El obispo, Mons. Adolfo Canecín, agradeció a Dios por los 45 años de vida de ese templo. "Cada miembro de la Iglesia es fundamental para el bienestar y el crecimiento del cuerpo de Cristo", expresó.
Se trata del padre Ariel Giménez, cuyo anterior destino fue en Curuzú Cuatiá. Mons. Canecín y Mons. Faifer concelebraron la Eucaristía y animaron al flamante rector a escuchar el clamor del pueblo.