Año Santo: Mons. Buenanueva destaca el lenguaje simbólico de la liturgia de apertura
- 3 de enero, 2025
- San Francisco (Córdoba) (AICA)
El obispo de San Francisco instó a participar con fe viva, "deseosos de desentrañar la gracia invisible que se nos ofrece a través de los signos visibles".
"El lenguaje simbólico de la liturgia, siempre rico y estimulante, lo es, de manera especial, en esta liturgia de apertura del Año Santo", expresó el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva, al presidir el inicio del Año Jubilar en esta jurisdicción eclesiástica.
Por eso, instó a participar con fe viva, "deseosos de desentrañar la gracia invisible que se nos ofrece a través de los signos visibles".
En ese sentido, destacó tres aspectos de la metáfora del camino propuestos por la liturgia del día: el peregrinaje de la Sagrada Familia, de la Iglesia universal en el Jubileo y de la diócesis hacia su primer sínodo.
En primer lugar, refiriéndose a José, María y Jesús, indicó que se trata de "una familia de peregrinos de la Pascua, en camino hacia y desde Jerusalén. Y la metáfora del camino le sirve al evangelista para confrontarnos con el peregrinaje de la conciencia humana de Jesús que va progresivamente descubriendo su identidad de Hijo amado del Padre, o, lo que es lo mismo: su misión".
"Traccionados por esa poderosa fuerza, también José y María caminan la fe, buscando a Jesús y asumiendo paso a paso su propia misión, como harán los peregrinos de Emaús al concluir el evangelio", consideró y añadió: "A sus padres y a sus discípulos, Jesús los confronta con el horizonte siempre más grande de su Padre y el misterio de la salvación".
Sobre este punto, recalcó que "el Señor deja espacio para que la fe haga su camino. Eso sí, nos invita a cultivar la actitud de María, que conservaba estas cosas en su corazón."
"Así peregrinamos la fe como entrega cada vez más radical a Dios, a su plan de salvación y así también caminamos la conciencia de nuestra misión (nuestro lugar en su plan de salvación)", planteó.
En segundo lugar, refiriéndose a la metáfora del camino instó a mirar ahora el camino desde la perspectiva de los que lo transitan: "Nosotros somos esos peregrinos que caminamos la Esperanza".
"Es la experiencia de la misericordia divina la que desata la esperanza en el corazón", sostuvo sobre este punto, y citó una enseñanza del Papa Benedicto XVI en Spe salvi: "La esperanza cristiana -la Gran Esperanza- tiene sustancia y es la fe en Jesucristo. Sin esa sustancia, la esperanza es una emoción vana, frágil y, al final del día, ilusoria".
Por eso, monseñor Buenanueva insistió en que "nuestra esperanza se funda sólidamente en Jesús, en su Evangelio y en el acontecimiento de amor hasta el fin: la encarnación y la pascua".
En tercer lugar, hizo alusión a la imagen del camino y la experiencia de los peregrinos que lo recorren: "Tienen para nosotros, como Iglesia diocesana, la forma de nuestro camino sinodal, en cuyo horizonte comenzamos de divisar la celebración de nuestro primer sínodo".
"La conversión misionera a la que nos desafía -reflexionó-, supone una conversión sinodal de la Iglesia, pero una y otra se desatan solamente si los bautizados, como hombres y mujeres del Espíritu, llegamos a ser místicos que 'algo' hondo, fuerte y bello hemos experimentado, que desborda nuestras vidas y que, por eso, no dejamos de compartir: el encuentro con Jesucristo vivo, con su Persona y su Gracia.
"Podríamos o no celebrar un Sínodo, pero nunca habría de faltar esta experiencia del encuentro de las personas con Jesús en la fe y todo lo que de ahí se sigue", concluyó.+