El Santo Padre recuerda el centenario del Concilium Sinense de Shanghai y anima a los católicos chinos a dar testimonio de su fe a través de obras de misericordia y caridad.
Tras el Regina Coeli, exhortó a trabajar juntos en el cuidado de la casa común. También pidió un aplauso para la beata Pauline Jaricot y agradeció el compromiso por la defensa de la vida.
Recordó la devoción de los católicos chinos por María Auxiliadora e invitó a rezar para que la Iglesia en China, en libertad y tranquilidad, pueda vivir en comunión afectiva con la Iglesia universal.