"El sufrimiento, viniere de donde viniere, es un ingrediente inseparable de la vida temporal. El ser humano, apenas nacido empieza a sufrir, hasta que muere. Existe una ?culpabilidad?, que procede del pecado, y que afecta a todos por igual. El Hijo de Dios lo incorpora a sí, desde el mismo instante de la Encarnación, convirtiéndolo en el principal factor de redención de los hombres", afirmó el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna.