Jueves 26 de diciembre de 2024

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Tedeum del 25 de Mayo

Homilía de monseñor Gustavo G. Zurbriggen, obispo de Concordia en el tedeum del 25 de Mayo (Catedral San Antonio de Padua, 25 de mayo de 2024)

Sr. Presidente municipal de Concordia,
Señores concejales, representantes del poder legislativo y judicial, autoridades policiales y militares, representantes de otros Cultos, comunidad toda:

Estamos celebrando el 214° aniversario de la Revolución de Mayo que dio inicio al primer gobierno patrio que fue el primer paso para alcanzar después la independencia nacional. Y lo hacemos también con una celebración de acción de gracias a Dios, a quien nuestra Constitución Nacional, en su Preámbulo, invoca como “fuente de toda razón y justicia”.

Además de dar gracias a Dios por el don de nuestra Patria, también invocamos su protección y su guía, porque no queremos desconocer las graves dificultades que sufre nuestra nación desde hace muchos años.

Los obispos argentinos, reunidos en Asamblea Plenaria, el 19 de abril pasado hemos publicado un mensaje para nuestras comunidades, titulado “En tiempos difíciles, amar a los demás y alegrar sus vidas”[1]. En este documento decimos lo siguiente:

“Desde hace décadas vivimos tiempos difíciles en nuestra querida Argentina. Hay muchas situaciones que atentan contra la dignidad infinita de la persona humana” y se enumeran algunos ejemplos, como el avance del narcotráfico; el drama de los jubilados que con ingresos mínimos sufren no poder llegar a fin de mes. También se denuncia que “se ataca la vida inocente que no ha nacido, y, a la vez, la igualmente sagrada vida de millones de niños y niñas ya nacidos que se debaten entre la miseria y la marginación”. Además, hacemos referencia al sufrimiento de tantos hermanos que no tienen trabajo o que pierden su trabajo sintiendo “que su vida está de sobra, y que no pueden poner el hombro en la construcción de la Patria”.

Reconocemos en ese mensaje, que “son tiempos complejos, por momentos contradictorios, en los que conviven una esperanza y paciencia honda de nuestro pueblo, que habla de su grandeza de corazón, con una incertidumbre y una creciente vulnerabilidad de las personas”.

En estas circunstancias tenemos todos que recordar a San Alberto Hurtado, sacerdote jesuita chileno comprometido con el servicio a los más pobres, que enseñaba que, “en tiempos difíciles no nos tenemos que cansar de amar a los demás y de alegrar sus vidas”.

Por eso, amar a los demás... un amor con gestos, porque nuestros gestos son el modo de demostrarle a nuestros hermanos que entendemos su dolor. Amar es advertir sus heridas y vivirlas en proximidad y cercanía. También es tomar partido por los más frágiles, defender su dignidad, implicarnos personalmente en sus gozos y esperanzas, en sus sufrimientos y problemas. Amar es darnos la mano, no soltarnos, unirnos más que nunca.

Y siguiendo con la frase de San Alberto Hurtado, decimos que “también es hora de alegrar las vidas de tantos hermanos que la están pasando muy mal”. Porque, “En el actual contexto económico y social argentino es fundamental sostenernos en esa alegría, una alegría profunda y duradera, la que nace del encuentro con el Señor. Es una alegría que nos libera de la desesperanza y del desaliento, evitando transformarnos en profetas de calamidades que sólo desparraman pánico y angustia”.

Concluimos nuestro mensaje diciendo: “Estamos convencidos que el amor con gestos concretos y la alegría son el anuncio más explícito del Evangelio en una sociedad que parece vivir en el constante enfrentamiento, donde priman el individualismo y una libertad sin amor”.

Pidamos en este momento de oración compartida, “el don de la esperanza que nos sostiene en tiempos difíciles y a la vez nos anima hacia adelante sin bajar los brazos, tomados de la mano de los más vulnerables con los que vamos haciendo camino para, entre todos, construir la Patria de fraternidad que anhelamos y por la que tantos dieron su vida”.

Que la Virgen María, Nuestra Señora de Luján, patrona de la República Argentina, que a todos consuela con amor de madre, nos conceda la fortaleza, la solidaridad, el compromiso y la alegría que necesitamos para seguir esperando contra toda esperanza (cfr. Rom. 4,18).

Mons. Gustavo G. Zurbriggen, obispo de Concordia


Nota:
[1] Conferencia Episcopal Argentina, Declaración "En tiempos difíciles, amar a los demás y alegrar sus vidas", 19 de abril de 2024.