.
Mons. Dante G. Braida, obispo de La Rioja