Queridos hermanos:
Nos hemos congregado una vez más en torno a nuestra Madre Bendita para agradecerle la especial protección que dispensa sin cesar a nuestro pueblo, de un modo particular el que mostró aquél, no tan lejano, 7 de setiembre de 2004, cuando con su manto cubrió toda la Provincia, protegiéndonos del terrible terremoto que nos tuvo en vilo ese día y muchos días posteriores, mientras la tierra buscaba reacomodarse.
Además, Ella tuvo mucho que ver para que mañana podamos estar celebrando el segundo aniversario de la Beatificación de fray Mamerto Esquiú, gran prohombre de la Patria naciente y de la Iglesia del siglo 19, como religioso franciscano, sacerdote y obispo preclaro con su sabiduría, fortaleza y santidad.
‘Ser agradecidos es de bien nacidos’. Por eso, queremos recordar las intervenciones de Dios en nuestra historia para que cada generación de catamarqueños se una más a Dios, respete sus insondables designios de salvación y se comprometa con mayor fidelidad en el cuidado de la casa común, haciendo de toda la humanidad una gran familia de hermanos.
Le vamos a suplicar a nuestra Madre Morena del Valle con el rezo del Santo Rosario, tan recomendado por Ella, que siga cuidando nuestras familias para que pongan siempre en el centro de ellas a Dios, fuente de vida, verdad, amor y paz; que siga acompañado de cerca a nuestros enfermos y ancianos; que haga que nuestros políticos y gobernantes inspiren su accionar en las luces que les da nuestra fe cristiana y pongan lo mejor de sus saberes y haberes al servicio del bien común; que instrumente gracias especiales para mejorar sustancialmente la educación y la salud; que todo provinciano tenga un ingreso digno para vivir mediante un trabajo estable y seguro; que nos haga palpar su ternura materna a fin de que nos sepamos y obremos como verdaderos hermanos y hermanas, ocupándonos siempre de los más necesitados, desfavorecidos y frágiles.
Querida Señora y Reina de este Valle, a Ti acudimos llenos de confianza para que infundas en nuestros corazones vivos sentimientos de fe en Jesucristo tu Divino Hijo, porque Él es El Camino, La Verdad y La Vida.
Madre amorosa, concédenos la paz espiritual y haz que valoremos y recibamos los Sacramentos que nos hacen participar de la Vida Divina. Que en nuestra sociedad catamarqueña reinen la comprensión, el diálogo, el respeto, el amor y el perdón. Acepta, oh Madre Bendita, nuestros agradecimientos, y no desoigas las súplicas que te seguiremos haciendo en nuestras necesidades.
Que nuestra devoción a Ti, Madre celestial, ayude a la gente a descubrir y aceptar la religión verdadera, revelada por tu Hijo Jesucristo, y haz que las virtudes teologales de la Fe, la Esperanza y la Caridad que se recibimos en el Bautismo obren con toda fuerza en la vida de cada uno de tus hijos, en especial de los que no creen, ni aman ni esperan. Amén
Mons. Luis Urbanc, obispo de Catamarca