En un momento muy especial de la historia del mundo entero debido a la pandemia, celebramos a nuestro Patrono, San Roque.
Los declarados santos por la Iglesia han sido personas especialmente fieles a Dios, han sabido imitar de modo heroico aspectos de la vida de Cristo. Están muy cerca de Dios y le presentan nuestros ruegos.
Nos ayudan en todas nuestras necesidades, pero es lógico pensar que nos asistirán especialmente en aquello que más les movió en la tierra. San Roque procedía de una familia francesa del Siglo XIV y bien ubicada. Quedó huérfano siendo joven, repartió su bienes entre los más pobres y se fue de peregrino a Roma. En Italia Le sorprendió una peste y dedicó todas sus energías a acompañar a enfermos con su oración y con su caridad. Muchos se curaban cuando les hacía la señal de la Cruz en la frente. En aquella época no se conocía el origen de una peste, menos aún la existencia de un virus; tampoco había vacunas ni remedios elaborados salvo lo casero. Roque recorrió ciudades y pueblos con la caridad de Cristo hasta que se contagió. Decidió aislarse en el campo, no quería ser peso para nadie; la leyenda dice que Dios retribuyó su generosidad sin límites haciendo brotar un aljibe para calmar su sed, y un perro le acercaba pan. Murió años después, pobre y desconocido. Descubrieron quién era y su tumba empezó a ser muy visitada, mucha gente se curaba, y le pedían especialmente que contuviera epidemias.
Nos protege un santo, con una especialidad: las epidemias, las pandemias que es lo mismo pero extendida por el mundo. Le pedimos con fe que consiga que se acabe esta pandemia que viene sumando muertes y muchos sufrimientos en todo el mundo, también en el Chaco, y con sus más y sus menos en el amplio territorio que abarca nuestra diócesis. Le presentamos todas nuestras necesidades, las de salud, las de pan y de trabajo.
Dios facilitó a San Roque enfermo el agua y el pan porque era generoso y se daba a los demás. Acudamos con fe a Dios a través de San Roque para todo lo que necesitamos, pero procuremos ser mejores a los ojos de Dios; algo habrá que corregir en nuestro corazón, en nuestra vida. Y procuremos ser de verdad solidarios, ocuparnos de los demás, empezando por la propia familia. Busquemos ser instrumentos de unidad, de paz. Siempre hay en qué servir a los otros, ocasiones para comprender y perdonar.
Un modo de ocuparnos del prójimo es respetar las medidas de aislamiento que se nos señalan, porque son para proteger a los demás de contagiarse. Cuesta y cansa; veamos estas exigencias como sacrificios que nos pide Dios en este momento para contener la situación.
No podemos hacer la procesión como otros años, pero sí la caravana en honor de San Roque que ahora comienza. Su imagen irá recorriendo la ciudad, pasará por el Hospital como gesto de pedirle que consiga la salud para todos los enfermos, estén donde estén. Desde las casas muchos acompañarán esta caravana con su oración.
El aislamiento impide conglomerarnos para recoger el pan bendecido, por eso, hay unos pocos acá como gesto, pero voy a bendecir los que cada uno presente desde sus casas.
Mons. Hugo Nicolás Barbaro, obispo de San Roque