Estamos reunidos en este histórico templo correntino para dar gracias al Señor con motivo de celebrar un nuevo aniversario de la gesta del 25 de mayo de 1810. Una vez más en torno al altar del Señor damos gracias a Dios por ese grupo de patriotas que tuvieron el coraje, valentía y osadía de ser protagonistas históricos de una nueva etapa en las tierras del sur de América del Sur.
No fueron tiempos fáciles los que les tocó vivir a esos hombres: conflictos, problemas, guerras, luchas internas, hambre, peste, enfermedad, muerte. Ese contexto adverso, difícil y complejo no les quitó la posibilidad de soñar juntos y comprometerse en un futuro venturoso. Hoy nuestro tiempo tiene muchos elementos en común y principalmente hombres que tienen esperanza, fe y confianza, que quieren trabajar, luchar, construir y soñar una patria nueva libre y soberana.
Cómo Iglesia, se nos invita a vivir y caminar en sinodalidad, nota que en este tiempo queremos destacar. Esta palabra de origen griego, cuyo significado es muy profundo y que nos indica “caminar juntos, cruzar umbrales”, es desafío y motivación para cada uno de nosotros, de nuestras instituciones y opciones personales.
En estos tiempos es necesario caminar juntos, con el desafío que ello implica: cansarnos, sostenernos, corregirnos, animarnos, comprometernos. Nos recuerda un sabio dicho popular: “si quieres llegar rápido camina solo pero si quieres llegar lejos camina acompañado”. Por otra parte, animarnos a cruzar umbrales es fundamental para abrirnos a nuevas perspectivas de futuro. Citando al poeta: “se hace camino al andar”.
La reciente Carta Encíclica Fratelli Tutti del Santo Padre Francisco sobre la Fraternidad y la Amistad Social -hermoso y bello documento que es luz y guía para caminar en estos tiempos- nos ayuda a asumir el compromiso de ser constructores del bien común. En este documento se nos habla de pensar y gestar un mundo abierto con un corazón dispuesto a ir más allá, buscar la mejor política y el diálogo junto a la amistad social para encontrar caminos de reencuentro.
Desde este marco de “Hermanos todos” y la “Sinodalidad” mencionamos tres axiomas que pueden aportar para estos tiempos, aplicables no solo para la política sino también para nuestras instituciones, comunidades, familias:
En primer lugar, citamos a san Cipriano de Cartago, Padre de la Iglesia que vivió aproximadamente entre el 200 y 258. Como obispo sostenía que no tomaba ninguna decisión sin “consulta, consejo y consenso”. Tres palabras con “C” muy importantes para tener en cuenta. Esto implica apertura, docilidad, capacidad de trabajo con otros, etc.
En segundo lugar, somos personas creyentes y de fe, por eso estamos aquí. “Aprender a escuchar” es un desafío muy grande, es mucho más que oír. El oído está en relación a los sentidos, el escuchar es una actitud. No siempre que se oye se escucha. La escucha está relacionada con la obediencia (ob-audire: traer al oído). El creyente en la escucha ejerce actitud de fe, en la cual descubre la voluntad de Dios.
Por último, un principio de la Iglesia del primer milenio: “lo que afecta a todos debe ser tratado por todos”. Esto nos habla de la importancia del bien común que está por encima de lo particular. Esta sentencia nos hacer tener presente y estar atentos a la participación y a la solidaridad auténtica. Podemos correr el riesgo de confiar el destino de un pueblo entero en las manos codiciosas de algunos grupos restringidos de poder que olvidan y omiten por sus intereses particulares que las decisiones son compartidas.
El evangelio que acabamos de escuchar recuerda lo que dijo Jesús, que el Espíritu Santo nos revela la verdad acerca de Dios, de nosotros y de la comunidad. Nos hace entrar en comunión y por ese vínculo del amor toda nuestra vida queda iluminada.
Le pedimos al Señor en este día ser dóciles a su Espíritu y dejarnos conducir por Él en la Verdad completa para que recordemos las enseñanzas de Jesús, las podamos comprender mejor y nos comprometamos a la construcción de una patria mejor.
Mons. José Adolfo Larragain, obispo auxiliar de Corrientes