Miércoles 25 de diciembre de 2024

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San Cayetano 2024

Homilía de monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires, en la Fiesta de San Cayetano (Santuario de Liniers, 7 de agosto de 2024)

El doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?».
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver"
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?».
«El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera». 
(L
ucas 10, 29-37)

Como peregrinos, nos volvemos a reunir en tomo a San Cayetano, el amigo del pueblo, al que le pedimos un corazón más solidario[1].

San Cayetano, el amigo del pueblo...nuestro pueblo desde las entrañas de fe más profundas, reconoce al patrono del pan y del trabajo como amigo, frente a ladrones que desde hace años lo despojaron de todo (Lc 10, 30), como dice el Evangelio de hoy.

Otro santo, Santo Tomás de Aquino, dice que el verdadero amigo quiere para su amigo que exista y viva, quiere hacerle el bien, deleitarse con su convivencia, y finalmente compartir con él sus alegrías y tristezas, viviendo con él en un solo corazón[2].

Por todo eso San Cayetano es nuestro amigo: porque quiere que tengamos una vida digna con un trabajo que, no sólo sea un modo de ganarse el pan, sino un cauce para el crecimiento personal y comunitario; y también, porque quiere que todos tengan una educación de calidad que los haga protagonistas de sus vidas, verdaderamente libres de pensar y decidir, sin presiones ni condicionamientos. Por ser nuestro amigo nos hace bien venir a visitarlo y poner nuestra vida en sus manos, compartiendo con él alegrías y tristezas.

San Cayetano nos quiere gratuitamente como nos quiere Dios, no nos pide nada a cambio. Le importa mucho nuestra vida; clama al Cielo con nosotros por mejores condiciones de vida para todos; porque desde hace años nuestra Patria está herida, despojada de casi todo, media muerta, como el hombre de la parábola que bajaba de Jerusalén a Jericó y fue víctima de los salteadores. (cfr. Lc 10, 30). El cardenal Bergoglio decía hace años refiriéndose a este relato evangélico: A los salteadores los conocemos. Hemos visto avanzar en nuestra Patria las densas sombras del abandono, de la violencia utilizada para mezquinos intereses de poder y división, y la ambición de la función pública buscada como botín[3].El hombre cayó en manos de unos ladrones; hoy son manos manchadas de sangre por el narcotráfico que roba el futuro de generaciones enteras, manos sucias de corrupción y coima que roban oportunidades, manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia que roban solidaridad.

Pero no nos queremos quedar reflexionando de los ladrones de esperanza y dignidad, profetas de calamidades y tragedias. Porque hoy es 7 de agosto y estamos de fiesta, la fiesta de nuestro amigo San Cayetano. Le traemos como regalo nuestras peticiones y agradecimientos, y le pedimos con el lema de este año, un corazón más solidario, porque experimentamos que cuando la sociedad se fractura y agrieta, son los esfuerzos solidarios los que vuelven a tejer fraternidad y compromiso.

No queremos pasar de largo frente a tantos heridos al borde del camino de la vida, frente a tantos rostros concretos, víctimas de la exclusión. Hay muchas maneras de pasar de largo: vivir ensimismados, desentenderse de los demás, ser indiferentes, o discutir en escritorios cifras de pobreza y de indigencia, esterilizadas de lágrimas y humanidad.

Para el amigo San Cayetano, cada uno de los peregrinos es reconocido, escuchado, tenido en cuenta, llamado por su nombre. Un amigo no pasa de largo, no mira desde lejos; y esto no es un tema de ideologías o posturas partidarias; es un tema de estar o no cerca de la gente sencilla de a pie, la que se levanta temprano para ir a trabajar, la que lleva los chicos a la escuela, la que la pelea todos los días para llevar el pan a la mesa familiar, la que sigue haciendo un esfuerzo enorme a pesar de todo. Porque como dice Francisco: Lo verdaderamente popular, porque promueve el bien del pueblo, es asegurar a todos, la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna. Por ello insisto, (sigue diciendo el Papa), en que ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo[4].

Queremos ser buenos samaritanos que curan heridas, porque, y retomo palabras de Bergoglio allá por el 2003, “no tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, eso sería infantil, sino más bien hemos de ser parte activa en la rehabilitación y el auxilio del país herido[5], ya que, aunque golpeados, seguimos creyendo que el amor al prójimo y la amistad social son posibles y que vale la pena ser buenos y honestos.

El santuario de San Cayetano es como aquella posada del Evangelio: recibe a los heridos de la vida, recibe a los golpeados en su dignidad por la falta de trabajo y por una miseria lacerante y creciente, recibe a los que están profundamente angustiados y solos, recibe a nuestros jóvenes, y también a los abuelos.

Que entonces, también nuestro bendito país sea una verdadera posada para todos, sin excluir a nadie. En este tiempo lo hemos demostrado acompañando bien de cerca a nuestros hermanos venezolanos, la comunidad inmigrante más numerosa en la ciudad de Buenos Aires, a quienes hospedamos con el afecto, la cercanía y la oración.

Que ese modo de ser se nos haga costumbre: que desde el corazón todos seamos hospederos de la vida de los otros; todos hermanos, amigos de San Cayetano, que hoy más que nunca, nos anima a la solidaridad con los más pobres y pide con nosotros paz, pan y trabajo.

¡Viva nuestro amigo San Cayetano!

¡Viva el patrono del pan y el trabajo!

¡Viva San Cayetano!

Monseñor Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires
7 de agosto 2024


Notas
[1] Lema fiesta de San Cayetano 2024.
[2] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II, 25, 7.
[3] Bergoglio, Jorge, Homilía del Tedeum, Buenos Aires mayo 2003.
[4] Francisco, Encíclica Fratelli Tutti 162, Asís 2020.
[5] Bergoglio, Jorge, Op Cit.