Jueves 14 de noviembre de 2024

Mons. Díaz: "Duele la Argentina; duele la pobreza"

  • 30 de diciembre, 2022
  • Concepción (Tucumán) (AICA)
"Es posible un país en donde todos nos sintamos incluidos", afirmó el obispo de Concepción al destacar la importancia de la familia y de la educación. Pidió buscar caminos juntos para un 2023 en paz.
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El obispo de Concepción, monseñor José Antonio Díaz, habló de la realidad del país y alertó sobre la necesidad de priorizar la educación para progresar como sociedad, en el contexto de una entrevista con Omar Nóblega, de Canal 10 de Tucumán.

“Estamos en un cambio de época profundo, en donde no solo cambian las formas sino también los contenidos”, aseguró indicando que ya desde el Concilio Vaticano II la Iglesia venía advirtiendo sobre estos rápidos cambios culturales.

“Los paradigmas que nos regían culturalmente se han modificado, la tecnología ha irrumpido fuertemente”, sostuvo el prelado, al advertir que “las relaciones interpersonales están muy condicionadas por el avance tecnológico, que ocupa el lugar que antes ocupaba el dialogo entre las personas”.

“Nos encontramos con personas demasiado absorbidas por el consumo de contenidos mediáticos, más bien procurando un presente placentero sin proyectos hacia el futuro y sin memoria, un presente demasiado liviano, intolerante a las frustraciones, al sacrificio, al esfuerzo”, recalcó, añadiendo que “lo que más preocupa es la pérdida del esfuerzo para alcanzar las metas que uno se propone”.

En la entrevista, que se transmitió en el programa "Los primeros", advirtió sobre la irrupción de la tecnología y la importancia de recuperar la empatía con el otro. “Era inimaginable el proceso tan rápido de globalización, y una globalización de ciertos contenidos dependiendo quien maneje los medios de comunicación. La tecnología era antes la sierva de la filosofía, de la teología, y se ha convertido en la señora”, lamentó.

“Hoy en día lo tecnológico está rigiendo la sociedad y esto es riesgoso, a la tecnología hay que usarla en función de los vínculos interpersonales”, sostuvo el prelado de 62 años.

Sobre la situación actual del país, comentó: “Duele la Argentina, duele la pobreza”. “Hay una pobreza estructural que no podemos superar desde hace mucho tiempo a pesar de tener los recursos. Es una cuestión muy dolorosa que nos hace padecer desde hace mucho tiempo”.

En ese sentido, reprochó que “a veces queremos concentrar toda la problemática en lo socioeconómico”, y aseguró que, si bien es un factor importante, “hay un factor sociocultural que tiene que ver con la educación para que una persona tenga que despegar de su situación de pobreza. No se ve como prioridad en las políticas publicas la educación y el desarrollo humano que debería caracterizarnos”.

“Sin educación no hay desarrollo, sin educación no se puede pensar en un proyecto a largo plazo y necesitamos centrar todos los esfuerzos en las personas”, enfatizó el obispo de Concepción.

“Las personas pasan por la familia. La familia debería ser una de las patas fundamentales en la contención de las personas”, indicó monseñor Díaz, y lamentó que “muchas veces, en lugar de fortalecer a la familia, la hemos debilitado”.

“Los vínculos humanos son los que nos construyen, deberíamos estar poniendo el esfuerzo para fortalecer a nuestras familias. Con una familia fuerte sin duda tendremos también una sociedad fuerte”, expresó.

“Hay muchos que creen que resolviendo el problema económico tenemos resueltos todos los problemas y no es así. Ese desarrollo integral no puede darse sin ese contexto sociocultural que tiene su basamento en la educación”, reiteró el prelado.

También sostuvo que “hay un cierto enfriamiento en algunos valores” y destacó que “uno de esos valores es el valor del encuentro: el encuentro en ámbitos comunitarios, en el ámbito familiar, parroquial, social. El encuentro nos está costando porque no estamos saliendo de nosotros mismos, estamos muy sumergidos en una especie de individualidad marcado por la presencia de lo virtual”.

Consultado sobre si comparte el documento de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, afirmó que “una de las claves fundamentales es pensar la Patria como una comunidad, en donde todos somos responsables y cada uno tiene que aportar desde el lugar que está”.

“Todos tenemos para aportar, pero con una perspectiva de estar construyendo una patria donde todos se sientan incluidos, respetados, ayudados a crecer integralmente”, indicó. “Nos hace falta recuperar la capacidad de encontrar caminos juntos. Caminos que nos incluyan a todos a la hora de apostar por un país distinto”, añadió.

Sobre ese punto, recalcó que “hay que recuperar los valores que hemos perdido, hay que recuperar la capacidad de dialogo, porque muchos de los problemas que tenemos corresponden a ese vivir discutiendo que nos caracteriza a los argentinos, que requiere cierta oposición o enfrentamiento”.

“Argentina puede ser distinta en la medida que empecemos a practicar ciertos valores como el dialogo y el encuentro”, aseguró. “En ese ‘nosotros’ que dice la Comisión Ejecutiva del Episcopado nos tenemos que ayudar a encontrarnos, dialogar, encontrar caminos juntos. No tiene por qué haber ese nivel de irritación y enfrentamiento permanente en el que vivimos”.

“Creo que vivimos en un tiempo difícil, tenemos que asumir las dificultades. Pero las salidas, cuando provienen de un sálvese quien pueda y como pueda, van a ir generando siempre la ley de la selva, donde cada uno se salva por si solo, independientemente, sin importarle el otro”, advirtió.

Por eso propuso: “Vale la pena pensar en una sociedad distinta. Este año que vamos a comenzar -que es un año electoral- tiene que hacerse en paz, en un contexto de dialogo, y madurar con una capacidad de encontrar caminos juntos. Tiene que haber acuerdos, no se puede vivir con la expectativa de que va a venir un (Lionel) Messi en la política y nos va a salvar”.

En ese sentido, destacó que “la conciencia de equipo ha sido uno de los mensajes de este último Mundial. La Argentina se ha descubierto con un equipo, no solamente con una individualidad. Eso ayuda mucho a pensar que es posible un país en donde todos nos sintamos incluidos, participando proactiva y solidariamente, pensando en el otro y pensando en el bien común, en donde todos puedan vivir dignamente y podamos incluir a todos en el desarrollo humano básico fundamental que nos hace falta como sociedad”.

“Que tengamos un año con mucha esperanza. Ojalá que podamos encontrar caminos de paz”, concluyó.+