Miércoles 25 de diciembre de 2024

Eugenio Guasta, un hombre de diálogo

  • 1 de junio, 2023
  • Buenos Aires (AICA)
El lunes 12 de junio se realizará en el Auditorio Fundación Beethoven un homenaje al sacerdote de estrecha vinculación con el mundo cultural al cumplirse diez años de su fallecimiento.
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Eugenio Guasta, un hombre de diálogo” será el tema de un coloquio que evocará al sacerdote  porteño de fecunda actuación en el ambiente cultural, buen amigo de escritores, pintores y otros artistas, que tendrá lugar el lunes 12 de junio, a las 18, en el Auditorio Fundación Beethoven, avenida Santa Fe 1452.

El acto se realizará en conmemoración de los diez años del fallecimiento de monseñor Eugenio Guasta (1927-2013), a quien el arzobispo de Buenos Aires cardenal Antonio Quarracino nombró en 1990 director arquidiocesano para la Cultura y a quien la Santa Sede designó en 1993 consultor del Consejo Pontificio para la Cultura.

En el acto evocarán su figura el presbítero Ezequiel Espezel Berro, que abordará su dimensión religiosa; el doctor Juan Javier Negri, presidente de la Fundación Sur, que tratará su vertiente literaria y cultural; el escritor, cineasta y dramaturgo Edgardo Cozarinsky, amigo personal, que enfocará su faceta de hombre en diálogo con el mundo, y el maestro Guillermo Scarabino, que observará su relación con el mundo de la música.

Presentarán a los panelistas el presbítero Carlos White, responsable de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la arquidiócesis porteña,  y Marco Gallo,  director de la Cátedra Pontificia “Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco” de la Universidad Católica Argentina (UCA).

El acto es patrocinado por la Academia Nacional de Bellas Artes, la Comunidad de San Egidio, la Fundación La Nación, el Arzobispado de Buenos Aires y la Fundación Sur.

Monseñor Adelio Eugenio Guasta (tal era su nombre completo) nació en Buenos Aires el 3 de agosto de 1927. Tenía 47 años cuando fue ordenado sacerdote en Roma el 16 de marzo de 1975. Tras haber estudiado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) –donde apreció tener profesores de la talla de Dámaso Alonso y Ángel Battistessa- y haber tenido una intensa vida intelectual en su país, vivió en Roma unos diez años: en 1960 y 1961 estudió letras como becario en la Universidad de Roma y luego, entre 1969 y 1977, volvió a vivir allí, donde se preparó para el sacerdocio y estudió en la Universidad Gregoriana y el Pontificio Instituto Bíblico.

Antes, en Buenos Aires había sido en la década del 60 secretario permanente de la comisión argentina para la  Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).

Al volver de Roma en 1977 estuvo un breve tiempo en la parroquia San Pablo, en el barrio de Colegiales,  y fue luego varios años vicerrector del Seminario Metropolitano, en Villa Devoto. Además de acompañar la formación de jóvenes seminaristas, le pidieron dar en la cátedra de Teología Fundamental varios seminarios sobre la visión de Dios en algunos escritores profanos, como Eduardo Mallea, Jorge Luis Borges o José Hernández.

Desde 1993 fue párroco de Nuestra Señora de la Merced, el antiguo templo porteño en el que llevó a cabo una valiosa obra de restauración. Habiendo ido demorando su acción la dirección nacional de arquitectura, que inició unos trabajos y durante años tuvo andamios en el frente del templo, Guasta asumió la obra y acudió a amigos y empresas privadas para concluir un cuidadoso empeño de restaurar las pinturas y las estructuras de paredes y techos que estaban deteriorados. También volvieron a relucir los viejos vitrales y a sonar bien, arreglado y afinado, un órgano alemán de 1897.

No menor fue su cuidado por la liturgia y la atención espiritual en el templo, ayudado por otros sacerdotes. Preparaba con antelación sus homilías dominicales, orando y reflexionando con ellos –especialmente el presbítero Fernando Ortega- sobre las lecturas bíblicas correspondientes. Tenía a mano para consultar y meditar textos de la Biblia en varios idiomas: griego, francés, castellano... 

En 2009 inauguró nuevas instalaciones para el archivo de La Merced, con temperatura y seguridad adecuadas. Hasta aquel momento había logrado digitalizar los documentos (partidas de bautismo, matrimonio, defunción) desde 1635 hasta 1855, facilitando su consulta por investigadores. "Aquí se encuentran las raíces de nuestra ciudad, testigos de una ciudad arraigada en la fe”, dijo entonces. Al bendecir las instalaciones, el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio, bromeó: "Este es el archivo más antiguo de la ciudad que se conserva y el párroco de La Merced es el más antiguo que se conserva hoy en día".

Además, en su casa en La Merced era un buen anfitrión, que reunía en almuerzos de enriquecedora conversación a amigos de variada vocación intelectual y dedicación profesional.

Guasta fue consultor de la Comisión de Fe y Cultura de la Conferencia Episcopal Argentina  (2002-2005) y capellán de la Orden de los Santos Mauricio y Lázaro, desde el 6 de julio de 2003.

Desde joven se relacionó con personalidades del ambiente cultural, como la escritora Victoria Ocampo, de quien fue muy amigo y en cuya revista Sur colaboró. Tuvo trato frecuente -y amistad, fuera en mayor o menor grado- con Jorge Luis Borges; Adolfo Bioy Casares y su esposa, Silvina Ocampo; José Bianco, Alberto Girri, Eduardo Mallea, Manuel Mujica Lainez, Carmen Gándara, Basilio Uribe, H. A. Murena, Jorgelina Loubet  y otras muchas figuras del campo literario argentino. A lo largo de su vida trató asimismo a intelectuales de otras latitudes, como el escritor chileno José Donoso, el poeta español Jorge Guillén o el novelista francés, de padres norteamericanos, Julien Green, conocido tanto por sus novelas como por sus diarios. También Guasta llevó diarios íntimos con sus observaciones de vida y con una exquisita delicadeza y  profundo respeto a la intimidad de las conciencias, estimando el intrínseco valor humano de la amistad, no dejó de preocuparse por la vida espiritual de sus amigos y por acercarlos a Dios en sus últimos momentos.

En su juventud, siendo laico, integró, hasta 1957, la Compañía de San Pablo, instituto secular de derecho pontificio orientado a animar con espiritu evangélico la cultura y distintas actividades sociales, iniciado en Milán en 1920. Integrantes de esa compañía de laicos y sacerdotes llegaron al país en 1927 y en 1930 establecieron aquí la Obra Cardenal Ferrari, asociación para promover iniciativas apostólicas, educativas y de  servicio social. En su sede de Maipú 820 tenía el Instituto Grafotécnico, con una escuela de periodismo de larga trayectoria iniciada en 1934.

Esa obra influyó durante años en ambientes juveniles católicos con la revista Heroica, que tenía como lema una frase de Paul Claudel: “La juventud no ha sido hecha para el placer sino para el heroísmo”. Guasta colaboró en esa revista, donde hacía reseñas de libros. Dentro de su formación en la Compañía siguió cursos de filosofía, donde tuvo como maestro, entre otros, al filósofo esloveno-argentino Emilio Komar, pensador realista y tomista. 

En la sede de la calle Maipú, Eugenio, junto con la joven María Esther de Miguel, que luego sería una afamada novelista,  y otros  compañeros en ese camino de fe escribió también en la revista Señales (título que luego especificaba “en la ruta de nuestra cultura”), dedicada a la crítica de libros, con el formato de fichas coleccionables.  Lector incansable, forjado desde chico en un hogar afecto a la lectura, suscriptor de revistas teológicas y culturales nacionales y extranjeras hasta su muerte,  poseía una rica biblioteca, que dejó como legado en parte al seminario metropolitano, en parte a la Fundación Sur, en parte a un centro de arte y estudios que había comenzado a funcionar en la abadía de San Benito, en el barrio porteño de Palermo. 

Fue también colaborador de la revista Criterio  y de los diarios La Nación, La Prensa y La Gaceta (de Tucumán). También pueden hallarse páginas suyas en la edición argentina de la revista católica internacional Communio y en otras publicaciones.

Por su conocimiento de la lengua italiana, realizó numerosas traducciones de novelas, cuentos y ensayos de autores como Elsa Morante, Guido Piovene, Luigi Pirandello, Elio Vitorini o Vitaliano Brancati. También tradujo del francés a Régine Pernoud, escritora e historiadora de la época medieval, especialmente de sus protagonistas femeninas. 

Volcó su experiencia personal en los libros "Papeles sobre ciudades" (1996, narrando un periplo europeo  en 1987 por París, Roma y Madrid)  y "Cuaderno de Tarsis" (2002, que recoge un viaje por España), y realizó un estudio crítico y ensayo biográfico sobre la escritora Carmen Gándara (1963).  En 2011 la Fundación Sur publicó un libro que reunió  la correspondencia entre Guasta y la escritora María Rosa Oliver entre 1960 y 1976.

En 2011, recibió el premio Gratia Artis, que otorga la Academia Nacional de Bellas Artes.

Entre otras funciones, presidió en 1990 la comisión arquidiocesana para la restauración del monasterio de las Catalinas, sito en San Martín y Viamonte, y en 1994 se lo nombró consejero de la Comisión Supervisora del Cuidado y Mantenimiento de los Bienes Artísticos, Culturales e Históricos de la Arquidiócesis de Buenos Aires. También formó parte de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, como vocal (ad honorem) en los años 90.

El 28 de febrero de 1992 recibió el nombramiento de prelado doméstico de Su Santidad, que lleva consigo el título de monseñor, con el que se lo mencionaba en los últimos años. Aunque para muchísimas personas que gozaron de su amistad siguió siendo sencillamente Eugenio, hasta su muerte, acaecida, a los 85 años, en Buenos Aires, el 11 de junio de 2013. (Jorge Rouillon)