Viernes 27 de diciembre de 2024

El Papa, a ancianos y nietos: 'El amor entre generaciones transforma la sociedad'

  • 27 de abril, 2024
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Francisco destacó la importancia de las relaciones intergeneracionales para hacer crecer el amor y la sabiduría. Fue al recibir a los participantes del encuentro promovido por la Fundación Great Age.
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La Fundación Gran Edad celebró el sábado en el Aula Pablo VI un encuentro titulado “La caricia y la sonrisa”, que reunió a más de 6.000 abuelos y nietos para poner de relieve los derechos de las personas mayores y el deber de la sociedad hacia ellas.

El Papa Francisco saludó a los participantes y agradeció al arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, que ayudó a promover este encuentro.

En su discurso, el Papa destacó la importancia de que los jóvenes y los ancianos pasen tiempo juntos, asegurando que su amor compartido hace que el mundo sea mejor, más rico y más sabio.

El Santo Padre se centró primero en cómo el amor intergeneracional hace mejores a las personas. Contó una historia que había oído de su propia abuela.

“De ella escuché la historia de esta familia donde el abuelo, porque ya no comía bien en la mesa y se ensuciaba, ya no era bienvenido en la mesa y tenía que comer solo. ¡No estuvo bien, incluso fue muy malo! Más tarde, el nieto jugueteó durante unos días con un martillo y clavos, y cuando el papá le preguntó qué estaba haciendo, respondió: ‘Te estoy construyendo una mesa, para cuando seas mayor y tengas que comer solo’”, detalló.

Francisco dijo que la lección que aprendió de su abuela fue nunca excluir a nadie, así como Jesús nunca excluye ni humilla a nadie. “¡Sólo estando juntos con amor, sin excluir a nadie, nos volvemos mejores, más humanos!” aseveró.

“Las diferentes generaciones y pueblos, si se armonizan, pueden revelar el maravilloso esplendor de la humanidad y la creación, como las facetas de un gran diamante”, afirmó, e instó a no prestar atención a las voces que llaman a “pensar por uno mismo” o “no necesitar a nadie”.

Esa actitud, dijo, conduce a la soledad y a una cultura del descarte en la que los ancianos se quedan solos para pasar sus últimos años lejos de sus seres queridos.

“Construyamos este mundo juntos”, pidió, “no sólo desarrollando programas de asistencia sino cultivando diversos proyectos donde el paso de los años no sea visto como una pérdida que disminuye a alguien, sino como un bien que crece y enriquece a todos”.

Contra la cultura del rechazo, el obispo de Roma insistió en la importancia de acoger la dependencia, especialmente la debida a la edad, y criticó la inhumanidad de la solución de las residencias de ancianos, en las que a veces "las personas mayores se quedan solas y deben pasar los últimos años de sus vidas lejos de sus hogares y de sus seres queridos. Renovó su exigencia de un mundo que vea el paso de los años como “un activo que crece y enriquece al mundo”.

El testimonio de los mayores
Finalmente, dirigiéndose a los más jóvenes, Francisco les pidió que escuchen a los mayores, “sobre todo cuando enseñan, con su amor y su testimonio, a cultivar los afectos más importantes, que no se obtienen con la fuerza, no aparecen con éxito, pero llenan la vida”.

“Las generaciones, los pueblos y todas las diferencias, si se armonizan, pueden revelar, como los rostros de un gran diamante, el maravilloso esplendor del hombre y de la creación. Esto es también lo que nos enseña vuestro encuentro: ¡no dejar que la diversidad cree brechas entre nosotros!”

Luego, el Papa Francisco recordó que el amor compartido entre generaciones nos hace más sabios, como los ancianos Simeón y Ana, que fueron los únicos que reconocieron a Jesús como Hijo de Dios cuando sus padres lo llevaron al templo. La sociedad, sostuvo, olvida rápidamente las cosas cuando se ignora a los abuelos.

Una gran familia
Luego celebró la importancia de la relación entre generaciones y de los vínculos familiares, como Cristo que, en la Cruz, ofrece a su Madre a Juan y ofrece a Juan como hijo a María. Para el Papa, este episodio evangélico exige a los cristianos amarse unos a otros “como una gran familia”.

“Cuando ustedes, abuelos y nietos, viejos y jóvenes, están juntos, cuando se cuidan unos a otros, su amor es un soplo de aire puro que refresca el mundo y la sociedad y nos hace a todos más fuertes, más allá de los lazos de parentesco”.+