Viernes 15 de noviembre de 2024

Mons. Rossi: "Nadie es la Patria, todos lo somos"

  • 12 de julio, 2022
  • Córdoba (AICA)
El arzobispo de Córdoba hizo énfasis en esa interpelación de Jorge Luis Borges en su oración por la Patria en el marco del acto de conmemoración de los 206 años de la Declaración de la Independencia.
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El arzobispo de Córdoba, monseñor Ángel Sixto Rossi SJ, participó del acto central por el 206º aniversario de la Declaración de la Independencia Nacional que presidió el vicegobernador Manuel Calvo en el escenario montado en el Bulevar Guzmán, del centro cívico cordobés.

Además del mandatario provincial estuvo parte del gabinete provincial, el intendente de la ciudad, Martín Llaryora, la senadora nacional Alejandra Vigo y la diputada Natalia de la Sota.

Tras el izamiento de las banderas de la Argentina y de la provincia de Córdoba en los mástiles ubicados en la explanada y la entonación del Himno Nacional, monseñor Rossi hizo una oración a la Patria.

“La Nación independiente y libre se gestó en una pequeña provincia de la Argentina profunda, entonces muy vulnerable por sus escasos recursos y por el avance realista. Los congresales hicieron de una casa de familia, un espacio fecundo donde se desarrolló una auténtica deliberación parlamentaria en la que no faltó, por supuesto, el disenso en prolongadas sesiones; pero en la que la comunión en lo esencial, hizo que el diálogo razonable superase las diferencias”, recordó, y agregó: “Por eso la Casa de Tucumán, como símbolo de casa de familia, de lugar de encuentro, de diálogo y de búsqueda del bien común, es para nosotros un símbolo de lo que queremos ser como Nación”.

“En ese ambiente doméstico, los diputados de lugares tan distantes se vincularon como hermanos, motivados por la causa suprema que los convocaba. Así, con la consigna de conservar la unidad, nos legaron el Acta fundante de nuestra argentinidad; y a riesgo de sus propias vidas, llenos de santo ardor por la justicia, prometieron ante Dios y la señal de la cruz sostener estos derechos hasta con la vida, sus saberes y su fama”, destacó.

El arzobispo cordobés aseguró que “los congresales pensaron en nosotros, y no cabe duda de que somos la razón de la sacrificada y riesgosa entrega de sus vidas. Tiempo e intereses que, sin titubeos, nos ofrecieron” y sostuvo: “Ante la grandeza de aquella página histórica nos calza bien lo que sugería, interpelante, Jorge Luis Borges: "Todos debemos ser dignos del antiguo juramento que prestaron aquellos caballeros, de ser lo que serían por el hecho de haber jurado en esa vieja casa. Somos el porvenir de esos varones, la justificación de aquellos muertos, nuestro deber es la gloriosa carga que a nuestra sombra llegan esas sombras que debemos salvar. Nadie es la Patria y todos los somos. Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, ese límpido fuego misterioso”.

“Ciertamente tenía razón nuestro Leopoldo Marechal cuando afirmaba, poéticamente, que ‘la Patria fue un dolor que nuestros ojos no aprenden a llorar. Es una niña de pies desnudos, es un temor que ha despertado. La Patria es una hija, un miedo inevitable y un dolor que se lleva en el costado, sin palabra, mi grito”, citó.

"En esta mañana no hemos venido a nostalgiar, porque la nostalgia no tiene esperanza. Hemos venido a conmemorar esta página de la historia, y conmemorar significa hacer memoria, no para el lamento estéril ni el triunfalismo barato, que ya no se lo creen ni quienes lo proclaman; sino conmemorar, hacer memoria juntos ayuda a mantener viva la identidad y fortalecer la unidad y sentido de pertenencia a la Patria, la familia, fuente donde hemos mamado nuestra fe según la religión de cada uno de nosotros”.

Monseñor Rossi enfatizó que conmemorar tampoco es “arqueología o cultivar inútiles nostalgias, ni apostar a utopía desencarnada, sino de recorrer el camino de las generaciones pasadas; para redescubrir en ese camino la chispa inspiradora, los ideales, los proyectos, los valores que las han impulsado partiendo de aquellos hombres y mujeres grandes; no para ver si nos parecemos, lo cual suena a descaro, sino para ver si los imitamos en ese espíritu de esperanza”

“No ingenua, ni infantilona, les propongo a modo de oración, de súplica, aquella oración tan universal de San Francisco de Asís…”, concluyó rezándola.+