Cinco sacerdotes mártires franceses serán beatificados el sábado
- 21 de abril, 2023
- París (Francia) (AICA)
El 22 de abril, ciento cincuenta y dos años después de los hechos, el Vaticano beatificará a cinco víctimas del sangriento levantamiento popular conocido como la Comuna de París.
El cardenal Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, beatificará el próximo sábado 22 de abril, en la iglesia de Saint-Sulpice de Paris, a cinco sacerdotes fusilados en mayo de 1871, durante la Comuna de París. Se trata del padre paúl Henri Planchat y cuatro sacerdotes de Picpus (la congregación de los Sagrados Corazones): Ladislao Radigue, Policarpe Tuffer, Marceline Rouchauzej y Frodoalde Tadieu. De la ceremonia participará también el arzobispo de París, monseñor Laurent Ulrich.
El Vaticano abrió el camino hacia esas beatificaciones en noviembre de 2021, cuando reconoció el "martirio" de los sacerdotes, ejecutados al final de la Comuna de París -durante la llamada “semana sangrienta”-, una insurrección contra las autoridades de entonces durante la que se instauró un breve gobierno popular en París ,entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871.
Esa sublevación popular tuvo lugar hace ciento cincuenta y dos años, y su anticlericalismo fue creciendo a medida que se prolongaba. Aunque la historia oficial recuerda claramente la terrible represión con la que fue sofocada, se suele olvidar que, en un clima de guerra civil, el arzobispo de París y varias decenas de sacerdotes y religiosos fueron asesinados en mayo de 1871 y tienen sus causas de beatificación como mártires abierta, aunque han estado sometidas a vaivenes eclesiásticos.
El anticlericalismo de la Comuna
La política de la Comuna estuvo marcada por una hostilidad cada vez mayor hacia los hombres de Iglesia. A partir del 2 de abril de 1871, la Comuna anula el concordato de 1801 y emite un decreto que denuncia al clero como "cómplice de los crímenes de la monarquía contra la libertad", proclamando la separación de la Iglesia y el Estado, la supresión de los fondos para los distintos cultos y la desamortización de los bienes de las congregaciones religiosas.
En París, el Estado dejó de remunerar al clero, se confiscaron los bienes de la Iglesia y se prohíbió indirectamente toda enseñanza confesional. Los dos tercios de las iglesias parisinas fueron cerradas, saqueadas, vandalizadas o transformadas en prisiones, talleres o salas de reunión de los clubes políticos.
Este decreto sobre la Iglesia es seguido, muy pronto, por otro sobre los rehenes (5 de abril), que permite arrestar "a toda persona que sea acusada de complicidad con el gobierno de Versalles". En caso de ejecución de un combatiente comunero capturado o de un partidario del gobierno de la Comuna, se ejecutarán, en represalia, "tres rehenes del pueblo de París". Más de trescientos sacerdotes y religiosos fueron encarcelados con ese propósito.
El arzobispo de París, monseñor Darboy, y su vicario general, el abate Lagarde, fueron arrestados en ese contexto y llevados a la prefectura de la policía para ser interrogados.
En diversas ocasiones se propuso a Adolphe Thiers (a cargo del poder ejecutivo francés) que intercambiara al prelado por el revolucionario socialista Auguste Blanqui, arrestado la víspera de la insurrección, a lo que el dirigente siempre se negó.
El 21 de mayo, las tropas de Versalles empezaron a entrar en París, llena de barricadas. La reconquista estuvo acompañada de una represión brutal, que más adelante se conocería como la "semana sangrienta", del 21 al 28 de mayo.
En represalia, la Comuna ejecutó a los rehenes. El 22 de mayo, monseñor Darboy y trescientos rehenes fueron trasladados de la prisión de Mazas a la de Roquette. El 24 de mayo, seis de ellos fueron fusilados: monseñor Darboy; el abate Deguerry, párroco de la Madeleine; el abate Allard, capellán de las ambulancias; dos jesuitas, los padres Clerc y Ducoudray; y Louis-Bernard Bonjean, antiguo ministro de Napoleón III y presidente del Tribunal de casación.
Al día siguiente, cinco dominicos del Colegio de Arcueil (los padres Captier, Cotrault, Delhomme, Chateigneret y Bourard) y ochos laicos miembros del personal, todos ellos detenidos en Bicêtre, fueron trasladados a otra prisión. Durante el traslado, fueron asesinados a tiros, en plena calle, en circunstancias que siguen siendo motivo de controversia. "A los dominicos de d'Arcueil se les disparó a la carrera, como si fueran liebres", escribirá Zola.
Mientras la reconquista de París por parte de Versalles siguió implacablemente con gran cantidad de ejecuciones sumarias, los comuneros incendiaron numerosos edificios públicos (sobre todo el Ayuntamiento) y dos iglesias (la capilla de las Tullerías y Notre-Dame de Bercy).
El 26 de mayo, cuarenta y nueve prisioneros de la Roquette son elegidos como rehenes. Se trata de 39 civiles y 10 eclesiásticos: los padres jesuitas Bengy, Caubert y Olivaint; el padre Planchat, hermano de la congregación de San Vicente de Paúl; los padres Radigue, Tuffier, Rouchouze y Tardieu, de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María (llamada de Picpus); el abate Sabatier, vicario de Notre-Dame de Lorette; y el seminarista Paul Seigneret. Una vez en la rue Haxo, todos fueron asesinados por la tropa o masacrados por la muchedumbre.
Otros tres eclesiásticos fueron ejecutados el 27 de mayo: monseñor Surat, archidiácono de Notre Dame de París; el abate Bécourt, párroco de Notre Dame de Bonne Nouvelle; y el padre Houillon, de las Misiones Extranjeras de París. Mientras tanto, las tropas versallescas asaltaban el parque Buttes-Chaumont y entraban en el cementerio Père-Lachaise, donde se habían replegado unos 200 federados. Tras un violento combate, los 147 federados que sobrevivieron fueron fusilados. El 29 de mayo, los últimos federados atrincherados en el fuerte de Vincennes se rindieron. Siguió una fuerte represión: miles de insurgentes fueron ejecutados sin juicio previo o tras un veredicto de los tribunales prebostales, creados a partir del 23 de mayo. También hubo 4.500 condenas a trabajos forzados o a la deportación.
En 1897 se abrió un proceso informativo para la beatificación como mártires del padre Planchat y los cuatro padres de Picpus. En 1957, la Congregación de los Ritos decidió unir todas las causas relacionadas con los mártires de la Comuna. Pero a partir de 1968, monseñor Gabriel Marty, arzobispo de París, juzgó oportuno detener el estudio de la causa de monseñor Darboy, lo que detuvo también al resto de las causas. En 2003, por consejo del cardenal Lustiger, los hermanos de San Vicente de Paúl y los padres de Picpus obtuvieron la reapertura separada de la causa de los cinco mártires. Y se redactó al respecto una Positio que demostraba la realidad de su martirio.+