"Pobreza es humildad, o no es pobreza. Los más graves y corrosivos errores provienen de la carencia de esa evangélica virtud. Lo comprobamos en la sociedad y dentro de la misma Iglesia. La base de la santidad es la humildad, virtud inconquistable si no es precedida por la decisión de morir a mezquinas ambiciones de poder", afirmó el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna.
"Es preciso retornar a la Palabra de Dios, como la encarna y proclama Jesús. El esfuerzo es mínimo, ya que la gracia pone lo necesario y, sólo nos corresponde darle paso - con libre decisión - en el interior de nuestra mente y corazón. La predicación de la Iglesia posibilita ese ingreso. Es preciso esmerarse en su preparación y constante actualización", aseguró el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna.