Miércoles 25 de diciembre de 2024

"Limitar el envío de armas es una respuesta débil para intentar poner fin a la guerra"

  • 29 de abril, 2022
  • Roma (Italia) (AICA)
Lo advirtió el cardenal Pietro Parolin al presentar el libro "Contra la Guerra", que recoge las palabras del papa Francisco en contra de los conflictos bélicos, y a favor del desarme y del diálogo.
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“Hoy es necesaria una nueva Conferencia de Helsinki”. Las palabras del cardenal Pietro Parolin recordaron el histórico acontecimiento que en 1975 marcó un paso fundamental para detener la Guerra Fría, y lo planteó como forma de poner fin al horror del presente, es decir, al conflicto en Ucrania, que calificó como un verdadero "sacrilegio" que sigue perpetrándose en su recrudecimiento.

En la mañana de este viernes, en la Universidad Lumsa de Roma, el Secretario de Estado de la Santa Sede presentó el libro "Contra la guerra", publicado por las ediciones Solferino y LEV, que recoge los discursos y llamamientos del Papa contra la guerra y a favor del desarme y el diálogo.

Junto al purpurado vaticano -en el encuentro moderado por Fiorenza Sarzanini, vicepresidenta del periódico Corriere della Sera– estuvieron el exprimer ministro Romano Prodi y el rector de la Lumsa, Francesco Bonini.

A partir de las páginas del libro -“leídas de un tirón”-, que subrayan la radicalidad del “no a la guerra” expresado por el Papa desde el inicio de su pontificado y aún más desde el pasado 24 de febrero, el cardenal Parolin habló de un “esquema de paz” que se contrapone a la “espada de la guerra”.

“Ante la tragedia que vemos que está ocurriendo en Ucrania, ante los miles de muertos, los civiles asesinados, las ciudades destruidas, los millones de refugiados -mujeres, ancianos y niños- obligados a abandonar sus hogares, no podemos reaccionar según lo que el Papa ha llamado 'el modelo de la guerra'", aseveró.

El “espíritu” de Aldo Moro
En su discurso, que incluyó citas del Catecismo y de la Constitución italiana, el cardenal Parolin habló de un “espíritu” a recuperar, el de Aldo Moro, el primer ministro italiano que hace 47 años impulsó a 35 países a firmar acuerdos en la capital finlandesa para ir “más allá de la lógica de los bloques”.

“Durante aquella Conferencia, la seguridad y la cooperación en Europa del Este y del Oeste se unieron en el camino de la distensión”, expresó el Secretario de Estado, recordando “el papel desempeñado entonces por la Santa Sede y la delegación dirigida por el futuro cardenal Agostino Casaroli”. Siguiendo la huella de esa memoria histórica, además, pronunció unas palabras de acuciante actualidad: “La paz está en el interés de los pueblos, la seguridad internacional es de interés de todos”.

Así, el purpurado pidió “reforzar la participación de los organismos internacionales y también una mayor capacidad de iniciativa europea”. Según él es Europa, la “Europa cristiana”, la que de hecho se ve afectada por la “tremenda guerra” en curso en Ucrania, y añadió: “No entro en el mérito de las decisiones que los distintos países han tomado para enviar armas a Ucrania, que como nación tiene derecho a defenderse de la invasión que ha sufrido”.

Armas, una respuesta débil
“Limitarse a las armas es una respuesta débil. Sí, las armas son una respuesta débil, no una respuesta fuerte", sostuvo el cardenal Parolin, y agregó: “Una respuesta contundente es una respuesta que emprende -tratando de involucrar a todos- iniciativas según el esquema de la paz, es decir, iniciativas para detener los combates, para llegar a una solución negociada, para pensar en cuál será el futuro posible de convivencia en nuestro Viejo Continente”.

El cardenal Parolin prosiguió diciendo que la comunidad internacional “tiene la obligación de no continuar la guerra, sino de poner en práctica todas las iniciativas políticas y diplomáticas posibles para lograr un alto el fuego y una paz justa”. Una paz justa y, sobre todo, “duradera” que “no puede confiarse solo a las deliberaciones del agresor y del agredido”. “Tenemos el deber de hacer más por la paz”, insistió.

El Secretario de Estado formuló un llamamiento al diálogo para crear un nuevo equilibrio de paz y seguridad: “Hoy es necesaria una nueva Conferencia de Helsinki”. Es una propuesta que también presentó hace tres días el presidente italiano, Sergio Mattarella, ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, y que se hace eco de la llamada del Papa a superar el espíritu “cainista” que nos impide trabajar juntos como hermanos.

El cardenal Parolin se detuvo en los llamamientos del Pontífice en su discurso, destacando el riesgo de considerarlos “como algo ‘que tenía que hacerse’, como la expresión de una posición de principio, desencarnada, a la que se puede conceder como mucho el adjetivo de ‘profética’ con el subtexto de ‘utópica’”. Es “una forma desencantada de mirar el magisterio del Papa”, cavando “un abismo cada vez más grande entre sus palabras y la realidad de los hechos” y perdiendo de vista que el mensaje de paz y no violencia del Papa reside en el Evangelio, donde Cristo crucificado, indefenso en el patíbulo, “se enfrentó a la muerte injusta sin reaccionar”, sentenció.

El derecho a la autodefensa
El cardenal Parolin se preguntó si todo esto significa que el derecho a la autodefensa ya no existe. “Por supuesto que no. No se puede esperar que alguien, injustamente atacado, no defienda a sus seres queridos, su casa, su patria”, esgrimió Parolin, citando el Catecismo, en particular el párrafo 2309, que dice: “El empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición”.

Según el purpurado, se trata de consideraciones y condiciones imprescindibles, sobre todo hoy en día, a la luz del gran cambio provocado por los “medios modernos de destrucción”. “Ya no podemos hablar de ‘guerras justas’ sin tener en cuenta que hoy, mucho más que en el pasado, las primeras víctimas de la guerra son civiles inocentes, a causa de armas destructivas que solo son inteligentes en apariencia", afirmó.

La encíclica Fratelli tutti apareció reiteradas veces en el discurso del Secretario de Estado, pero también la Pacem in Terris de Juan XXIII y la “desatendida” Nota para la Paz de Benedicto XV. Es una riqueza de magisterio a la que se suma la clarividencia de pontífices como Juan Pablo II que “imploró a las fuerzas de Occidente que no hicieran la guerra contra Irak”, un conflicto cuyas consecuencias, después de veinte años, siguen estando ante los ojos de todos: “La matanza de cientos de miles de personas, la destrucción de casas, de infraestructuras, la destrucción de la convivencia y las heridas que aún sangran en el corazón de las personas de un país que sigue siendo víctima de atentados" evidenció el prelado.

Por tanto, el cardenal Parolin invitó a no olvidar el pasado. “Abrumados por lo cotidiano y lo contemporáneo, llenos de información de todo tipo, no exenta de fake news y propaganda”, subrayó Parolin, se corre el riesgo de dejar de lado la memoria histórica, incluso la reciente, provocando que las guerras en curso en el mundo caigan en el olvido, alimentadas por el comercio de armas, con consecuencias “devastadoras” para las poblaciones civiles, especialmente para los niños, las “primeras víctimas”.

Su mirada se focalizó en Siria, Yemen y Tigray, a las que consideró piezas de un gran rompecabezas que el papa Francisco ha definido como “la Tercera Guerra Mundial en pedazos”. El Papa, insistió en afirmar, “no ha dejado de llamar la atención, pidiendo que no nos acostumbremos” y, sobre todo, de estimular la conciencia de los gobernantes para que “desistan de continuar este infierno de destrucción y busquen soluciones negociadas, incluso a costa de sacrificios”.

¿Cómo llegó a finalizar el período de paz?
Pero, en concreto, ¿qué hay que hacer?, se planteó el cardenal Parolin, respondiendo que no hay una respuesta sencilla, ni tiene sentido llorar sobre la leche derramada o buscar responsabilidades y omisiones “para excusar el comportamiento actual de alguien con justificaciones absurdas”. En cambio, hay que intentar “comprender cómo se ha llegado a este punto, escribiendo la palabra ‘fin’ al periodo de paz inaugurado tras el final de la Segunda Guerra Mundial y a las muchas esperanzas nacidas del final de la Guerra Fría y tras la caída del Muro de Berlín”.

“Hemos seguido construyendo un mundo basado en alianzas militares y en la colonización económica”, expresó, además, el Secretario de Estado. “Mirar lo que ha ocurrido en las últimas décadas debería convencernos de la necesidad de confiar más en los organismos internacionales y en su construcción, intentando que sean más una ‘casa común’, donde todos se sientan representados”.

Al mismo tiempo, la prioridad es “construir un nuevo sistema de relaciones internacionales, ya no basado en la disuasión y la fuerza militar”. Es una ‘prioridad’ evitar “correr hacia el abismo de la guerra total”. La lógica que hay que buscar es aquella propuesta por el renombrado político italiano Giorgio La Pira: “Que la guerra no sea inevitable, sino que la paz sea inevitable”.

Tras su discurso, respondiendo a la pregunta sobre si todavía existen condiciones para volver a la mesa de negociaciones, el cardenal se mostró pesimista, porque en los últimos meses “ha habido intentos, iniciados o propuestos, que no han tenido continuidad”.

Al mismo tiempo, el cardenal Parolin aseguró que “no hay otras alternativas: tendremos que seguir proponiendo que, en primer lugar, se detengan los combates y las acciones bélicas y que se vuelva a las negociaciones”. Sin embargo, según él, es importante “negociar sin ‘precondiciones’”, de modo que “se pongan las condiciones sobre la mesa y se intente encontrar soluciones compartidas. Debemos insistir en ello. No hay otros caminos, de lo contrario la guerra seguirá devorando a los hijos de Ucrania y la paz que se construya no será una paz justa y duradera, sino solo una imposición de ciertas condiciones, una premisa para otros conflictos, otras tensiones y otras guerras”. Por tanto, se espera una “paz justa, resistente y sólida”, pero también que se pueda mostrar “flexibilidad”, superando las “posiciones rígidas”. “Las negociaciones, dijo el Secretario de Estado, siempre implican un acuerdo mutuo. Las posiciones rígidas no conducen a soluciones. Espero que todavía exista la voluntad de llegar a una conclusión juntos”.

Siempre sobre la propuesta de un “Nuevo Helsinki”, el cardenal Parolin hizo hincapié en que “lo importante es volver al espíritu” de aquella conferencia que se “perdió demasiado pronto”.

“Tal vez nadie pensó que esta guerra estallaría, que se encontraría algún tipo de salida. Pero tengo la impresión de que esta guerra ha sido la consecuencia evidente de un proceso de las últimas décadas. La Santa Sede ha hablado de la erosión del multilateralismo, estaba claro que las naciones y los responsables ya no creían en una solución común de los problemas. Era lógico que se avanzara en esta dirección, y se seguirá yendo a conclusiones similares si no se detiene esta tendencia”, finalizó el Secretario de Estado.+