Recordaron en Luján a san Josemaría Escrivá
- 25 de junio, 2024
- Luján (Buenos Aires) (AICA)
El vicario del Opus Dei, Pbro. Juan Llavallol, presidió una misa en el santuario nacional, al cumplirse 50 años de la visita a la Argentina del fundador de esa prelatura, extendida por el mundo.
Los 50 años de la venida de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, a la Argentina motivó una misa de acción de gracias que colmó el santuario nacional de Luján el sábado 22 de junio por la tarde.
El fundador del Opus Dei rezó de rodillas el rosario cerca del altar de ese santuario, mirando la imagen de la patrona de la Argentina, el 12 de junio de 1974, durante su estadía de 21 días en el país, un año antes de fallecer en Roma a los 73 años.
Presidió la misa el vicario de la prelatura del Opus Dei para la Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, presbítero Juan Llavallol, quien recordó que, durante los días de catequesis de san Josemaría en la Argentina, varias veces hizo referencia a "cómo podemos los cristianos ir de María a Jesús; y, desde ellos, junto a san José, ir con la mente y el corazón hasta la Trinidad del cielo".
Y antes de irse del país, dijo: "Hijos míos, gracias, gracias a Dios y gracias a Santa María de Luján: porque he venido y porque me iré, pero volveré y, además, me quedaré".
En su homilía, el padre Llavallol expresó sobre el fundador: "Se ha quedado en el corazón y en la vida de tantos cristianos que intentamos buscar y amar a Jesucristo en las circunstancias corrientes y que, para llegar a Él, contamos también con la ayuda de María. Se ha cumplido lo que decía san Josemaría a un argentino en esos días: "Queremos mucho a la Virgen. Todos podemos llevar alguna imagen de la Virgen, en la cartera, en el bolsillo, y en el corazón, desde luego. Todos nos encomendamos a Ella con devoción: porque nos sabemos hijos suyos; y el otro día hemos ido a Luján, a decirle esto: que haya en la Argentina gentes como tú, que quieran a la Virgen".
Junto al vicario, concelebraron la misa monseñor Carlos Nannei, el presbítero Hugo von Ustinov y otros diez sacerdotes de la prelatura del Opus Dei. El padre Llavallol agradeció su hospitalidad al arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, que facilitó que por ese aniversario se pudiera celebrar allí la Eucaristía, "el misterio de nuestra redención", en esa casa de la Argentina, acogedora para todos.
El vicario hizo notar que había venido gente desde Rosario, La Plata y otros lugares, además de la capital del país. Entre los presentes, no pocos habían estado en la visita del santo hace 50 años; algunos, siendo novios entonces, se casaron luego y ya son abuelos. Había también muchos jóvenes adolescentes que no habían nacido en aquella época y que participan en actividades de formación espiritual del Opus Dei.
En las intenciones de los fieles, se pidió por el Santo Padre Francisco, por el arzobispo Jorge Eduardo Scheinig y su obispo auxiliar, monseñor Mauricio Landra; por los que sufren hambre, enfermedad y soledad, para que cesen las guerras y la violencia, para que "los cristianos seamos luz del mundo, y sembradores de paz y de alegría".
Nacido en Barbastro, España, en 1902, el sacerdote Josemaría Escrivá fundó el Opus Dei en 1928 -cuando, según decía, tenía solamente "26 años, la gracia de Dios y buen humor"-, una obra que se extendió por todo el mundo y llegó a la Argentina en 1950. San Juan Pablo II beatificó en Roma al fundador en 1992 y, en 2002, lo proclamó santo durante una misa que convocó a una multitud, la cual llenó la plaza de San Pedro y varias cuadras de la vía della Conciliazione, en Roma, con gente que acudió desde numerosos países de distintos continentes.
En la homilía, mencionando unas palabras de san Pablo en la segunda lectura, el presbítero Llavallol expresó que "ese vivir en Cristo es contar, en primer lugar, con la gracia de Dios; y, después, también con nuestra colaboración, intentando imitarle en la caridad". Señaló que el santo fundador, "con el carisma particular que Dios le había dado, enseñó a buscar más a Dios y contar con Él en todo momento, en la vida corriente y sencilla de cada día: en el trabajo, en la familia, en todas las circunstancias".
Estimó que fue muy fuerte, y "es tan actual", el mensaje que dejó san Josemaría a los argentinos: "¡Llenad de amor esta tierra! ¡Que los argentinos se quieran! ¡Que no haya nunca odios! ¡Que se comprendan, que sean generosos unos con otros! Que esta nación tan grande y abundante, que abre los brazos y el pecho, como una madre que tiene muchos hijos, ¡que no sufra ya! Y eso depende en parte de vosotros y de mí; de que le pidamos a Nuestra Madre de Luján que bendiga a la Argentina con una gracia de su Hijo Divino: para que logre la felicidad de sus hijos y después, ¡desde Argentina!, se haga un gran bien en el mundo entero".+