El pontífice acudió a ese espacio, donde se han instalado 150 confesionarios construidos por reclusos lusos, y escuchó confesiones de un español, una guatemalteca y un italiano.
La iniciativa funcionó como un "abrazo y cercanía con la sociedad" por parte de los reclusos, explicó Paulo Domingues, quien acompañó la construcción de los confesionarios.