Miércoles 25 de diciembre de 2024

Mons. Buenanueva: 'Las cicatrices de san Francisco lo unen a Jesús'

  • 9 de octubre, 2024
  • San Francisco (Córdoba) (AICA)
El obispo de San Francisco reflexiona sobre la vocación de todo cristiano, que el santo de Asís encarna en cuerpo y alma al recibir los estigmas y, así, transfigurarse en Cristo.
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"'Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús' (Gal 6, 17): con estas palabras de san Pablo, el pasado cuatro de octubre hemos evocado a san Francisco de Asís", recordó monseñor Sergio Buenanueva, obispo de San Francisco, en su reflexión semanal.

El prelado destacó que, para el Apóstol, "esas palabras tajantes cierran una discusión: nadie puede poner en tela de juicio que él ha sufrido por el Evangelio. Pablo lleva en su cuerpo y en su alma múltiples heridas, signos de su apasionado amor por Jesús y por la misión confiada".

Por otra parte, contemplando la figura del humilde Francisco de Asís, esas palabras adquieren para el diocesano un nuevo significado: "Francisco está al final de sus días, bastante ciego y achacado; como Pablo, también él lleva en su alma heridas profundas".

"No todo lo que ha emprendido ha salido como él hubiera imaginado. Ahí está la familia de hermanos que se ha reunido en torno suyo y de su propuesta de vida. Son miles, ya en vida de Francisco. Sin embargo, muchos de ellos están tomando un rumbo que Francisco no termina de aceptar", plantea monseñor Buenanueva.

Y añade: "Con esa pena honda en el alma, sube al monte Alverna. Allí, cansado y completamente despojado de sí, recibirá un regalo inesperado y único: Jesús compartirá con él las cicatrices de su pasión".

A continuación, el el obispo sanfrancisqueño cita la llamada Leyenda Menor: "'Bajó del monte el angélico varón Francisco llevando consigo la efigie del Crucificado, no esculpida por mano de algún artífice en tablas de piedra o de madera, sino impresa por el dedo de Dios vivo en los miembros de su carne', escribe san Buenaventura. Así lo contemplamos en panel central de nuestra catedral: Francisco transfigurado en Cristo".

"¿No es esa, en definitiva, la vocación de todo cristiano? Francisco vive de forma extraordinaria lo que el Espíritu Santo procura en cada bautizado: unirnos a Jesús, en cuerpo y alma", concluye.+