Viernes 15 de noviembre de 2024

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Caminar juntos: Edificando comunidades orantes, participativas y nisioneras

Mensaje de monseñor Dante Braida, obispo de La Rioja, en la fiesta de San Nicolás de Bari (1 de enero de 2023)

Dijo Jesús: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.” (Mt 28,19)

  • Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz año nuevo y feliz día de San Nicolás, nuestro padre y patrón tutelar! Saludamos a los presentes y a quienes nos acompañan a través de las redes sociales, canal 9 y diferentes medios de comunicación.

Con Alegría vivimos esta primera jornada del año caminando junto a nuestro Santo moreno. Nuestro querido “Tatita San Nicolás”. En él depositamos nuestras oraciones, nuestras acciones de gracias y peticiones para que interceda ante nuestro Señor. Sabemos que él cuida y guía nuestros pasos para que sigamos siempre a Jesús.

Durante varios meses del año que recién culminamos tuve la gracia de realizar la visita pastoral al decanato San Francisco Solano, aquí en la ciudad de La Rioja, junto la imagen peregrina de San Nicolás. Allí pude experimentar bien de cerca el amor y cariño del pueblo riojano por su santo padre Nicolás. Pude contemplar a padres o madres levantado a sus pequeños hijos para tomar gracia de su Imagen o a personas mayores llegar a ella lentamente, jóvenes deteniendo sus motos y acercándose a elevar una súplica. Expresiones que indican que se puede caminar mejor con la fe puesta en Dios y junto a otros hermanos y hermanas.

Agradezco a todas las comunidades e instituciones visitadas, a los sacerdotes, religiosos y religiosas y a tantos agentes de pastoral, por los momentos vividos, por la fe compartida y por cada detalle en la preparación. Agradezco el testimonio de sus vidas entregadas al servicio del Reino y los aliento a seguir caminado juntos construyendo comunidades orantes, participativas y misioneras.

  • Sí, se trata de caminar juntos como vamos profundizando en este tiempo de sinodalidad. El año que hemos terminado se vio marcado un por tiempo de escucha sobre la actualidad de la Iglesia riojana identificando en ella las luces, sombras y propuestas para que la Iglesia pueda desempeñar mejor su misión.

Como luces se destacan la raíz ancestral de nuestra vivencia de la fe, manifestada en la piedad popular cuyo exponente central es el Tinkunaco (Encuentro); también el ser una Iglesia-familia, que testimonia la acogida, apertura y cercanía a la vida especialmente a la más vulnerable.

Entre las sombras se reconoce una escasa formación de los laicos; falta de diálogo sincero; y cierta indiferencia y falta de compromiso con problemáticas sociales. A esto se suma una marcada ausencia de adolescentes y jóvenes. Se ven pocas iniciativas creativas para acompañarlos teniendo en cuenta los nuevos desafíos y la necesidad de crear espacios de contención y acompañamiento.

Como propuestas prioritarias concluíamos que la Iglesia debe ser más acogedora de los jóvenes, que esté preparada para recibirlos como vienen, ayudarlos en su desarrollo y animarlos en la búsqueda de una vida más plena. Una Iglesia que camine junto al pueblo de Dios con creatividad y audacia, disponiendo siempre “un oído en el pueblo y otro en el Evangelio”, como proponía el nuestro Beato Angelelli. Finalmente para poder responder a las problemáticas actuales anhelamos una Iglesia que sea abierta, cercana y comprometida que aliente la participación y el servicio en todos sus miembros.

Como verán tenemos mucho por andar, mucho por renovarnos para responder a los desafíos propios de este tiempo. Pero, confiamos en Jesús que prometió “estar siempre con nosotros todos los días hasta el fin del mundo” (cf. Mt 28,20)

  • Entre los desafíos a responder en estos tiempos preocupa el consumo problemático de drogas especialmente en Jóvenes. Urge hacer algo más eficiente y coordinado para abordar esta situación que atenta contra la vida de las futuras generaciones. Invito a todas las comunidades y las personas de buena voluntad a organizarse con espacios de contención y acompañamiento. Se puede hacer mucho con el aporte de todos. Hace poco tuvimos la visita de referentes de la Familia Grande de los Hogares de Cristo, institución fundada hace 15 años que hoy tiene centros de atención en todo el país a personas vulnerables especialmente por las drogas (tres de ellos están aquí en la ciudad de La Rioja). El lema de la visita tenía un mensaje claro y preciso: “Ningún pibe menos por la droga”. Es para repetirlo muchas veces: “no queremos ningún pibe y ninguna piba menos por la droga”. Es posible trabajar por una sociedad sin drogas, que tienda manos y puentes a quienes padecen este flagelo. No sirve mirar para otro lado o bajar los brazos. Hay experiencias muy buenas en nuestra ciudad llevadas adelante por distintos actores sociales que es necesario replicar en todos los barrios y pueblos de nuestra querida provincia.

También llama la atención el aumento de personas que atentan contra su propia vida. Lo que implica un llamado de atención para todos los que integramos esta sociedad. Para acompañar situaciones complejas de vida se requiere capacitación y cercanía a cada realidad. No dejemos de ofrecer lo mejor de nosotros y de nuestras instituciones para buscar respuestas acordes a la necesidad. Para los creyentes sabemos que Jesucristo es quien da el verdadero sentido a la Vida. Volver a Él y recomenzar desde él siempre abre un nuevo horizonte de vida.

  • Sin dudas hay otras preocupaciones a atender: como la pérdida del poder adquisitivo de los salarios por la inflación, el aumento de la pobreza y la delicada responsabilidad del cuidado de la Casa Común.

Al respecto y ante la posibilidad de explotaciones mineras en nuestra provincia será necesario propiciar un diálogo abierto con todos los actores sociales, especialmente los habitantes de los posibles lugares de extracción de minerales. Dice Francisco en la conocida encíclica Laudato si’[1]: “La previsión del impacto ambiental de los emprendimientos y proyectos requiere procesos políticos transparentes y sujetos al diálogo… Un estudio del impacto ambiental no debería ser posterior a la elaboración de un proyecto productivo… Tiene que insertarse desde el principio y elaborarse de modo interdisciplinario, transparente e independiente de toda presión económica o política.” Y agrega: “Siempre es necesario alcanzar consensos entre los distintos actores sociales, que pueden aportar diferentes perspectivas, soluciones y alternativas. Pero en la mesa de discusión deben tener un lugar privilegiado los habitantes locales, quienes se preguntan por lo que quieren para ellos y para sus hijos, y pueden considerar los fines que trascienden el interés económico inmediato. La participación requiere que todos sean adecuadamente informados de los diversos aspectos y de los diferentes riesgos y posibilidades… Hace falta sinceridad y verdad en las discusiones científicas y políticas, sin reducirse a considerar qué está permitido o no por la legislación.

En toda discusión acerca de un emprendimiento, una serie de preguntas deberían plantearse en orden a discernir si aportará a un verdadero desarrollo integral: ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De qué manera? ¿Para quién? ¿Cuáles son los riesgos? ¿A qué costo? ¿Quién paga los costos y cómo lo hará? En este examen hay cuestiones que deben tener prioridad. Por ejemplo, sabemos que el agua es un recurso escaso e indispensable y es un derecho fundamental que condiciona el ejercicio de otros derechos humanos. Eso es indudable y supera todo análisis de impacto ambiental de una región.

Hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente donde es difícil alcanzar consensos. Por eso nos recuerda el Papa Francisco que la “Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien común.”

  • Y siguiendo con Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz que celebramos este día tiene como eje las consecuencias de la pandemia del Covid 19 y la realidad dolorosa de la guerra.

La pandemia “ha desestabilizando nuestra vida ordinaria, trastornando nuestros planes y costumbres, perturbando la aparente tranquilidad (…) generando desorientación y sufrimiento, y causando la muerte de tantos hermanos y hermanas (…) Pero, a su vez, podemos decir que la mayor lección que nos deja en herencia el Covid -19 es la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro es la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie puede salvarse solo. Por tanto, es urgente que busquemos y promovamos juntos los valores universales que trazan el camino de esta fraternidad humana.”

A su vez “…De esta experiencia ha surgido una conciencia más fuerte que invita a todos, pueblos y naciones, a volver a poner la palabra “juntos” en el centro. En efecto, es juntos, en la fraternidad y la solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos. De hecho, las respuestas más eficaces a la pandemia han sido aquellas en las que grupos sociales, instituciones públicas y privadas y organizaciones internacionales se unieron para hacer frente al desafío, dejando de lado intereses particulares.”

Sólo la paz que nace del amor fraterno y desinteresado puede ayudarnos a superar las crisis personales, sociales y mundiales.

Continúa Francisco: “En el momento en que nos atrevimos a esperar que lo peor de la noche de la pandemia del Covid-19 había pasado, un nuevo y terrible desastre se abatió sobre la humanidad:… una nueva guerra, en parte comparable a la del Covid -19, pero impulsada por decisiones humanas reprobables. La guerra en Ucrania se cobra víctimas inocentes y propaga la inseguridad, no sólo entre los directamente afectados, sino de forma generalizada e indiscriminada en todo el mundo… basta pensar en la escasez de trigo y los precios del combustible.

Ciertamente, esta no es la era post- Covid que esperábamos… Aunque se ha encontrado una vacuna contra el Covid -19, aún no se han hallado soluciones eficaces para poner fin a la guerra…

¿Qué se nos pide, entonces, que hagamos? En primer lugar, dejarnos cambiar el corazón por la emergencia que hemos vivido, es decir, permitir que Dios transforme nuestros criterios habituales de interpretación del mundo y de la realidad a través de este momento histórico… Estamos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión. Debemos retomar la cuestión de garantizar la sanidad pública para todos; promover acciones de paz para poner fin a los conflictos y guerras que siguen generando víctimas y pobreza; cuidar de forma conjunta nuestra casa común y aplicar medidas claras y eficaces para hacer frente al cambio climático; luchar contra el virus de la desigualdad y garantizar la alimentación y un trabajo digno para todos, apoyando a quienes ni siquiera tienen un salario mínimo y atraviesan grandes dificultades. El escándalo de los pueblos hambrientos nos duele… Sólo invirtiendo en estas situaciones, con un deseo altruista inspirado por el amor infinito y misericordioso de Dios, podremos construir un mundo nuevo y ayudar a edificar el Reino de Dios, que es un Reino de amor, de justicia y de paz.”

  • Para el año que iniciamos tendremos varios aniversarios significativos:

El 15 de abril conmemoraremos los 430 años del acontecimiento del Tinkunaco, con su claro mensaje de que la paz es posible cuando aceptamos el reinado de Dios en nuestras vidas y aceptamos la vida de los demás con respeto y compromiso con sus necesidades. Como decía mons. Angelelli, en este mismo lugar hace hoy cincuenta años, debemos “trabajar sin tregua para que el encuentro sea una realidad no solo el 31 de diciembre sino todos los días del año”[2].

A su vez conmemoraremos los 100 años del nacimiento del Beato mons. Angelelli el próximo 17 de julio. Será una ocasión para acercarnos más a él y su mensaje dando gracias por el don de su vida y el de su familia y por todo lo sembrado entre nosotros sirviendo fielmente a Jesús, a la iglesia y a la sociedad. Servicio por el que entregó generosamente la propia vida, no solamente en Punta de los Llanos, sino en cada momento de su pastoreo.

También celebraremos los 40 años de Democracia ininterrumpida el próximo mes de diciembre. Será una oportunidad para reflexionar aún más sobre nuestra forma de organización social para seguir dando pasos desde una democracia representativa a una democracia más participativa, que se vea reflejada no sólo en la elección de gobernantes y legisladores sino en un compromiso corresponsable de cada persona en la construcción de una sociedad más justa y solidaria en donde nadie quede excluido. Esta invitación debe ser tenida especialmente en cuenta en la próxima reforma de nuestra constitución provincial. Solo una amplia participación ciudadana y de las instituciones intermedias puede garantizar decisiones que privilegien el bien común de toda la población.

  • Sí, para caminar el 2023 con confianza y esperanza será necesario alentar una mayor participación y diálogo, en todos los ámbitos, para que podamos crecer con el aporte de todos. Involucrarse, opinar, proponer, sin temores y con valentía es el camino.

Este año, Dios mediante, haré la visita pastoral al decanato San Nicolás aquí de la zona centro de la ciudad de La Rioja. Visita pendiente desde el la época de mons. Colombo. Invito a cada parroquia a prepararse para que este Encuentro acreciente nuestra fe en Dios y nos anime en el caminar juntos con espíritu misionero para llegar a todos.

Antes de la bendición tengamos presente al papa emérito Benedicto XVI fallecido en el día de ayer. Damos gracias por su vida y su aporte a la Iglesia en las distintas etapas de su ministerio, de modo particular siendo Papa. Damos gracias por su sabiduría y valentía para dar un paso al costado cuando vio que sus fuerzas no alcanzaban para llevar adelante esa exigente misión. Elevamos nuestra oración al Dios de la misericordia para que lo acoja en su reino eterno y le conceda la paz sin fin.

Finalmente queridos hermanos y hermanas, animémonos a formar comunidades como las de los primeros cristianos, sencillas, orantes, en donde el centro era el amor y el servicio que se nutrían de la Palabra y la Eucaristía. La fraternidad las distinguía, de tal modo que los demás decían de ellos “¡Miren cómo se aman!”. Se abrían a la participación y salían constantemente a la misión aunque eso les costara el martirio. Así, la misión se hace vida y el anuncio del Evangelio se encarna en cada encuentro.

Que los beatos Enrique, Carlos, Gabriel y Wencesalao nos ayuden a caminar por esta tierra nicolasiana, como ellos lo hicieron, con fe firme y generosa entrega.

Bendiciones para todos y ¡mucha paz!

Mons. Dante Braida, obispo de La Rioja


Notas:
[1] Papa Francisco. Laudato si’ (2015). Cf nn 183-188
[2] Angelelli. Mensaje para fiestas de San Nicolás del 1° de enero de 1973.