Queridos catequistas: ¡Feliz y fecundo día!
¡Gracias, gracias y más gracias por la generosa entrega vocacional que siguen realizando en este tiempo de pandemia al servicio de nuestras comunidades! El Apóstol le dice paternalmente a su discípulo Timoteo: “Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos” (2Tim 1,6).
Me concentro en dos palabras: “reavives” y “don”.
El don. En 2Tim 1,6 la palabra griega del texto original es karisma, que se puede traducir justamente por carisma, don o regalo. Es una palabra que aparece muchas veces en el NT y nos recuerda la riqueza de carismas que tenemos en la Iglesia. ¡Cuán bello y necesario es el carisma de los catequistas en la Iglesia!
El Papa Francisco lo ha puesto de manifiesto este mismo año al instituirlo oficialmente como un ministerio laical (cf. AntMin 8). El catequista sólo puede ser fecundo viviendo en comunión de vida con aquel don recibido (cf. AntMin 1b).
Reavivar. En 2Tim 1,6 aparece por única vez en el NT la palabra griega anazopyrein (ana-zo-pyrein) que justamente significa la capacidad de reavivar. Es interesante la etimología: ana es un prefijo que denota repetición (otra vez, de nuevo…); pyrein viene de pyr que significa fuego (lo que está ardiendo con fuerza, lo incandescente, lo intenso…). ¡Cuánta riqueza que se nos regala en un solo término de la Palabra de Dios!
Somos invitados a reavivar el carisma catequístico que hemos recibido. Hacer que el fuego de Dios infundido en nuestros corazones esté siempre en movimiento, sea siempre intenso y ardiente para poder transmitir a los demás con palabras y obras la riqueza de la fe. Renovarnos como catequistas significa, dejar que la llama divina active una y otra vez su presencia en nuestras vidas, para que con todas las fuerzas interiores anunciemos que Cristo está vivo y nos quiere vivos. Para reavivar nuestro carisma y ser catequistas coherentes y responsables, siempre será necesaria la oración, el estudio y la vida de la comunidad como nos recuerda el querido Papa Francisco (cf. AntMin 6b).
En nuestro marco sinodal, reavivar el carisma es renovar la evangelización y renovar la catequesis. Reavivarnos como humildes testigos de la fe; como acompañantes y pedagogos, con capacidad madura de escucha (cf. AntMin 6b). ¡Qué estemos siempre todos reavivando el don que hemos recibido por gracia de Dios, para renovar la evangelización y la catequesis!
Al celebrar el día del catequista, les vuelvo a agradecer la hermosa vocación que siguen cultivando al servicio de los hermanos en la Iglesia Diocesana, camino al Primer Sínodo. Que la Virgen Madre, Nuestra Señora de la Esperanza, y San Pío X intercedan por todos nosotros.
Con mi afecto de padre, hermano y amigo
Mons. Gabriel A. Mestre, obispo de Mar del Plata