Queridos Consagrados:
Es una gran alegría saludarlos en el día de la fiesta de la Natividad de la Virgen y decirles de corazón: ¡Feliz día! La felicitación va acompañada de una profunda acción de gracias a Dios y a ustedes, mujeres y varones de la vida consagrada en Mar del Plata, que día a día entregan su vida al Señor para servir a los hermanos.
Particularmente, este año 2020 en medio de la pandemia y las pandemias, agradecemos el servicio y la animación de personas y familias que realizan con su carisma específico a lo largo y lo ancho de la Diócesis. En muchas oportunidades la vida consagrada es guiada por Dios a través de tiempos fuertes de fe, como fue a la experiencia del Pueblo de Dios por el desierto. Como sabemos, es en el desierto donde se manifiesta esa alianza de amor y de conocimiento recíproco entre Dios y sus discípulos: con múltiples intervenciones prodigiosas y misericordiosas por parte de Dios; y con momentos de infidelidad y conversión por parte de la comunidad. Es este tiempo, tan apasionante y contradictorio, un espacio propicio donde encontrarnos con nosotros mismos, y reconocer nuestra pertenencia al que nos llamó a vivir con Él y en comunidad de hermanos. Es el momento de descubrir la riqueza del que está a mi lado y de ofrecer nuestras fortalezas al servicio de los demás y al anuncio del Reino.
¡Muchas gracias por ser testigos de esperanza en medio de las situaciones de dolor y las dificultades que estamos atravesando!
Que la Bienaventurada Virgen María les traiga la bendición del Dios Uno y Trino y los acompañe siempre con amor maternal.
Mons. Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata
Mons. Fr. Darío R. Quintana OAR, obispo auxiliar de Mar del Plata