Catamarca celebró el primer año de beatificación de Fray Esquiú
- 5 de septiembre, 2022
- San Fernando del Valle de Catamarca (AICA)
En coincidencia con los primeros festejos en agradecimiento a la Virgen del Valle por su protección en el sismo, los catamarqueños celebraron el 1° aniversario de la beatificación de fray Esquiú.
La diócesis de Catamarca celebró el 4 de septiembre, en el inicio de la Fiesta de la Protección de la Virgen, el primer aniversario de la beatificación de fray Mamerto Esquiú.
A 18 años del sismo, los festejos comenzaron con la solemne bajada de la imagen cuatro veces centenaria de la Virgen del Valle en la catedral basílica, y el repique de campanas en los templos de la diócesis anunciando los días de gracia que se extenderán hasta el miércoles 7.
Luego, la Madre Morena partió hacia Piedra Blanca, acompañada por una extensa y entusiasta caravana vehicular, para engalanar la fiesta por el primer año de la ceremonia en que su amado hijo, el beato Mamerto Esquiú, fue elevado a los altares. En el ingreso a la localidad la esperaban agrupaciones gauchas que la escoltaron hasta la plaza.
Allí, los fieles emocionados la esperaban en la explanada del histórico templo de San José, donde se llevó a cabo la misa solemne presidida por el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanc, y concelebrada por sacerdotes del clero diocesano, franciscanos y de Fasta.
Previamente se entonaron el Himno Nacional Argentino y el Himno a Catamarca, interpretados por la Banda de Música de la Policía de la Provincia.
Participaron de este acontecimiento el intendente local, doctor Guillermo Ferreyra, y miembros de su gabinete; el senador departamental, profesor Oscar Vera; y la diputada nacional Verónica Mercado, entre otras autoridades; gauchos, miembros de instituciones y movimientos eclesiales, destacándose la presencia de 90 niños de la parroquia San Nicolás de Bari, de la Capital, y grupos de peregrinos de la comunidad parroquial.
En su homilía, monseñor Urbanc destacó la festiva y entusiasta participación de los devotos de la Virgen y del beato esquiú en esta jornada, como también se refirió al pedido de la pronta canonización de Esquiú que el Pueblo de Dios eleva con sus plegarias, recordando luego la “hermosa y fervorosa celebración que nos llenó de júbilo y gratitud”: la ceremonia de Beatificación que en tuvo lugar hace un año allí, en Piedra Blanca.
“Todos nos sentíamos muy unidos en el gozo, la alabanza, la súplica y el estupor ante este acontecimiento inédito en Catamarca. Me imagino a los Esquiú y Medina, llenos de júbilo en el cielo y agradeciendo a Dios por lo que hizo en su providencia, relacionando lo que ellos vivieron cuando habitaban este lugar y lo que ven que ahora sucede, ha sucedido y sucederá porque han sido creyentes, practicantes de la fe, fervorosos en el cumplimiento de la voluntad de Dios, honestos ciudadanos, abnegados trabajadores y ejemplar familia educadora en los valores evangélicos”, expresó.
Después, se refirió a los textos bíblicos proclamados. “Son muy decidores para esta ocasión en la que honramos al beato obispo Esquiú”, dijo.
“En el libro de la Sabiduría se afirma que «los pensamientos de los mortales son frágiles, e inseguros nuestros razonamientos». De esto era muy consciente Esquiú… ¡Qué importante es aceptar que los seres humanos no somos omnipotentes ni omniscientes! Que necesitamos de la luz del Espíritu Santo para poder obrar con sabiduría y provecho”, destacó.
Refiriéndose al pasaje del Evangelio, analizó: “Comienza con unas palabras enigmáticas, casi escandalosas, que parecen contradecir, no sólo el espíritu del Evangelio mismo, centrado todo él en el mandamiento nuevo del amor, sino, incluso, los mandamientos de la ley de Dios, que, en el cuarto de ellos, nos mandan honrar padre y madre. Estos versículos de Lucas han marcado la vida de fray Mamerto. Al exponer las condiciones para ser discípulos suyos, Jesús dice que para ello es preciso amarlo a Él más que al padre, a la madre, a la mujer (marido), a los hijos, hermanos y hermanas, incluso a sí mismo”.
En este sentido señaló más adelante que “poner a Jesús en el primer lugar y preferirle por encima de todo significa valorar más el tesoro de la relación, de los vínculos familiares, de la amistad, etc., que nuestras aficiones o ideas particulares, la razón que creemos tener, o la fortuna grande o pequeña que tanto nos tienta, pero que no nos podremos llevar a la tumba”.
“La renuncia a todos los bienes no significa que todos, ni siquiera la mayoría, hayan de despojarse de todo lo que tienen para poder ser cristianos, sino que también debemos anteponer nuestra fe en Jesús a todo interés material, a todo egoísmo que grava e impide nuestra capacidad de amar”, explicó el obispo.
Por último, habló de la segunda lectura proclamada. “En la carta de Pablo a Filemón, constatamos que gracias a esa preferencia por Cristo nuestra capacidad de amar se amplía infinitamente, supera toda barrera y alcanza a todos. En Cristo, el Hijo de Dios, comprendemos que todos los hombres, sin excepción, son de verdad, sin eufemismos, hermanos nuestros".
"Ahí vemos con toda claridad, con toda su fuerza, hasta qué punto preferir a Cristo por encima de todo es el mejor modo de amar a todos con un amor puro y un corazón indiviso, de superar barreras y conflictos, y de poner las bases para un mundo nuevo y fraterno”, aseguró.
De ese modo, concluyó: “Por tanto hermanos, no dejemos de ver en el beato Mamerto Esquiú a un verdadero y apasionado intérprete de las enseñanzas y ejemplos de Jesús, el Maestro y Salvador del Mundo. Invoquémoslo para que nos ayude a amar y servir a los hermanos más necesitados como él se empeñó en hacerlo en toda ocasión”.
Luego de la celebración eucarística, los fieles se acercaron a tomar gracia de las sagradas imágenes del Señor de los Milagros -que antes de la celebración llegó también en caravana desde su santuario de La Tercena-, nuestra Madre del Valle y el beato Mamerto Esquiú.
Unos minutos después, con el sonido de las campanas de fondo, la Madre del Valle regresó a su santuario por ruta N° 41, pasando por la Ermita, en territorio de la parroquia San Isidro Labrador, que celebra los 400 años de la canonización de su santo patrono.+