Queridos hermanos y hermanas:
Con esta bienaventuranza Jesús nos propone un camino de vida plena para todos sus discípulos. Estamos iniciando este mes de septiembre en el cual todo reverdece y la vida busca expresarse vigorosamente de muchas maneras. Sin embargo, en esta ocasión, estamos en medio de una pandemia que amenaza la vida humana, la enferma y hasta la mata. Esta realidad nos aflige, nos angustia, nos “descoloca” pero, a la vez, sentimos en nosotros un profundo deseo de hacer frente a este desafío. Jesús nos dice:
“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré” (Mt 11,28). ¡Vayamos con confianza! ¡Él nos llama! Y vayamos caminando juntos a su encuentro, de un modo sinodal.
Un modo concreto de ir a Jesús es a través de las Sagradas Escrituras. Septiembre es el “mes de la Biblia”, por tanto es un tiempo más que oportuno para su lectura serena y orante1. A través de ella podemos escuchar a Dios, dialogar con Él, permitiendo que nos interpele e inspire los gestos y las obras que edifican a su Pueblo. Es necesario acudir con frecuencia a la lectura de la Palabra, ya sea de modo personal o comunitario, buscando en ella la luz necesaria para la vida cotidiana y, de modo particular, para toda la pastoral de la Iglesia. En este sentido los obispos de Latinoamérica resaltan “la importancia de una „pastoral bíblica?, entendida como animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra” (DA 248). Por eso invito, a quienes se sienten llamados, a sumarse para organizar, en la diócesis y en las parroquias, „la animación bíblica de la pastoral? para hacer que toda actividad pastoral nazca y crezca a la luz de la Palabra.
La Palabra de Dios está de modo muy elocuente en el centro de la Catequesis. Cada encuentro catequístico se desarrolla en torno a la Palabra que, recibida con fe, ilumina la vida de cada hijo de Dios, de su familia y de la sociedad en la que vivimos. Este año, el modo habitual de desarrollo de la tarea catequística se vio alterada por la pandemia. Algunos grupos han podido continuar de modo virtual. Otros tuvieron mayores dificultades para adaptarse. En muchos casos no han podido comenzar las etapas iniciales. También se ven afectadas la realización de las celebraciones de Primeras Comuniones y de Confirmaciones. Seguramente en muchos casos tendremos que postergar todo para el próximo año. En cada parroquia, sacerdotes y catequistas conjuntamente con la comunidad, tendrán que discernir qué hacer al respecto, teniendo en cuenta la realidad sanitaria y las disposiciones propias de cada lugar. Ante esta situación no tenemos que desanimarnos, al contrario, tenemos que seguir buscando a Dios que vive en nosotros, camina con su Pueblo, se manifiesta de muchas maneras y nos acompaña más que nunca en estos tiempos difíciles. La catequesis está al servicio de nuestro crecimiento y maduración de la fe y no se limita a la modalidad sistemática, como estamos acostumbrados, sino que cada día, ininterrumpidamente, podemos vivir un proceso de formación en la fe.
Septiembre es un mes donde también rezamos por la Creación, siendo un tiempo privilegiado para tomar conciencia de nuestra responsabilidad en el cuidado de la Casa Común que también es Casa de tantos hermanos que están en el mundo como „descartados?. En el origen de muchos „descuidos? de la creación hay varias causas entre ellas una muy profunda: el descuido de la vida interior. Por eso “hemos de pedir a Dios una auténtica revolución de la ternura y de los cuidados que nos ayude a mostrar, desde la oración y el servicio silencioso, que „el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás? (LS 70). Velar responsablemente por nuestra vida es un imperativo evangélico, pero este cuidado no puede convertirse en un egoísmo indiferente que olvida a los prójimos y no custodia la creación „que gime bajo dolores de parto? (Rom8,22… Necesitamos de „la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo? (LS 216) y para experimentar que „todo lo puedo con el que me da fuerzas? (Flp 4, 13)”. (Departamento de Ecología Integral)
En este mes realizamos la Colecta Más Por Menos (los días 12 y 13) con la cual cada año, los fieles y las comunidades que más pueden, colaboran económicamente con quienes están en situación de mayor pobreza. Es un modo concreto de compartir los bienes inspirados en la misma Palabra: “Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común…” Hch. 2,44. Nuestra diócesis recibe cada año un aporte de esta Colecta que es de vital importancia para su sostenimiento y que llega a varias parroquias a través de proyectos determinados. Este año el lema que nos anima es “Nadie puede darlo todo… pero todos podemos dar algo”. Los invito a ser generosos y contribuir decididamente con la obra evangelizadora de la Iglesia, especialmente en los lugares con más necesidades.
Este mes también celebramos la “Exaltación de la Cruz” (día 14) en la cual se destaca el AMOR de Jesús al dar la vida por su pueblo siguiendo la voluntad de su Padre para que, por esta entrega y su resurrección, recibamos “vida y vida en abundancia”. “Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna” (Jn 3,16). Este año hemos extrañado caminar las estaciones del Vía Crucis como así también el peregrinar en Semana Santa al santuario del Señor de la Peña. Sin embargo la Cruz se nos fue presentando de muchas maneras en tantas renuncias que tuvimos que asumir, en tantos cambios de planes, en la enfermedad que está afectando a muchas personas, en el cansancio de tantos servidores, en la partida de seres queridos a quienes tuvimos que despedir rápidamente y luego rezar los novenarios en soledad o mediante entornos virtuales. Es bueno que podamos ponerle nombre a las cruces que cargamos. Pero, sobre todo, es necesario que levantemos la mirada y contemplemos a Jesús Crucificado que nos sigue atrayendo con su Amor para que le ofrezcamos todo a Él y recibamos de Él la gracia de la Resurrección.
El camino de la cruz nos abre un horizonte de Vida Eterna, por ello hay muchos motivos para tener esperanza, hay muchos motivos para “seguir andando”. Como Iglesia Samaritana y Servicial queremos estar cerca de todos los que están cargando la pesada Cruz de la Pandemia y alentar en todos a la esperanza. Que nuestra madre la Virgen, que compartió con su Hijo el dolor y el Amor de su entrega, haga crecer en nosotros la esperanza y, junto con la intercesión de San Nicolás y nuestros Beatos Mártires, caminemos en el compromiso por construir un mundo más justo, unido y fraterno.
La Rioja, 5 de septiembre de 2020.
Mons. Dante G. Braida, obispo de La Rioja