La fiesta patronal es un tiempo para renovar el don de la fe, de la gracia de nuestro bautismo, la gracia de ser hijos y hermanos. Es tiempo de misericordia porque el Padre de la Misericordia nos renueva la gracia de la reconciliación y reencuentro con su Hijo Jesús. Nos abre la posibilidad del reencuentro entre los hermanos y nos invita a salir al encuentro del hermano pobre y del excluido.
Celebrar a San Ramón Nonato como nuestro patrono, es celebrar la vida como don Dios. Todos somos creaturas queridas y elegidas para ser constructores del Reino de Dios. Celebrar es renovar el don y el compromiso por el Reino con nuestra disponibilidad en la realización del bien común. Por ello, estamos comprometidos a cuidar la vida, desde su concepción hasta el final de sus días; a respetar y cuidar toda vida, especialmente de la más frágil y débil.
Como hermanos y hermanas estamos invitados a crecer en una verdadera fraternidad universal que favorezca nuestra vida en la sociedad y nuestra sobrevivencia en la Tierra, nuestra Casa común, sin jamás perder de vista el cielo, donde el Padre nos acogerá a todos como sus hijos e hijas.
Desgraciadamente, aún vemos en el mundo muchas sombras, señales del asilamiento y del encierro en nosotros mismos. Por eso, es urgente la necesidad de abrir nuestros círculos para acercarnos a aquellos que, espontáneamente, no los sentimos como parte de nuestro mundo de intereses (cf. FT 97), extender nuestro amor a "todo ser viviente" (FT 59), venciendo las fronteras y superando "las barreras de la geografía o del espacio" (FT 1), superando toda discriminación y xenofobia.
Hoy, en nuestra Diócesis de la Nueva Orán, la vida está amenaza y en muchas lugares descuidada. La realidad de la infancia en situaciones de grave desnutrición y abandono. La situación de nuestros adolescentes y jóvenes expuestos a los inescrupulosos que lucran con la distribución de las drogas, juegos de azar y otras adicciones que envenenan y comprometen el futuro de las nuevas generaciones.
Tantas mujeres en situación de vulnerabilidad donde no se respeta su dignidad y, por tantas situaciones de abusos y de violencia. El olvido de nuestros abuelos y adultos vulnerables que viven la angustia por la falta de medicamentos y del cuidado de su salud física, síquica y emocional.
La discriminación y marginación de las comunidades originarias, el olvido y falta de vigencia de las leyes que protegen a los pueblos originarios en la defensa de sus derechos constitucionales, reconocidos hace 30 años en la Reforma constitucional.
Al mismo tiempo que, damos gracias porque en nuestro pueblo hay una generosidad y una potencialidad de generar espacios donde se cuida y protege la vida. Espacios que debemos acompañar, estimular y desplegar en estos momentos. Lugares que son una "gran oportunidad para compartir" desde las posibilidades de cada uno, al servicio de los más necesitados.
Son las Comunidades Organizadas urbanas que se conforman a partir de la decisión de unirse para salvarse, al tiempo que se organizan para dialogar con el Estado, sobre políticas públicas y fiscales, para cuidar a las personas y al planeta. Son organizaciones comunitarias barriales urbanas constituidas desde "el subsuelo del planeta", como dice el Papa Francisco en Frotelli Tutti, que -también en palabras de Francisco- "organizan la esperanza" en torno a los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia.
Qué lindo es experimentar en nuestra comunidad que tantos hermanos y hermanas se organizan solidariamente, es ésta generosidad la que aumenta la esperanza en la construcción de un futuro pleno para todos. Qué importante es que todos, en particular los más humildes, los más pobres, los más sencillos, los más vulnerables, no pierdan la esperanza.
El anuncio de la Buena Noticia es la llegada del Reino de Dios, se trata de amar a Dios que reina en el mundo; en la medida que logre reinar en nosotros, la vida social es el ámbito de la fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Nos recuerda el Papa Francisco: "Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios poro lo liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en lo sociedad, esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo" (EG 187).
En la Jornada de oración por el cuidado de la creación, que se celebra el 1 de septiembre con el tema: "Espera y actúa con la creación". El Papa Francisco nos recuerda: "Esperar y actuar con lo creación significo, en primer lugar, aunar esfuerzos y, caminando junto con todos los hombres y mujeres de bueno voluntad, contribuir o «repensar entre todos lo cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites. Porque nuestro poder ha aumentado frenéticamente en pocos décadas. Hemos hecho impresionantes y asombrosos progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo lo vida de muchos seres y nuestro propio supervivencia» (Laudate Deum, 28). Un poder incontrolado engendra monstruos y se vuelve contra nosotros mismos. Por eso hoy es urgente poner límites éticos al desarrollo de la inteligencia artificial, que, con su capacidad de cálculo y simulación, podría ser utilizada para dominar al hombre y la naturaleza, en lugar de ponerla al servicio de la paz y el desarrollo integral (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2024).
Esperar y actuar con la creación significa, pues, vivir una fe encarnada, que sabe entrar en la carne sufriente y esperanzada de la gente, compartiendo la espera de la resurrección corporal a la que los creyentes están predestinados en Cristo Señor. Es confiar en que la humanidad junto a toda la creación esta llamada a vivir la plenitud de la vida futura.
Con la confianza puesta en esta vocación a la fraternidad universal y a la vida en plenitud, rogamos que San Ramón Nonato nos transforme en promotores de la vida y de la esperanza.
Que nuestra Sra. Del Carmen cuide y proteja a cada uno de sus hijos. Paz y Bien.
Mons. Fray Luis Antonio Scozzina OFM, obispo de Orán
San Ramón Nonato, 31 de agosto de 2024.