Existen momentos en la vida de las comunidades y las personas que están marcados por acentos particulares.
En la Iglesia estamos llevando adelante procesos de renovación en diversos niveles y lugares de modo coincidente. Y esto no es por casualidad. Tenemos la certeza de que es el Espíritu Santo que está presente y nos impulsa.
En la Arquidiócesis de San Juan, comenzando por lo más local, estamos realizando nuestra Asamblea desde hace unos años en el mes de marzo, proceso suspendido parcialmente por la pandemia, pero pronto retomado por decanatos en templos amplios y con las limitaciones de cantidades de personas y modos de las reuniones. Este viernes pasado realizamos nuevamente el encuentro de agentes pastorales en el Colegio Don Bosco, reuniendo cerca de 1000 personas de diversas vocaciones. El objetivo: seguir creciendo en comunión y misión. Estamos queriendo asumir e implementar las orientaciones de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe desde nuestra propia realidad. Para llevar adelante una acción pastoral integral e integradora debemos abarcar simultáneamente seis dimensiones: la Dimensión kerigmática y misionera; la Dimensión profética y formativa; la Dimensión espiritual, litúrgica y sacramental; la Dimensión sinodal y participativa; la Dimensión socio-transformadora; y la Dimensión ecológica.
Estas Dimensiones recogen los desafíos propuestos en la Primera Asamblea Eclesial América Latina y el Caribe de noviembre 2021. En ese entonces participaron más de 1000 delegados de los países y realidades pastorales, en un trabajo de discernimiento para elaborar las líneas pastorales a implementar.
A su vez, y ya en el 2023, desde la segunda quincena de febrero hasta mitad de marzo se desarrollaron cuatro asambleas a nivel regional en América Latina y el Caribe: Centro América y México; Caribe; países bolivarianos; y finalmente Cono Sur. Una semana en cada lugar. Entre las cuatro sedes participaron poco más de 400 personas de diversas vocaciones, países, culturas, edades… Tuve la alegría de participar de las últimas tres por mis responsabilidades como Secretario del Celam, organismo encargado por el Vaticano de organizar y llevar adelante estas instancias de participación del proceso del Sínodo convocado por el Papa. Ha sido una experiencia honda de comunión, encuentro, y deseos de discernir lo que el Espíritu Santo nos muestra como caminos, impulsándonos a recorrerlos. Después de esas semanas de escucha y discernimiento, con un equipo nos hemos dedicado a escribir la síntesis Continental para entregar a quienes coordinan la preparación del Sínodo Universal que se celebrará en octubre del 2023 y del 2024 en Roma, junto al Papa. Ese equipo también estuvo conformado por vocaciones diversas de distintos países.
Entre los planteos recurrentes puedo destacar la insistencia en el rol protagónico de la mujer, la necesidad de dar mayor espacio a los jóvenes, estar cerca de los pobres, los enfermos, los abandonados. Si Dios quiere esta semana se entregarán las conclusiones y se darán a conocer.
Este sábado 25 de marzo he cumplido 23 años de obispo. He vivido tiempos intensos en los cuales el Buen Pastor me fue guiando para apacentar a su pueblo. Renuevo mi compromiso de servicio y entrega.
Así como el Ángel Gabriel irrumpió en la vida de la Virgen enviado por el Espíritu Santo, y no se fue sin el Sí de María, también Dios nos desinstala, nos llama a cada uno y cada una para servir a su pueblo desde la propia vocación.
Con el salmo le digo a Dios: “Te doy gracias, Señor, por tu amor; no abandones la obra de tus manos”. Me confío a tu cariño y oración.
Mons. Jorge E. Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo