Viernes 15 de noviembre de 2024

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Apertura de la etapa presinodal diocesana

Palabras de monseñor Samuel Jofré, obispo de Villa María, en la Jornada de apertura de la etapa presinodal diocesana del Sínodo de los Obispos (24 de octubre de 2021)

1. En la Iglesia tenemos la certeza de fe de que Jesús es el Señor, que murió por nuestros pecados, pero que está vivo, que sostiene la Iglesia con el amor de su Espíritu Santo y nos invita a estar y vivir en ella.

2. Sin embargo, desde hace décadas se habla de renovación y en nuestro ambiente, la vida cristiana retrocede día a día. Asistimos a una profunda descristianización de nuestras familias, nuestra cultura y nuestras instituciones. Estamos empantanados espiritualmente.

3. Seguros de que el Espíritu Santo nos habla en la Iglesia y a través de la Iglesia, queremos escucharlo y pedirle que actúe. ¿Qué dice el Espíritu a las Iglesias? Como nunca ha dejado de hablarnos desde Pentecostés hasta ahora.

4. Los pastores tenemos una función peculiar de conducción en el cuerpo de la Iglesia, pero de ninguna manera la exclusividad o el monopolio del Espíritu Santo. Éste enriquece a la comunidad con multitud de carismas que hacen a su vida.

5. La Iglesia viene profundizando esta conciencia de que todos los cristianos estamos llamados a ser santos y hacer apostolado, evangelizar. Esto significa que tenemos una común dignidad de hijos de Dios y compartimos la común misión de dar el Evangelio de la salvación a todos los hombres, todos queridos y llamados por Dios a su amistad.

6. El Papa ha convocado un sínodo de obispos en el año 2023. Esto es una asamblea de representantes de todos los obispos del mundo, como ya se viene haciendo desde hace más de 50 años, en muchos casos con consultas previas a la comunidad. Pero el Papa Francisco ha querido profundizar este método de la escucha previa a toda la Iglesia, buscando en los consensos las luces y la voz del Espíritu Santo.

7. Yo descubro un primer consenso providencial: la necesidad de dialogar. En febrero decidí convocar una asamblea diocesana para hablar sobre la nueva evangelización, la necesidad de recuperar el ímpetu misionero de la Iglesia en salida. Poco después nos vino la propuesta de una asamblea eclesial latinoamericana, que se venía gestando hace un tiempo, y ahora la decisión del Papa de un sínodo sobre la sinodalidad: la comunión, la participación y la misión.

8. Sínodo significa “caminar juntos”. El Papa nos sintetiza en esta palabra la llamada de Dios a una renovación. La sinodalidad viene a ser una nota característica de la Iglesia de siempre, pero que queremos profundizar y acentuar en nuestra época, nos parece que Dios nos pide que la intensifiquemos.

9. Ya nos hablarán específicamente de esta sinodalidad. Yo remarco en que somos todos corresponsables, cada uno según su función. Somos un cuerpo y cada uno tiene su lugar y su tarea, nadie está excluido.

10. En la Iglesia no hay miembros activos y otros pasivos. Generalmente se entiende por esto a los consagrados (sacerdotes y religiosos) por un lado y a los laicos por el otro.

11. Todo este método de escucharnos, participar y sintetizar propuestas no debe tapar o sustituir la sencillez evangélica de oír a Jesús, creerle, presentarle nuestra pobreza y pedirle que actúe.

12. La Iglesia está en nuestras manos, pero es primera y principalmente obra de Dios. Por eso en nuestra vida siempre ha de tener prioridad la oración, el encuentro personal y comunitario con Jesús, pidiéndole el don de su Espíritu.

13. A este encuentro hondo con Cristo ha de seguirle la conversión de nuestro pecado, de nuestras mezquindades y cerrazón orgullosa.

14. Inmediatamente sigue el salir al encuentro del prójimo para compartirles el tesoro que hemos encontrado. Tenemos preciosos ejemplos en el Evangelio en los que se comparte inmediatamente la riqueza que Jesús nos da: Andrés y Juan con sus hermanos Pedro y Santiago, Mateo con sus amigos publicanos, la samaritana con sus paisanos, otros enfermos curados con quien quisiera escucharlos. No esperaron hacer cursos de capacitación o tener títulos.

15. Remarquemos siempre la lógica del don, de Dios para con nosotros y de cada uno de nosotros para con el prójimo. Revalorización del primer anuncio, el Kerygma, Jesús es el Señor, Dios nos quiere, Cristo nos perdona.

16. Parte esencial del don de Dios es la llamada a la conversión. El Reino de Dios está cerca, conviértanse. Siempre nosotros primero, pero también proponérsela a los hermanos. No como pesadas exigencias de pureza para llegarnos a Dios sino como la tierna invitación de Jesús a compartir la carga de su yugo suave y su carga ligera.

17. Por eso nuestro lenguaje tiene que ser delicado, manso, pero claro, sin ambigüedades. Esto es particularmente necesario para rescatar al mundo de la tiránica cultura del relativismo, que sumerge a multitudes en la ignorancia del verdadero camino a la felicidad.

18. Hemos de escuchar al mundo como Jesús lo hacía. Para esto recordamos que en la Biblia y en la tradición de la Iglesia tenemos dos concepciones distintas y opuestas del mundo. Por un lado es toda la creación, la obra de Dios que da la vida y ve que es buena y por el otro la conjura soberbia, instigada por el demonio, de oposición a Dios, con la mentira como arma principal.

19. Jesús oye bondadoso la súplica del pobre y pecador, pero rechaza fuertemente las propuestas mundanas de los judíos y del mismo Pedro o los otros apóstoles. Recordemos que, según San Pablo, el Demonio se viste de ángel de luz.

20. Les pido que tengamos todos sencillez y libertad para hablar, pero que primero procuremos siempre oír a Dios y acoger al hermano.

21. Este diálogo y consulta que se está haciendo en todo el mundo, cobra peculiares matices en nuestra patria por las dificilísimas circunstancias que vivimos, que son graves económicamente, pero son más graves política y culturalmente. Aunque la Iglesia nunca ha dejado de acompañar a nuestro pueblo, es evidente que no hemos sabido iluminar eficazmente el proceso decadente que vivimos. No hemos hecho lo suficiente por el bien de nuestro país. No perdamos de vista que la unidad y la vitalidad de la Iglesia son como un gran signo que Dios le ofrece al mundo en su búsqueda del bien común.

22. Recordamos que el objetivo de estos encuentros no es hacer un documento sino la renovación espiritual de la Iglesia. En palabras del Papa: “ hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas…”.

23. Agradezco la ardua tarea del equipo coordinador de esta consulta que ha trabajado generosamente para elaborar la síntesis de los aportes recibidos y continuará ayudándonos con estos instrumentos del gran diálogo al que Dios y el Papa nos convocan.

24. Los invito entonces a oír, compartir con sencillez, discernir y salir a dar el tesoro de Dios.

25. Que la Virgen Inmaculada, nuestra patrona tan querida e invocada de diversas maneras en nuestra diócesis nos ayude en esta preciosa tarea.

Mons. Samuel Jofré, obispo de Villa María