Jueves 14 de noviembre de 2024

Mons. Torres: 'La dirigencia no está en sintonía con el sufrimiento de la gente'

  • 17 de marzo, 2023
  • Rafaela (Santa Fe) (AICA)
En una entrevista radial, el obispo de Rafaela habló de la situación social del país, de los diez años del pontificado de Francisco y de su carta pastoral de Cuaresma.
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El obispo de Rafaela, monseñor Pedro Javier Torres, concedió una entrevista al programa radial "Sábado 100", que conduce Emilio Grande (h), en la que se refirió a los diez años del pontificado de Francisco, a sus primeros pasos como diocesano de esa jurisdicción eclesiástica y a su último mensaje cuaresmal. También dio su opinión sobre la situación social y sobre cómo la dirigencia reacciona para dar respuestas a situaciones complejas. 

"Me da la impresión de que hay niveles de la dirigencia que viven en la estratósfera, porque no están en sintonía con el sufrimiento diario de la gente", opinó al ser consultado sobre si la dirigencia debería hacer una conversión personal y social.

"No se escuchan propuestas para la superación en lo educativo; tampoco, de solucionar la desconfianza en el mundo económico y proponer un progreso a largo plazo, y eso crea desilusión en los jóvenes. Pareciera que estamos más pensando en que es un año de elecciones, pero hacen falta propuestas para que se elija un camino y no solamente dirigentes", lamentó.  

-Se cumplieron 10 años del papa Francisco, ¿cuáles han sido sus aportes a la Iglesia y al mundo, y qué cosas podría profundizar?
-Destaco al Papa con su lenguaje, comprensible para todos; que inició procesos de transformación, que venían sembrados por el Concilio Vaticano II (1962-1965); el desafío es perseverar y que den frutos. Con mucha lucidez, detectó el riesgo de las ideologías, los estancamientos y la corrupción en muchos niveles del mundo y también dentro de la Iglesia. La valentía del Papa con viajes a lugares, donde la inseguridad era palpable y la Iglesia es minoría; sus gestos de diálogo ecuménico e interreligioso sembraron una profundidad de vínculos que no teníamos hace mucho. En algunos ámbitos donde me muevo, a nivel mundial, escuchar que los muftí, las autoridades máximas en el mundo musulmán, recomiendan a sus seguidores leer las enseñanzas del Papa es poco frecuente pero asombroso; algo parecido he observado en religiones orientales o entre la dirigencia judía. El Papa sembró una conciencia de que nadie se salva solo, de que juntos tenemos que buscar con creatividad respuestas nuevas a un cambio de época; estamos en un cambio cultural impresionante: necesitamos la imaginación de los jóvenes y la sabiduría de los viejos, en un diálogo que tiene que buscar soluciones a los problemas reales.

-Juan Pablo II viajó a Londres y Buenos Aires en 1982, durante la guerra de Malvinas y, por la invasión rusa, muchos critican a Francisco porque no fue a Kiev ni a Moscú. También por la situación en Nicaragua, con el autoritarismo de Ortega, que ataca especialmente a la Iglesia Católica, ¿cuál es tu mirada?
-El Papa estuvo atento a eso, incluso a (el obispo nicaragüense Silvio) Báez hace varios años él lo rescató para que no le pasara lo que está pasando en este momento con otro de los obispos (Rolando Alvarez). Creo que no están las condiciones para que viaje, nadie es profeta en su tierra. Juan Pablo II fue cinco veces a Polonia, y en los primeros viajes le fue bien, pero después se le complicó por el clima social y político. Tenemos que descubrir que el Papa, más que argentino, es hoy el vicario de Cristo, y su enseñanza tiene que ser objeto para nosotros de escucha, reflexión y conversión; hasta que no aprovechemos esto, lo de los viajes… El primer Papa que viajó en 2000 años fue Pablo VI (1963-1978). La enseñanza y el servicio del Papa están dados por su oración, su magisterio, por ser el principio de unidad que nos confirme en la fe, y eso Francisco lo hizo de una manera que dejó, diría Brochero, pasto para rumiar muchos años.

-Hablaste de la conversión en los distintos ámbitos políticos y económicos, ¿qué nos falta como sociedad y dirigencia a nivel país para convertirnos y tocar los temas de fondo, como inflación, inseguridad, pobreza, trabajo, educación?
-Lo dije en la homilía del Miércoles de Ceniza (en la catedral San Rafael, de Rafaela), citando una frase de Zazpe (primer obispo de Rafaela) que me impacta mucho: “Los argentinos tenemos un problema con la sinceridad”, es decir si no asumimos la verdad y la crisis que tenemos no la vamos a solventar ni solucionar. Me da la impresión de que hay niveles de la dirigencia que viven en la estratósfera, porque no están en sintonía con el sufrimiento diario de la gente. No se escuchan propuestas para la superación en lo educativo y un desafío más allá de la Argentina, ya que hoy se habla en el mundo de la inteligencia artificial; tampoco, de solucionar la desconfianza en el mundo económico y proponer un progreso a largo plazo, y eso crea desilusión en los jóvenes. Pareciera que estamos más pensando que es un año de elecciones, pero hacen falta propuestas para que se elija un camino y no solamente dirigentes.  

-Hace casi 3 meses que asumiste como pastor de la diócesis de Rafaela, con la extensa geografía de tres departamentos. ¿Qué recogiste y cuáles son las impresiones que te llevaste del presbiterio, el laicado y la gente?
-Encontré con alegría a curas trabajadores, que viven austeramente, algunos con una entrega casi heroica, y eso es una cosa que alienta mucho. Me encontré con una comunidad en la que hay heridas de la pandemia, porque todavía no están elaboradas, y percibo un impacto anímico: en Córdoba fue en los niños y adultos mayores; acá, la generación de 40 a 60 años tiene todavía miedo, y a veces se nota hasta en darle la mano al otro en los templos. La sequía provocó más penurias económicas; muy al norte, fueron los animales que no tenían agua; al sur, las cosechas. Encontré que muchos jóvenes optaron por venir a estudiar a Rafaela y es positivo, porque en el país la migración es muy fuerte, y también mosquitos, que se encariñaron muchísimo (risas). En promedio, recorrí 700 u 800 km por semana, visité las parroquias de las ciudades y localidades del centro-sur de la diócesis. En marzo, voy a Tostado y Villa Minetti; me instalo en una región y ahí me quedo, para compartir un poco más en cada lugar, y se ahorra nafta.+