Mons. Ñáñez: Jesús, alimento que fortalece y hace crecer
- 8 de junio, 2021
- Córdoba (AICA)
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, presidió el 6 de junio la misa de la Solemnidad de Corpus Christi en la parroquia Corazón Eucarístico de Jesús, de la ciudad de Córdoba.
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, presidió el 6 de junio la misa de la solemnidad de Corpus Christi en la parroquia Corazón Eucarístico de Jesús, en barrio Alto Alberdi de la ciudad capital.
En su homilía, destacó que "la presencia eucarística es la presencia por excelencia del Señor, con su cuerpo, con su sangre, con su alma, con su divinidad". Y en referencia al Evangelio, se centró en la conversión del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre, con la que Jesús "nos regala su presencia". Nosotros, afirmó, "siempre tenemos audiencia con Él, ante su presencia en el Santísimo Sacramento".
En ese sentido, resaltó la importancia especial en estos tiempos de pandemia "que tanto nos aflige y que por momentos nos angustia". Y recordó: "Siempre podemos llegarnos a Jesús, siempre podemos abrirle el corazón, aunque de pronto las iglesias estén cerradas, nosotros dirigiendo nuestra mirada y nuestro corazón hacia el lugar en donde se encuentra nuestra iglesia parroquial, podemos a la distancia establecer un diálogo con el Señor que está allí y nos escucha".
"En la última cena, el Señor Jesús adelanta su ofrenda, como acabamos de decir, pone de manifiesto su decisión irrevocable de afrontar la cruz. Habla de su cuerpo que va a ser entregado, de su sangre que va a ser derramada, y encarga a sus discípulos repetir el gesto: Hagan esto en memoria mía".
"Lo que estamos realizando en este momento, en cada misa que celebramos y de la que participamos, actualizamos el único y definitivo sacrificio de Jesús. No es un nuevo sacrificio. El sacerdote, con las palabras de Jesús y por la fuerza del Espíritu Santo que invoca, convierte el pan en el Cuerpo de Jesús y el vino en su Sangre", explicó.
"El Cuerpo entregado y la Sangre derramada, referencian la cruz. Al último momento de Jesús en su peregrinación terrena, y en el cual su libertad queda fijada para siempre, lo último que vive y expresa el Señor en su peregrinación terrenal es: 'En tus manos encomiendo mi espíritu'. El Cuerpo y la Sangre son las del Señor que reina glorioso, la presencia del Resucitado", valoró.
"El sacerdote y los bautizados participamos de la ofrenda de Jesús por la fe, que acepta y venera esa presencia real. Nosotros creemos que Jesús está verdaderamente allí. Lo expresamos con aquellas palabras tan hermosas de Tomás cuando se encuentra con el Resucitado: 'Señor mío y Dios mío'".
"Participamos también de la ofrenda de Jesús por la devoción, es decir por esa disposición del corazón por la que adherimos a los sentimientos y el querer de Jesús. Y participamos en la ofrenda de Jesús, sobre todo, por la comunión, por la que nos identificamos con Jesús, dejándonos tomar por Él. No es nuestra iniciativa, es Él que nos comunica su presencia, su acción, su ofrenda. Nos dejamos tomar por Él y por su amor incondicional al Padre, vivido hasta lo último a la perfección, y su amor misericordioso para con todos nosotros. Un amor totalmente entregado", afirmó.+