Martes 24 de diciembre de 2024

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"La Misa y la Adoracion Eucaristica"

Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (30 de marzo de 2018)

¿Qué es la Misa? Es la actualización de la presencia permanente del sacrificio pascual de Jesús, su muerte y su resurrección por nosotros. Y se celebra en un altar que antes de ser mesa de la comida fraterna es altar del sacrificio y no hay que olvidar nunca esto. En la misa se hace presente el sacrificio de la cruz. Por eso cuidado con la algarada que se hace alrededor y demás porque es una cosa muy seria la misa. Es el acto principal de la religión católica. Además, como ustedes saben, en el momento de la consagración el pan se convierte en el Cuerpo de Jesús y el vino se convierte en la Sangre de Jesús. Este es el gran misterio eucarístico en el cual nosotros creemos y creemos aunque nos maten por ello.

Ustedes habrán notado que después de la comunión de la misa el sacerdote recoge las hostias, las guarda en el Copón o el Cáliz y las deja en esa casita dorada que se llama Sagrario. Allí queda Jesús, allí queda la presencia permanente de Cristo en la Hostia consagrada. Y ahora viene otro aspecto de la religión católica que es la adoración de la Eucaristía. Por supuesto que en la misa adoramos a Cristo y nos ponemos de rodillas en el momento de la consagración pero también en cualquier momento del día podemos pasar por una iglesia, entrar, mirar al Sagrario y arrodillarnos delante de Él sabiendo que allí está Jesús, allí hablamos con Jesús y sobre todo lo adoramos. Creo que se va perdiendo este sentido de la adoración que se dirige solamente a Dios, reconocemos que Cristo es Dios verdadero y hombre verdadero.

Gracias a Dios en muchos lugares se ha inaugurado ya y se está organizando de un modo permanente lo que se llama la Adoración Perpetua que quiere decir que se turnan los fieles de la parroquia para que a lo largo de las 24 horas del día haya alguien adorando a Jesús. ¿Miren lo qué es eso? Qué maravilla si pensamos en eso y pensemos en los Apóstoles que estaban todo el tiempo con Jesús, hablaban con Él, compartían con Él la vida. Algo de eso tiene que haber porque falta adoración en este mundo, Dios es olvidado, Cristo es olvidado y es olvidado por nosotros mismos cuando pecamos pero es olvidado también por la gente que ya no piensa más en Él o no cree más en Él.

Ustedes no se imaginan como se va difundiendo la apostasía, la incredulidad, el ateísmo, el desprecio de Cristo, de los símbolos católicos. Hace poco hubo una profanación de una imagen de la Santísima Virgen también y no nos olvidemos de eso. La presentaron como una mujer abortera por lo que cualquier cosa podemos esperar hoy. Dios necesita reparación y adoración y quien lo hará si no nosotros.

Estamos en tiempo de Cuaresma: adoración de Cristo en la Eucaristía, reparación por los pecados especialmente por los pecados que atentan contra la fe porque la fe para mucha gente no representa nada y se burla de ella. No debemos permitir que se burlen de nuestra fe por la sencilla razón de que hay una gran tradición argentina católica y porque el Artículo 2° de la Constitución Nacional dice todavía que el Gobierno de la Nación sostiene el culto católico y si sostiene el culto católico cómo pueden permitirse profanaciones.

Es importante la Adoración de Cristo en la Misa y en cualquier momento del día por eso en sus parroquias, en sus capillas, organicen esos grupos de adoración perpetua. Si supieran lo que eso significa, estar delante de Dios para dar gloria a Dios en todo momento del día y darla en la persona de Jesús que es nuestro Redentor. Por eso no nos olvidemos que además de la Misa existe esto de la presencia permanente de Cristo en el Sagrario y la obligación y la necesidad nuestra de caer a sus pies. Tenemos tantas cosas que pedir, tantas cosas que hacernos perdonar, tantas cosas que necesitamos pero aunque no necesitáramos nada darle gloria porque es Dios, es hombre que se ha hecho hombre por nosotros, porque nos ha salvado, porque por su resurrección ha prometido nuestra resurrección.

Todo, todo es Jesús, Dios es todo y lo demás es nada comparado con esto. Por eso les animo a que además de la Misa se acerquen al Sagrario a adorar a Cristo.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata