Viernes 15 de noviembre de 2024

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Caminar Juntos con el Señor, en todo

Carta Pastoral para la Cuaresma-Pascua 2023 de monseñor Jorge Eduardo Scheinig, arzobispo de Mercedes-Luján (Febrero 2023)

1. En aquel tiempo, Jesús invitó a un grupo de personas a caminar con Él. A lo largo del camino, los fue haciendo sus discípulos y una relación que fue creciendo y madurando día a día.

¡Qué hermosa experiencia caminar juntos con Él! Una comunidad de hermanos en camino. Me imagino las vivencias fascinantes que aquellos primeros discípulos tuvieron con el Maestro y que recordarían toda la vida.

2. El Señor y Maestro, en la “escuela del camino”, les fue enseñando que otra manera de vivir es posible y todas las experiencias vividas con Él, los marcaron a fuego de tal manera, que sus vidas cambiaron para Transformados, fueron capaces de ayudar a muchísimas personas a que a ellas también la vida les cambiara totalmente. Me imagino esa “escuela del camino” cuya pedagogía sería la de la ocasión, la de la cercanía, la del paso a paso, la de la sencillez de lo profundo, la de lo pequeño, la de no conformarse e ir a más, la del amor, la ternura y la misericordia. Una pedagogía de la palabra y del gesto. Todo lo vivido con Jesús les hablaría al corazón, a la conciencia, a lo hondo y los llevaría a obrar de otra manera, con coherencia y autenticidad. Seguramente Jesús los ayudó a darse cuenta que vivir de esa manera nueva. No hubiesen podido hacerlo en soledad, necesitarían sí o sí de la comunidad de hermanos y de Dios, pero del Dios a quien aprendieron a llamar, gracias a Jesús: Padre, Abba, Papito. La cercanía al Maestro, los haría cercanos a Su Padre e hijos, en el Hijo.

3. Me imagino cuando les hablaría de Su Padre. Seguramente lo haría con sencillez, ternura y un amor intenso y total. Aprenderían a amar a Su Padre como Él lo amaba y a dejarse amar por el Padre como lo hacía Jesús. Aprenderían que desde ese amor, todos los vínculos se renuevan y hay lugar para la comprensión, la paciencia, el respeto, el perdón. Aprendería a confiar en el Padre siempre y en toda circunstancia como lo hacía Él mismo Jesús.

4. Me imagino las largas peregrinaciones y los encuentros con las personas que se iban topando por el camino. Los niños, los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los pobres, los trabajadores, los fariseos y escribas, los soldados, los levitas y los descartados que hallaban en las Seguramente les impactaría verlo charlar con algunos de ellos y el modo que tenía de hacerlo. Verlo poner su máxima atención y cuidado hacia esa persona concreta, su actitud de escucha, de observación. Estoy seguro que luego, Jesús les hablaría de lo que él mismo vio y escuchó y qué lo impactó de esos encuentros tan personales y emotivos.

5. Lo verían mirando al cielo con mirada profunda y larga, de la misma manera miraría a cada Me imagino las miradas del Señor penetrantes, serenas y llenas de misericordia. Lo observarían acariciar y abrazar a los enfermos y leprosos y descubrirían en Él alguien que ama de verdad. Aprenderían del Maestro a escuchar, a estar atentos y darle el tiempo necesario al otro por más que estuviesen urgidos y apurados. Aprenderían a ver toda la realidad de otra forma, porque sus comentarios deberían ser reveladores, cargados de sabiduría y de una nueva forma de interpretar todo, muy distinto a la de los falsos maestros.

6. Estar con él y verlo levantarse temprano para rezar y luego compartir el alimento y largas charlas sobre Dios, la vida, el Reino y las problemas de su Verlo trabajar con sus manos, lavar su ropa, ayudar a cocinar, verlo hacer las cosas cotidianas y después ser testigos de sus predicaciones frente a los grupos y a las multitudes. Pasar de lo cotidiano a lo extraordinario y descubrirlo un Maestro tanto de lo sencillo, como de lo grandioso. Aprenderían que también por el Reino se trabaja con las manos y con el corazón y se trabaja con el mismo compromiso en lo simple y cotidiano, como en lo extraordinario. Aprenderían que todo aquel que desea que el Reino sea sembrado y crezca, lo debe vivir en todo momento y circunstancia.

7. Me imagino el andar humilde de Jesús que seguramente lo llevaría al silencio, a recogerse, a ir para adentro y a retirarse de la Me imagino el impacto que les causaría su humildad. Verían en Él otra manera de vivir el poder, sin ningún tipo de abuso, por el contrario, un poder vivido en la pura servicialidad. Aprenderían que la vida tiene sentido en el servicio hecho en silencio, sin estridencias y de gestos concretos hacia los otros, sin búsqueda del aplauso, la notoriedad o el éxito. Lo reconocerían como un hombre de corazón manso y puro y aprenderían de Él a ser instrumentos de la misericordia de Dios.

8. ¿Cómo los conmovería verlo alegre en esos momentos de risas compartidas y llenas de felicidad?

¿Y cómo cuando estaría serio, adusto, reservado, pensativo, dolido? ¿Qué les provocaría sus enseñanzas sobre la Ley, sobre los salmos, los profetas? ¿Cómo vivirían lo momentos en los que los corregiría en sus maneras de ver, de pensar y de sentir, cuando se alejaban del Reino? ¿Cómo aprendieron a rezar el Padrenuestro? ¿Qué les pasaría por su cabeza y por su corazón al estar en medio de tantas situaciones llenas de la densidad e intensidad como las que tiene la vida, pero vividas a su lado? ¿Qué les provocaría la relación con su madre? Me imagino algunas charlas entre Jesús y su mamá, su “Ima”, llenas de intimidad, de cariño, de respeto y de la veneración propia de un hijo obediente y dócil a la voz de Ella que tanto lo amaba. Aprenderían a amarla también a Ella como a su propia madre. Aprenderían a vivir asombrados, admirados, sorprendidos, maravillados y también llenos de preguntas, con una fascinación extraña propia del que se entrega y al mismo tiempo siente en su carne la propia pequeñez, impotencia y que todo le queda grande.

9. La pregunta: ¿quién es éste?, los debería acompañar Una pregunta fruto del asombro y de la fascinación, no del miedo, no, sino del que se va enamorando de alguien y desea estar con él, ser como él, vivir como él. ¿Quién eres Jesús? es la pregunta de una persona enamorada, es la pregunta por el Amor. Aprendieron a amarlo de verdad y dejarlo todo para seguirlo, asumir en carne propia Su causa y convertirse en Apóstoles (enviados) y Mártires (testigos).

10. Me imagino el camino hacia Jerusalén, hacia su Pascua. Seguramente, otras veces, habrían celebrado con Él la Pascua tal como la celebraba el pueblo, pero ésta Pascua estaba cargada de nuevos significados y sobre todo, de un hecho trascendente capaz de transformarlo todo: su Pascua es la nueva y eterna Alianza entre Dios y toda la humanidad. Por lo tanto, me imagino éste camino hacia Su Pascua, con charlas llenas de últimas y definitivas Palabras, tan propias de ese momento particular, pero también me imagino silencios profundos llenos de intensidad, silencios para tratar de asimilar el Me imagino la entrada a Jerusalén, la última cena, lo vivido con Judas, las traiciones, el dolor de la tortura. Lo vieron colgando de la Cruz, en soledad. Fueron testigos de su muerte y de su sepultura. Fueron aprendiendo que morir por amor es el camino para dar fruto y que perdonar con un corazón puro los llevaba a verlo a Jesús y en Él, ver al mismo Dios. Por tanto camino vivido con Él y juntos, pudieron reconocerlo resucitado y creer que es Él el que vive para siempre. Él es el Viviente.

11. El Señor, a aquellos discípulos, los fue llevando -con esa pedagogía tan divina y tan humana- a la experiencia de la amistad profunda que selló en Su Pascua, en aquella Semana Santa Desde el primer momento en que los llamó, hasta la Pascua, juntos hicieron un camino en el que no sólo les cambió la vida, sino que el Maestro los llevó a que experimentaran una plenitud humana que nunca hubiesen alcanzado sin Él. Y además, les enseñaría que todo lo aprendido debían necesariamente compartirlo y que gratis habían recibido y por lo tanto, gratis también debían darlo y darse.

En el camino, aprender a lavarnos los pies unos a otros
12. Les comparto que en este tiempo, por tantas situaciones humanas difíciles que estamos atravesando, mi corazón se posa en ese gesto tan significativo para los discípulos: “el lavado de los pies”. Son muchos los rostros del Mal que vivimos en este tiempo histórico y les confieso que generan en mí un enorme dolor, mezclado de impotencia y de incertidumbre. Las guerras, la violencia física, verbal, visual, las catástrofes naturales, las muertes de tantos jóvenes, las fuertes condenas sociales, mediáticas y judiciales, el hambre, las pérdidas económicas en muchas familias, el no trabajar, las injusticias, los fracasos políticos y sociales, la desesperación, la pobreza extrema hasta el descarte, las separaciones familiares, las soledades profundas, en fin, tantos rostros del Me pregunto: ¿cómo ser cristiano aquí y ahora? ¿Cómo seguir a Jesús y lavar los pies hoy?

13. Por todo esto, siento y pienso que el lavado de los pies es un gesto bello y magistral con el que Jesús puede expresar su enseñanza póstuma y definitiva, es un gesto poderoso para generar su revolución en la historia, es un nuevo paradigma, un nuevo sentido, es su propuesta que lo cambia todo. Allí está concentrada su manera de ver, de pensar, de sentir, de actuar. Allí está su propuesta de comunión total entre Dios y toda la humanidad y cada persona.

14. Y al mismo tiempo es tan simple, que hasta puede parecer poco. Sin embargo es la enseñanza y el aprendizaje esencial y más difícil: dejarnos lavar los pies por Dios, dejarnos sumergir totalmente en su Amor, dejarnos Amar por Algo que sólo puede hacer Jesucristo, el Hijo de Dios, Mediador entre Dios y los hombres, que es puro Amor y que nos ama gratuitamente, sin ningún mérito de nuestra parte. Y luego lavárselos a otra persona con el mismo sentido.

15. El Evangelio de Juan, en pocas líneas, nos relata el momento (Juan 13, 1-17). Dice que cuando llegó “la hora de pasar de este mundo al Padre, los amó hasta el fin, hasta el extremo”. Y como gesto de ese Amor Total, “hasta el extremo” les lavó los pies. Ese lavado lo hacían los esclavos cuando los invitados llegaban a una casa y así los comensales se sentían cómodos. Nunca lo hacía el dueño de casa, ya que se trataba de una acción degradante. Pero llama la atención que el Señor hace el gesto durante la cena (vs. 2), no al inicio. Evidentemente quiere destacar el gesto y darle otro significado, un sentido más pleno que el de un simple lavado para estuviesen más cómodos.

16. Se trata de un gesto extraordinario, sorprendente, inédito. El Señor quiere, en el contexto de Su Pascua, de Su entrega confiada a las manos del Padre, que sus discípulos graben en su mente y en su corazón, lo esencial del Reino, que es dejarse amar por Dios y amar a los otros como Dios nos ama. Esto requiere muchas veces gestos sorprendentes e inéditos, que por su fuerza nos descolocan, nos dejan pensando, nos abren a sentimientos profundos e inolvidables y sobre todo, nos hacen sentir lo valiosa que es la vida, la propia y la de todos.

17. Los discípulos, sus amigos, a los que les reveló todo, porque no se guardó nada, necesitaban aprender que para amar de verdad y continuar Su obra, debían dejarse amar por Él de manera total y absoluta, sin medias No es posible amar como Jesús, si aún, conscientes de nuestra propia pequeñez, no nos dejamos amar por Él.

18. Aquí está la enseñanza definitiva del Maestro y el desafío de un aprendizaje vital del que no podemos hacernos los distraídos: para ser sus discípulos, debemos dejarnos lavar por el mismísimo Dios, para que lavando nuestra pequeñez, lo que somos en verdad, podamos luego, sin máscaras, sin falsedades, hacer nosotros lo mismo: lavarnos los pies unos a otros.

19. El lavado de los pies es el compromiso del Señor con la causa humana, porque efectivamente levanta al que está caído. No sólo caído por las circunstancias humanas, tan propias, tan nuestras y las de todos los días, sino por las caídas existenciales, las que nos hacen perder el sentido de todo, el por qué y el para qué vivir. En el lavado, Jesús nos sumerge en el Amor Totalizante de Dios que nos asegura y nos hace sentir hasta los tuétanos, que nada, ni nadie, nos apartará jamás de Él.

20. Para llegar a este momento, hizo falta que ellos “caminaran juntos con el Señor, en todo”. No hubiesen entendido ese lavado, más aún, no hubiesen podido asimilarlo, si les hubiese faltado todo lo demás. Necesitaban “con-vivir” con Jesús. Y también necesitaban vivir Su Pascua así como la vivieron, con miedo, sin entender mucho, cuidando el propio pellejo e igualmente, totalmente amados por el Señor y sin ningún reproche de su parte. Así debían entrar en la experiencia del Resucitado, del Viviente para darse cuenta de la Novedad de esa Alanza, hecha en la Cruz y con la sangre del Hijo, por puro Amor.

21. La presencia del Señor Resucitado y la novedad de Su Espíritu Santo actuando en ellos y en la comunidad, les haría seguir hablando de todo lo vivido, pero no como un mero recuerdo, sino como novedad permanente, para seguir aprendiendo a vivir como Él. Y nada los abrumará. Ninguna situación difícil, ni siquiera la persecución y el martirio los desviaría ni un poquito del camino trazado por el Maestro y Señor. Aprendieron a dejarse amar y a confiar en el Padre y se convirtieron en testigos auténticos, valientes, audaces, bravos e intrépidos de otra manera de Aprendieron a vivir en la confianza de que somos sostenidos por Dios en todo y siempre y que nada ni nadie podrá romper esa Alianza de Amor y de confianza.

22. Si me preguntasen hoy, qué es para mí evangelizar, diría: “se trata de lavarnos los pies unos a otros”. Quiero decir, se trata de poner por obra lo que creemos con gestos concretos, originales e inéditos, arriesgados y valientes, en los que quede de manifiesto la fuerza del Amor de Dios. Hacer como hizo Jesús: animarnos a perdonar cuando parece imposible; servir a los que nos hacen daño; llevar la paz donde hay violencia; poner luz en medio de la oscuridad con palabras y gestos de esperanza; dejar de quejarse, haciendo de la queja un modo de convivencia, por el contrario, comprometerse; dar una mano cuando otros se borran; poner la cara por alguien al que hay que defender y cuidar; decir la verdad con coherencia, sin juicios estridentes y con misericordia; vivir en la humildad, caminar juntos, ser sencillos, alegres, fraternos y abrir las puertas.

23. Si nos laváramos los pies unos a otros, la fraternidad humana sería una forma más posible y más cotidiana de la vida.

El camino que hacemos juntos de la cuaresma y de la Pascua, lo hacemos con Jesús
En este tiempo litúrgico, espiritual y vital, la Iglesia nos invita a vivirlo caminando juntos con Jesús, en todo. La cuaresma es el tiempo para convertirnos más a Él y esto supone un cambio de vida y el primer cambio profundo que debemos hacer es: que Él esté presente en nuestra vida cotidiana, para poder tener la fuerza y la valentía de lavarnos los pies unos a otros.

25. Necesitamos estar más con Jesús en lo cotidiano de la vida. Aprender a charlar con Él lo que nos va pasando en el día, en la Charlar lo trivial y simple, como lo trascendente y culminante. Podemos ser personas más religiosas y no solamente practicantes de la fe, es decir, vivir el evangelio día a día y no solo los domingos.

¿Cómo se hace?

26. Para experimentar la presencia cotidiana del Señor, les propongo cuatro acciones: tener gestos concretos que expresen nuestra fe; rezar y celebrar; meditar la Palabra de Dios; pedir perdón y Cada uno de ustedes denles a estas acciones que les sugiero, la prioridad que crean conveniente. Para mí, tienen la misma consistencia y cohesión como para intentar vivirlas simultáneamente a las cuatro.

27. Los gestos del amor y del servicio, al estilo del lavado de los pies, no vienen por ser más o menos creativos, sino, vienen si le ponemos pasión a cada relación, si vivimos apasionados por el otro y no permitimos que nuestro corazón se enfríe y se convierta en una roca. Piénsenlo en sus relaciones cotidianas: la de los esposos, los padres con sus hijos, los familiares, los amigos, los compañeros de trabajo y de la vida, los vecinos, En cualquiera de estos vínculos fundamentales, seguramente en esta cuaresma podes sentirte interpelada/o a realizar hacia el otro un gesto concreto, jugado e inédito. ¡Pensalo, rezalo y hacelo! No lo dudes, ¡Hacelo!

¡Arriesgate!

28. Si pudiésemos abrirnos al Señor para experimentar que lava nuestras miserias, podríamos llegar a ser muy misericordiosos con nuestros Eso está necesitando nuestro entorno cotidiano, gestos de misericordia concretos, capaces de transformar los males que nos agobian y oprimen desde la raíz. Quiero decir, que somos responsables de dar un poco de luz, de paz, de fortaleza, de sentido de la vida, sobre todo, a aquellas personas que están viviendo un momento difícil. Muy especialmente a los enfermos, pobres y sufrientes, a los que se les está haciendo muy pesada la vida de todos los días. Por el contrario, la indiferencia, el desentendernos, la frialdad hacia las hermanas y los hermanos con los que convivimos, se convierten en los gestos antievangélicos que de una u otra manera terminan des-evangelizando.

29. Nuestra oración personal y nuestras celebraciones litúrgicas comunitarias, deben acercarnos al Señor de A veces sospecho que en algunas de nuestras oraciones y celebraciones el Señor Jesús está ausente, falta su presencia o por lo menos, no la experimentamos. Necesitamos aprender a rezar y a celebrar en la Presencia del Señor. Les pido que no demos por hecho que el Señor está porque cumplimos los ritos personales o comunitarios. En las celebraciones de nuestras comunidades, en general se canta poco, o no se canta, se reza para adentro, casi en silencio, se llega justo a horario o tarde, los otros parecen que son de otro lugar, nos da lo mismo que estén o que no estén, se cuidan ciertos ritos, pero no procuramos participar todos de manera activa, consciente y fructuosa. ¿Se imaginan a Jesús caminando con sus discípulos y verlos rezar o celebrar así? ¿Qué se imaginan les diría? ¿Qué fibras interiores tocaría para invitarlos y provocar su conversión? Bueno, eso mismo nos diría y haría hoy con nosotros.

30. Meditar su Palabra con frecuencia es una las deudas más serias que tenemos los cristianos. Vivimos de la Palabra meditada por otros, es decir, la meditación de la Palabra que hacen los sacerdotes, los catequistas o tantos comentaristas que hoy están al alcance de la mano y vienen a nosotros por internet y el Les confieso que algunas meditaciones me parecen sabrosas y sustanciales, pero muchas que he escuchado cuando alguien me las manda, me parecen superficiales e insustanciales, lejos de la fuerza que la misma Palabra tiene y además, muy alejadas del Magisterio Pastoral y de lo que el Concilio Vaticano II ha soñado de la Iglesia. Es como si le echaran tanta agua que terminan lavando todo y más que quedarnos con el rostro de Jesús, nos quedamos con el rostro del que está hablando, y me parece que eso buscan. ¡Animate a hacer tu meditación de la Palabra! Sacale el jugo sabroso que la Palabra tiene para vos. Alimentate con Ella. ¡Anímense a meditar la Palabra de Dios juntos, en pequeños grupos! ¡Cuánto bien nos haría a todos! Porque estoy convencido que una Iglesia de la Palabra, es una Iglesia crecida, madura, libre y comprometida. Una Iglesia de la profecía, la profecía de la Palabra.

31. La cuaresma es un tiempo propicio para el gesto del perdón en su doble dimensión y experiencia: ser perdonado y perdonar. Y las dos son necesarias. Una lleva necesariamente a la otra. ¡Dejate perdonar, déjate reconciliar por Dios! ¡Confesa tus pecados frente a un sacerdote! Y anímate a pedirle perdón a aquella persona que hallas ofendido. ¡Dejate perdonar por ella! Y no dudes de perdonar, no dejes que el corazón se te llene de odio, de sentimientos de revancha, de venganza.

¡Animate a perdonar!

32. Ustedes saben que cuando rezamos el “yo confieso”, en un momento decimos juntos, tres veces, “por mi culpa” y hacemos un gesto con la mano, que muchas veces veo no lo hacemos del todo Se trata de hacer con los dedos como “una pica”, “un punzón”, para que al golpearnos el pecho, signifiquemos que deseamos romper el corazón duro, el corazón convertido en piedra. De allí viene también sentirnos compungidos, dolidos. ¡Qué bien nos haría hacer ese gesto, con tan tremendo significado y sentir muy adentro, el dolor del mal y del pecado! ¡Qué bien nos haría sentir que nuestro corazón convertido en una roca se rompe y ablanda por la fuerza del Amor de Dios y de su Misericordia!

33. Estas cuatro acciones que te propongo son para vivirlas siempre, pero en este tiempo de cuaresma, te sugiero que las tengas especialmente presentes e intensifiques tu deseo de vivirlas de verdad. Pedile siempre al Señor que te dé la gracia de los gestos del amor, de la oración, de frecuentar la Palabra y del perdón.

El camino del Sínodo, lo caminamos juntos con el Señor, en todo
34. Este año estaremos todos atravesados por este acontecimiento eclesial que es el Sínodo sobre: “La Evangelización y la Catequesis Hoy”. Se trata de un tiempo muy importante de nuestra Iglesia Les pido que lo vivamos como una acontecimiento del Espíritu al que debemos prestar mucha atención y del que todos debemos ocuparnos.

35. En el tiempo de conversión, necesitamos al mismo tiempo, dejarnos lavar los pies y lavárselos a otros, porque en definitiva, esa es la experiencia fundamental de la evangelización. La evangelización es una experiencia de inmersión compartida en el Amor de Nos sumergimos juntos en el Amor, en Dios, es decir, nos lavamos los pies unos a otros, como el Señor lo hace con nosotros y como nos enseñó.

36. Esforcémonos por aprender a caminar juntos con Él, no lo demos por hecho, podemos estar en piloto automático, con prácticas que despacito nos van enfriando el corazón. Les recuerdo que en todo hacen faltas los contenidos del Evangelio, del Magisterio de la Iglesia, pero también la pedagogía de Jesús. Cuando los discípulos se hicieron cargo de la Evangelización de su tiempo, no sólo trasmitían el mensaje de Jesús, sino también, lo hacían como lo habían aprendido de Él, por eso fueron tan creativos y por eso generaron tantas transformaciones en su época.

37. El desafío es: caminar con Jesús en todo, para convertirnos y evangelizar como Él. El desafío es: lavarnos los pies unos a otros.

38. Imaginémonos lo hondo que iba calando en los primeros discípulos la vida compartida con el Señor y como, poco a poco, todo en ellos iba cobrando un nuevo sentido. Sin duda, en todas las cosas vividas y compartidas con el Maestro, los discípulos fueron aprendiendo a vivir, a vivir de una manera nueva.

39. Queridas hermanas, queridos hermanos, ¿cómo sería nuestra vida hoy si el Maestro estuviese más presente en nuestra vida cotidiana? Estamos llamado a Caminar juntos con el Señor, en todo, para seguir así, aprendiendo a vivir y a vivir de una manera De todo esto se trata el Sínodo. Y les recuerdo que ¡el Señor está siempre con nosotros! ¡Y también su Madre!

¡En esta cuaresma camino con ustedes hacia la Pascua!

Rezo por ustedes. ¡Lo hago siempre!

Les pido humilde y fraternalmente que también me acompañen con la oración. Confío totalmente en la oración de ustedes que son mi Iglesia. La siento en mi corazón. Tengo la certeza que gracias a la oración de ustedes, podré convertirme más a Él.

Que María de las Mercedes y de Luján, nombres tan oportunos para nuestro caminar en este momento histórico, y de nuestro Sínodo, les haga sentir la ternura de su maternidad.

¡Les mando un abrazo lleno de fraternidad y mi bendición!

Mons. Jorge Eduardo Scheinig, arzobispo de Mercedes-Luján