Jueves 26 de diciembre de 2024

Documentos


Ordenación diaconal de Elías Mores

Homilía de monseñor Adolfo A. Uriona FDP, obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto en la ordenación diaconal de Elías Mores (Las Higueras, 29 de noviembre de 2024)

Queridos hermanos:

Estamos participando de la ordenación diaconal de Elías quien se ha desempeñado como seminarista en esta comunidad.

Acompañemos con afecto y oración este momento de bendición para él, su familia, y toda la diócesis, pidiéndole al Señor la gracia de que viva siempre con entrega alegre el don que recibirá por imposición de manos del obispo que lo constituirá en servidor del santo pueblo de Dios.

Su ministerio estará orientado en acompañar al párroco en el pastoreo de la comunidad preocupándose sobre todo de los pobres y carenciados. También lo ejercerá en la liturgia a través de la proclamación del Evangelio, la predicación, la celebración de los bautismos, la asistencia a los matrimonios y bendiciendo al pueblo.

Acabamos de leer en el Evangelio de Marcos que Jesús, después de haber desplegado un ministerio de predicación y sanación muy intenso, subió a la montaña y eligió entre sus discípulos a Doce a quienes instituyó como Apóstoles.

Comprobamos que la elección que Jesús hace siempre es gratuita, depende de la liberalidad de Dios que tiene sus designios que son inescrutables. Mientras preparaba esta homilía, recordaba ¡cuántos compañeros míos del grupo de la parroquia eran mejores y más capaces que yo y sin embargo al Señor se le antojó elegirme a mí! ¿Por qué?..., ¿qué lo movió?... ¡Su infinito amor totalmente gratuito!

Siempre es así… Nuestro Dios es un Dios desconcertante que te eligió para ser su sacerdote simplemente porque, en su designio misericordioso, se le ocurrió hacerlo…

Nos hace mucho bien volver continuamente a esta verdad de fe sobre nuestra vida y vocación; ambas cosas son elecciones divinas absolutamente gratuitas. Recordarlo nos previene de un posible vano orgullo presuntuoso, el “creérnosla” en lenguaje de Francisco, y también nos libera de estériles lamentos cuando tomamos conciencia de nuestra incapacidad.

Para el Señor era fundamental esa elección de los Doce. Por ello en la versión de San Lucas se dice que pasó toda la noche en oración (Cf Lc 6,12).

Con ellos estaría formando el núcleo principal de la Iglesia que iba a instituir. Sin embargo a pesar de ser el Hijo de Dios hecho hombre, uno lo traicionó. Daría toda la impresión que en el caso de Judas no eligió bien… Entra aquí el misterioso juego de la libertad humana que puede acompañar o contrariar el proyecto de Dios. Por eso, Elías, hay que estar siempre atento pidiendo la gracia de una fidelidad perseverante.

Ahora bien, ¿y para qué elige el Señor este grupo más selecto?...

Ante todo “para que estuvieran con él”... “Estar con el Señor” significaba vivir su propia vida, escuchar de corazón su Palabra y aprender, por contacto cercano, “su modo de proceder”… Y es por ello que desde ese momento los Doce estuvieron siempre junto al Señor el cual se dedicó, con notable paciencia, a acompañarlos y a enseñarles los misterios del Reino.

La cercanía con el Señor es la primera finalidad de toda vocación sacerdotal. Esto lo podrás hacer concreto en la medida en que seas fiel a la oración cotidiana en la intimidad del silencio y del contacto con la Palabra.

Y luego “para enviarlos a predicar con el poder de expulsar demonios”…

La segunda finalidad es la misión, es decir el anuncio del Kerigma, un Cristo vivo presente como Resucitado en nuestra historia. Anuncio que habrás de hacer a un mundo indiferente, que está en otra cosa, que prescinde del Dios verdadero y que lo busca inconsciente y afanosamente en variadas propuestas de felicidad que lo dejan con las manos vacías.

Además serás revestido con su gracia para expulsar “demonios”, entendiendo por esto tantas formas de mal que padecen los hombres hoy, necesitados de nuestro anuncio liberador.

Finalmente, estás en las manos del Padre Dios, el alfarero que quiere modelarte de acuerdo con la imagen de su Hijo.

Los desafíos de la realidad, las dificultades en el ministerio, el no ver claro por donde ir forma parte de ese trabajo modelador que hace el Alfarero Divino. Este proceso, muchas veces oscuro, incomprensible y doloroso, exige de tu parte una gran confianza con la certeza de que es para tu plena realización. Te auguro que puedas decir en eso momentos con el salmista, pero en tiempo presente: “te doy gracias porque estoy siendo formado de manera tan admirable”…

Te ponemos bajo la protección de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa a fin de que derrame sobre vos los rayos de la Gracia Divina y así vivas en plenitud tu ministerio.

Mons. Adolfo A. Uriona FDP, obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto