Viernes 27 de diciembre de 2024

Consudec: Hay que poner la centralidad educativa en la persona

  • 12 de junio, 2020
  • Buenos Aires (AICA)
El presidente del Consudec, presbítero José Álvarez, afirmó que el cambio educativo no llegará por los "paradigmas tecnocráticos", sino poniendo "la centralidad educativa en la persona.
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El presidente del Consejo Superior de Educación Católica (Consudec), presbítero José Álvarez, afirmó que el cambio educativo no llegará por los “paradigmas tecnocráticos”, sino poniendo “la centralidad educativa en la persona, las comunidades y los pueblos”, como insiste en recordarnos el papa Francisco.

“Solo si somos conscientes de la gravedad del problema podemos tomarnos en serio la tarea. El problema se halla en la insuficiencia de todos los sistemas en que ponemos la esperanza para acompañar los problemas reales que la humanidad tiene”, escribió en el editorial de la revista institucional de junio.

El sacerdote sostuvo que “el centro es la persona” y explicó que esto “significa asumir el reto personalmente”, porque “no puede cuidar el bien del otro quien no ha descubierto el suyo”.

“Debemos tener el coraje de la búsqueda personal, del arriesgar el ir al fondo de nuestro deseo humano, en búsqueda de respuestas verdaderas, es necesario que la vida se vuelva camino, peregrinación hacia un destino, donde cada paso tenga un significado. No se trata del otro, sino de nosotros mismos. Vivir la conciencia de un caminar”, subrayó.

“El otro es parte de mí, cuidar al otro es cuidarme, dar es darme, no se trata de entretener para distraer del vacío existencial, no se trata de seguir adelante dejando de lado los interrogantes existenciales”, aclaró, y completó: “Necesitamos ser caminantes que invitan a otros a recorrer un camino de aventura, en el que nos volvemos compañeros sorprendiéndome a cada paso, porque de eso está hecha la vida, de sorpresas, de Misterio”.

El presbítero Álvarez indicó que “una escuela es consiente que no se puede educar sin la familia, primer ámbito de pertenencia de la persona humana, pertenencia que es sanativa del corazón del integrante, donde se vive la conciencia de que hay un sitio donde me aman por encima de la accidentalidad de la vida”.

“Una escuela así es misionera, es luz, aún sin intentarlo, no hace proyectos, vive. Cambia la sociedad que la rodea, interroga sin proponérselo, despierta deseo de participación, no es una campana de vidrio donde refugiarse de un mundo pervertido, sino lugar donde la alegría de vivir atrae”, concluyó.

Informes: www.consudec.org.+